La verdad y la mentira en un mundo relativista – Parte II. El caso de la guerra en Ucrania

Por Ricardo Vicente López

Retomo lo escrito en la nota anterior con una cita que sintetiza el cuadro social, económico y político del mundo actual. Su autora, la doctora Peralta Ramos [1] es una reconocida investigadora con laureles suficientes para sentarse en la mesa internacional que debate las características generales de este final de la globalización, sobre todo en el momento en que lo militar ocupa una parte importante de los problemas actuales:

Dice Robert Kagan: «Aunque es obsceno acusar a los Estados Unidos por el ataque inhumano de Putin a Ucrania, es engañoso insistir en que la invasión fue totalmente carente de provocación (…) Las decisiones de Rusia han sido una respuesta a la expansión de la hegemonía norteamericana y de sus aliados en Europa, ocurrida luego del fin de la Guerra Fría (…)».  Estas definiciones de Kagan [2], uno de los principales líderes de los neocon [3]] que dominan la política exterior norteamericana, iluminan la veracidad de los reclamos y advertencias que Vladimir Putin hiciera desde 2008 hasta la fecha: «el avance de la OTAN hacia las fronteras rusas ha representado una provocación y una violación de acuerdos previos, configurando un peligro existencial que Rusia no puede aceptar».

El párrafo que cito condensa gran parte del problema; nos es útil para continuar lo escrito en la nota anterior. Ubicar las reflexiones anteriores en un contexto actual, del que no podemos evadirnos. La investigadora se apoya en algunas definiciones de Kagan [4] para entender mejor la esencia de la política exterior de los EEUU:

«Así, por una de las vías menos esperada, nos encontramos con una explicación de la guerra en Ucrania que contradice al relato oficial centrado burdamente en “las ambiciones salvajes de un Putin endemoniado”. La invasión rusa a Ucrania constituye un desafío inaceptable para la hegemonía norteamericana. Se da en un momento histórico y geopolítico en el cual los Estados Unidos todavía juegan un rol principal (…). deben asumir este hecho: es mejor para ellos arriesgar una confrontación con poderes beligerantes cuando estos están en una temprana expansión, que luego de que consoliden su poder (…) Rusia posee un arsenal nuclear peligroso pero el riesgo de que Moscú lo utilice es extremadamente pequeño”. Así, los Estados Unidos deben defender su hegemonía aunque ello implique un enfrentamiento nuclear cuyo riesgo sería, por arte de magia, mínimo. Esto explica el sabotaje norteamericano a las negociaciones de paz en Ucrania, el estancamiento de estas últimas y una escalada del conflicto militar que parece conducir a un callejón sin otra salida que la participación directa de los Estados Unidos y de la OTAN en la guerra».

De estos análisis se puede deducir, porque se desprende con bastante evidencia del párrafo citado, que el juego para mantener la hegemonía global norteamericana implica el propósito de “desangrar” a Ucrania y a Rusia en un conflicto interminable, con el objetivo de crear las condiciones para un cambio de régimen que terminara con Putin.

Esta concepción de la política exterior norteamericana no es nueva, un repaso de la prensa de las últimas décadas evidencian con bastante claridad similares intentos, aunque hayan resultado la mayoría de ellos frustrados. El objetivo final que los impulsaba, desde Vietnam hasta hoy, ha derivado en las últimas décadas en una multiplicación de países inviables, atrocidades y crímenes que nunca fueron juzgados por los organismos internacionales, y guerras locales y permanentes en las regiones del mundo con mayores reservas de recursos naturales estratégicos.

En ellos, ahora, la presencia norteamericana ha sido sustituida por la participación “indirecta” a través del accionar de países y grupos controlados por los Estados Unidos.

Reflexiona la doctora Peralta Ramos:

«Ahora, sin embargo, no hay condiciones para una guerra de proximidad: el continente europeo, y los países aliados de Estados Unidos, constituyen el teatro de batalla en un contexto geopolítico multipolar y en una economía global amenazada por una crisis financiera de magnitud inédita. Las sanciones contra Rusia han acelerado estos problemas y acortan los tiempos de un posible enfrentamiento entre potencias nucleares. El significado y el impacto de esta guerra trascienden pues a Rusia y a Ucrania e involucrara al mundo entero, desde el centro hasta la periferia del orden global».

Tal vez, para el ciudadano de a pie, esto no sea tan evidente. Por otra parte la terminología y el modo de su argumentación compongan un texto de no fácil comprensión. De todos modos yo propongo su lectura para ir acercándonos a la comprensión de un cuadro político-militar muy grave. La capa de neblina mediática que la prensa internacional esparce sobre el mundo, con la complicidad de la mayor parte del los gobiernos sumisos, cumplen con su misión desinformativa y tergiversadora, que ocultan estos procesos.

