La des-globalización acentuada, mientras de milagro no se ha desatado “oficialmente” la Tercera Guerra Mundial – Por Alfredo Jalife Rahme

Por Alfredo Jalife Rahme

De milagro no se ha desatado “oficialmente” la Tercera Guerra Mundial (TGM). Se perora con perturbadora laxitud retórica desde Washington hasta Moscú sobre la probabilidad de una TGM nuclear, que se refleja en las “10 ominosas predicciones del ex presidente ruso Dmitry Medvedev” (https://bit.ly/3jEPDEi), cuando, además de los contenciosos a lo largo de la Ruta de la Seda, se calientan los frentes de Norcorea/Sudcorea, Mar del Sur de China/Taiwán y la frontera de Serbia con Kosovo.

El gigabanco BlackRock (https://bit.ly/3VBat4R) ya había decretado la des-globalización a principios de 2022 (https://bit.ly/3PURIaY), detrás de Deutsche Bank (https://bit.ly/3NOqAs3) y otros más como Davos (https://bit.ly/3FXW9gY). Ahora la perspectiva de BlackRock –mayor banco de manejo de capitales del mundo y aliado “insólito” del jázaro (https://amzn.to/2MR0PfM) porno-comediante Volodimir Zelensky (https://bit.ly/3YZtaC4)– ajusta su manual de inversiones y convivencia con la inflación, en medio del “nuevo orden mundial de fragmentación geopolítica”: un mundo partido entre bloques competidores (https://bit.ly/3QjFj0Z).

Jared Gross, estratega del megabanco JP Morgan Chase (https://bit.ly/3i4BKPe) –¡nada menos que el matrimonio morganático con la omnipotente dinastía de los Rockefeller!– aduce, después de otros múltiples autores, que la globalización llegó a su fin cuando la fractura de la geopolítica –mi añeja tesis (https://bit.ly/3vqssjK)– tendrá enormes implicaciones para las inversiones y los mercados de capitales (https://bloom.bg/3WCtaX1).

Nada nuevo: salvo su temeraria definición de la globalización que subdivide en tres tipos muy forzados: político, económico y social, cuando se trata de un vulgar financierismo basado en la deslocalización (outsourcing) y la poda de empleo (downsizing), cuya matriz se centra(ba) en la “disminución de costos” que se frenó desde el polémico 9/11.

Gross alucina en forma temeraria que el punto de inflexión proviene de los aranceles y las barreras comerciales de Trump a China, y soslaya, en su ciclopía partidista, la política del “pivote” de la tripleta Obama/Biden/Hillary para cercar a China con el fallido TPP (https://bit.ly/3WPhZda).

En cuanto a China, Trump es la continuación de la tripleta Obama/Biden/Hillary: dos caras de la misma moneda geoestratégica bipartidista, a grado tal que hoy Biden como presidente ha mantenido los aranceles y ha decretado la “guerra de los chips” contra Pekín.

La disquisición de Gross es muy raquítica, pero pesa por pertenecer a un megabanco de Wall Street y por ser difundido por Bloomberg –hoy demócrata, ayer republicano, enemigo acérrimo de Trump.

Gross se muestra más realista que su superior George Gatch, en JPMorgan Chase, quien arguye sin sustento que la “globalización evolucionará (sic), pero no se descompondrá” cuando alucina que la “desglobalización no es inevitable” en un “mundo multipolar (sic) con bloques comerciales más políticamente alineados” (https://bit.ly/3Iacwd2).

Gatch arguye que los “servicios” –el reinado de la anglósfera– “florecerán en una economía global (sic) más virtual (sic)”.

¿Cómo puede ser “global” la economía cuando el mundo está fracturado geopolítica y geoeconómicamente?

¿Qué advendrá entonces de las materias primas tan preciadas como el litio que hoy la anglósfera disputa a China desde el Cono Sur hasta México?

Gatch apunta correctamente, aunque se contradice, que una “mayor regionalización se asentará conforme la cadena de suministro” –de la que China era la matriz global– “se diversifica y la producción se traslada más cerca de la demanda”, lo cual “beneficiará a Asia” con su “cada vez mayor base de pudientes consumidores”.

Desde hace 16 años estaban escritas en el muro geoeconómico las tendencias de la “desglobalización y sus regionalismos” que detecté en su momento y lo cual hoy más que tendencia ha asentado sus reales.

La diferencia, 17 años después, es que la singularidad de la guerra en Ucrania acentuó las tendencias y fracturó a la biósfera (https://bit.ly/3G7ed8h).

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