Putin y el “cambio climático”: únicas causas de todas las calamidades para la plutocracia mundial – Por Juan Manuel de Prada

“Pobres pero horteras”
Por Juan Manuel de Prada

Es una bendición y una suerte tremenda que todas las calamidades que nos afligen tengan dos únicas causas: Putin y el cambio climático. Que se detecta un exceso de mortandad de diez mil personas al mes, pues la culpa es del cambio climático. Que los precios de la lista de la compra se disparan, pues la culpa es de Putin. Que me estoy quedando calvo, pues la culpa es del cambio climático. Que no mojo el churro ni a tiros, pues la culpa es de Putin. Y así, repartiendo las culpas entre Putin y el cambio climático, no oímos los borborigmos que nos advierten que nuestras tripas están horras. Pero hacía falta una calamidad como las restricciones energéticas, que simplificase todavía más este mecanismo binario de atribución de culpas y se pudiera atribuir de forma mancomunada a Putin y al cambio climático. Será, además, una calamidad que nos brinde una euforizante sensación de empoderamiento. Pues nos llevará a creer, mientras sudamos la gota gorda sin poder encender el aire acondicionado, que estamos salvando el planeta y a la vez machacando a Putin. Y lo mismo ocurrirá cuando nos tengamos que duchar con agua fría, o conformarnos con pasar la esponja por el sobaco. ¡Cómo mola oler a chotuno pero saber que, gracias a nuestro sacrificio, Putin las está pasando canutas y la emergencia climática amaina!

El plan de ahorro energético no es más que un engañabobos diseñado para que la gente no viva como un ultraje insoportable su pobreza galopante. El reinado plutocrático mundial diseñó, hace ya décadas, un plan para mantener a la inmensa mayoría de la población en un nivel de ‘pobreza sostenible’, a cambio de suministrarle entretenimientos ‘low cost’. Pero ahora, tras experimentar con la plaga coronavírica y comprobar que las masas cretinizadas pueden ser fácilmente sometidas a las humillaciones más abyectas siempre que se les brinde un chivo expiatorio, se han decidido a lanzar el órdago definitivo. Las restricciones energéticas son el resultado inevitable de un plan diseñado por el reinado plutocrático mundial y aplicado a machamartillo por los gobernantes cipayos.

Dicho plan consiste en sustituir insensatamente unas fuentes de energía eficientes y fácilmente accesibles por unas energías guadianescas, ineficientes y caras, para enriquecimiento de unos pocos y empobrecimiento de vastas capas de la población. Para llevar a cabo este plan se han destruido durante la última década centrales térmicas y nucleares y se han favorecido nuevos negocios asociados a las ‘energías renovables’ que, a la vez que arrasan nuestro paisaje, desvían subvenciones públicas millonarias.

Pero no hay que desanimarse. Aunque no podamos encender el aire acondicionado ni la calefacción, siempre podremos consolarnos con el despliegue de la iluminación navideña de Vigo, que este año va a incorporar una estrella con una cola de catorce metros. Ya que somos pobres y no podemos ser decentes (porque nos han convertido en piara penevulvar), aspiremos siquiera a ser pobres, pero horteras.

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