Agrega la doctora Peralta Ramos:

«El mundo unipolar que hemos conocido está en crisis. Hoy nos encontramos inmersos en una disputa por el poder mundial que afecta las relaciones internacionales, la economía global y las leyes, regulaciones y organismos internacionales paridos después de la Segunda Guerra. Paradójicamente, estas tensiones y conflictos contribuyen a iluminar los sótanos de una guerra que, por métodos secretos y violatorios de la legalidad nacional e internacional, ha convertido la mente de la población mundial en el principal campo de batalla».

No se debe olvidar la vieja y sabia sentencia del dramaturgo de la antigua Grecia, Esquilo (524 -456 A.C) [5], quien afirmó que: “La primera víctima de la guerra es la Verdad. Este notable pensador, a la manera de los grandes profetas, anunció esta verdad que la historia posterior corroboró en su validez en la gran mayoría de los conflictos sufridos por la humanidad. Hoy podemos verlo en los medios hegemónicos de comunicación que manipulan la información a través de la mentira y la desinformación, buscan imponer el pensamiento único y el monocultivo de las mentes. Por tal razón debemos tener esto presente en las lecturas de las informaciones de la guerra de Ucrania. Ello no impide que nos esforcemos en el análisis de sus causas más profundas y de algunos resultados que vamos conociendo. Estamos viviendo una época en que la infodemia [6] ha invadido el espacio de las comunicaciones intentando encubrir las verdades inconvenientes para quienes informan. Esto nos impone, amigo lector, una tarea nada sencilla ni grata: descifrar los contenidos de la información de guerra. En este caso no debe despreciarse que el espacio comunicacional está sometido a las fuerzas de la OTAN. Pongo a su disposición un comentario sobre esta organización, publicado en wikipedia:

«La Organización del Tratado del Atlántico Norte es una alianza militar inter-gubernamental que se rige por el Tratado de Washington (1949). La organización constituye un sistema de defensa colectiva, en el cual los Estados integrantes acordaron defender a cualquiera de sus miembros que sea atacado por una potencia externa.​ En sus primeros años, la OTAN no era mucho más que una asociación política. Sin embargo, la guerra de Corea hizo ver la necesidad de plantear una coalición permanente. Entonces se creó una estructura militar bajo la dirección de los comandantes de Estados Unidos. Siempre se han manifestado dudas sobre la alianza europeo-norteamericana…  Después de la caída del Muro de Berlín en 1989, la organización intervino dentro de la guerra de Yugoslavia, lo que se convirtió en la primera intervención conjunta de la OTAN y un paso que auguraba posteriores intervenciones».

El juego de la información  y la desinformación​  es un instrumento para crear la confusión del ciudadano de a pie. Debemos, en la medida de lo posible, tenerlo en claro. La primera y más escasa es la información; la segunda, y más abundante es la desinformación, falsa y/o engañosa​ que se difunde de manera intencionada para engañar e intentar manipular las creencias, emociones y opiniones del público en general.

[1] Doctora en Sociología y columnista de El Cohete a la Luna. Estudió sociología en la Universidad de Buenos Aires y se doctoró en esa disciplina por la Universidad René Descartes de Ciencias Humanas de la Sorbona, en París. Es investigadora y docente en áreas de economía política, sociología y antropología; es periodista, ha publicado, entre otros trabajos: Ruptura del contrato social y crisis de legitimidad política.

[2] Se graduó de la Universidad de Yale, recibió un master en la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard y un doctorado de la Universidad Americana de Washington D. C. Es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores.

[3] El neoconservadurismo es un movimiento político que nace en los Estados Unidos en la década de 1960 como reacción a la política exterior del Partido Demócrata de los Estados Unidos; históricamente hablando, el término “neoconservador” se refiere a aquellos que hicieron el viaje ideológico desde la izquierda hasta el campo del conservadurismo estadounidense durante las décadas de 1960 y 1970.

[4] Ya citado en la nota anterior.

[5] Esquilo fue un dramaturgo griego. Predecesor de Sófocles y Eurípides, es considerado como el primer gran representante de la tragedia griega.

[6] El término infodemia se emplea para referirse a la abundancia de información sobre un tema concreto.​ El término se deriva de la unión entre la palabra información y la palabra epidemia. Ésta última le otorga el carácter de enfermedad peligrosa y altamente contagiosa.

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