Una derrota del régimen del 78
Por Juan Manuel de Prada
Hace ahora seis meses, teníamos la inmensa satisfacción de informar sobre la condena decretada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra el Estado español, por vulnerar la libertad de expresión de Miguel Ayuso, juez militar y catedrático de Ciencia Política y Derecho Constitucional. El profesor Ayuso había realizado durante una de las emisiones del programa ‘Lágrimas en la lluvia’ (que yo a la sazón dirigía) un análisis académico muy ponderado sobre los orígenes espurios de la Constitución del 78. Por entonces, el profesor Ayuso estaba a punto de ser ascendido a coronel; y un puñado de gusanos, gusarapos, sabandijas y escolopendras que anidan en la carrera militar se conjuraron, envidiosos, para destruir su carrera, montándole en colaboración con la prensa sistémica una campaña de desprestigio, hasta conseguir que se le abriera un proceso disciplinario lleno de irregularidades. Aquella persecución contra el hombre eminente tuvo como cómplices a diversos capataces del inicuo Régimen del 78, desde el pusilánime ministro Morenés hasta los magistrados del Supremo y Constitucional.
Agotadas todas las vías de (falsa) defensa que le ofrecía el inicuo Régimen del 78, Miguel Ayuso acudió al Tribunal de Estrasburgo, que condenó por unanimidad al Estado español. Aquella sonora bofetada fue acogida con rabia en los despachos del Ministerio de Defensa; pues el triunfo del profesor Ayuso permitirá en el futuro a cualquier militar que esgrima un título académico adecuado verter juicios demoledores sobre la Constitución. Así que, asesorado penosamente por los inefables chupatintas de la Asesoría Jurídica del Ministerio de Defensa, el Estado español recurrió la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, solicitando que fuera llevada a la Gran Sala. Pero esa solicitud temeraria, propia de gentes acostumbradas a los mangoneos que el Régimen del 78 permite a sus capataces, acaba de ser rechazada, también unánimemente, en Estrasburgo, que de este modo convierte en jurisprudencia consolidada la sentencia que otorga la victoria al profesor Ayuso, víctima durante casi diez años de una persecución indecente sólo explicable por el encono.
Se trata de una victoria de un hombre eminente que me honra con su amistad; también de un varapalo histórico al inicuo Régimen del 78, que pretendía acallarlo. Y se trata, desde luego, de un motivo de alborozo para la legión de amigos del profesor Ayuso, para todos los compañeros, alumnos y exalumnos que han sufrido con él las vicisitudes de este proceso ignominioso, digno de la más sórdida de las repúblicas bananeras (pero cualquier república bananera parece la Atenas de Pericles, comparada con el Régimen del 78). Desde este rincón de papel y tinta, sugiero que se organice un banquete en homenaje a Miguel Ayuso, en el que, además de agasajarlo, hagamos escarnio de los gusanos, gusarapos, sabandijas y escolopendras -guiris de mierda, en fin- que intentaron arruinar su carrera.
