80 años del ataque atómico de EEUU a Japón sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki

Hace 80 años, los días 6 y 9 en agosto de 1945, Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, marcando un punto de inflexión en la historia de la humanidad, ya que fue la primera y la única vez que se utilizaron armas nucleares en un conflicto bélico. A esto debe añadirse que fueron usadas sobre poblaciones civiles, cuando la Segunda Guerra Mundial ya había prácticamente finalizado, como parte de una demostración de poder y bajo la excusa de usarlas «para terminar la guerra».

El Ejército soviético llegó a la frontera con la región china de Manchuria, ocupada por Japón, y estaba listo para atacar a la principal fuerza japonesa, el Ejército de Kwantung. Con este equilibrio de poder, solo unos meses habrían separado a Tokio de la capitulación total. Sin embargo, esto no fue suficiente para Washington, que decidió acabar definitivamente con el país nipón.

Al convertirse en presidente de EE.UU. en abril de 1945, Harry Truman tuvo conocimiento del Proyecto Manhattan, un esfuerzo científico secreto para crear una bomba atómica. Tras una prueba exitosa del arma en julio, el mandatario exigió la rendición incondicional del Gobierno japonés advirtiendo sobre una «destrucción inmediata y total».

Así, el 25 de julio de 1945, Truman aprobó la orden de bombardear uno de los siguientes objetivos: Hiroshima, Kioto, Kokura, Niigata o Nagasaki, en parte, como una «demostración de poder» ante la Unión Soviética, que había expandido su influencia en Europa del Este y Asia Oriental.

No fue casualidad que Hiroshima fuera elegida como objetivo del primer ataque nuclear. La ciudad cumplía todos los criterios para lograr el máximo número de víctimas y destrucción: una ubicación llana rodeada de colinas, edificios bajos y construcciones de madera inflamables. Así, a las 08:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945, la ciudad fue devastada por la bomba de uranio altamente enriquecido, apodada ‘Little Boy’ (‘niño’), que fue lanzada desde el bombardero B-29 Enola Gay y explotó a unos 550 metros sobre la urbe.

«El hongo en sí era una vista espectacular: una masa burbujeante de humo gris púrpura. Se podía ver que tenía un núcleo rojo y todo ardía en su interior. A medida que nos alejábamos, podíamos ver la base del hongo y, debajo, lo que parecía una capa de escombros y humo de varios cientos de metros. […] Vi incendios que surgían en diferentes lugares, como llamas que se elevaban sobre un lecho de brasas», recordaba Robert Caron, el artillero de cola que participó en el operativo.

Con una potencia equivalente a unos 15 kilotones de TNT, la bomba redujo a cenizas 8 kilómetros cuadrados del centro de la ciudad, que resultó aniquilada. Un pulso térmico de tres segundos de la explosión quemó la piel expuesta de personas a una distancia de hasta 3,5 kilómetros de la zona cero –el punto directamente debajo de la explosión– y provocó incendios en toda la urbe (70.000 de sus 76.000 edificios resultaron dañados o destruidos, y 48.000 de ellos, completamente arrasados).

Miles de personas que se encontraban cerca del epicentro de la explosión fueron vaporizados por la intensidad del calor. Miles de habitantes de Hiroshima sobrevivieron a la explosión inicial, pero resultaron gravemente heridos y fallecieron posteriormente a causa de las quemaduras y la radiación. Se estima que el 60 % de las muertes se debieron a quemaduras, el 30 % a la explosión y el 10 % a la radiación.

Aunque, según lo acordado con los Aliados, la Unión Soviética inició el 8 agosto una ofensiva en Manchuria, poco después de las 11:00 de la mañana del 9 de agosto, un artefacto de plutonio de 21 kilotones, apodado ‘Fat Man’ (‘hombre gordo’), explotó sobre la ciudad de Nagasaki, el centro más importante de la comunidad católica japonesa, con una historia que se remonta al siglo XVI.

«De repente, la luz de mil soles iluminó la cabina. Incluso con mis gafas oscuras de soldador, hice una mueca y cerré los ojos un par de segundos. Calculé que estábamos a unos 11 kilómetros de la zona cero y nos alejábamos del objetivo, pero la luz me cegó por un instante. Nunca había experimentado una luz azulada tan intensa, quizá tres o cuatro veces más brillante que el sol que brillaba sobre nosotros», describía los efectos de la explosión el copiloto del bombardero, Fred J. Olivi.

Aunque la bomba era aún más potente que ‘Little Boy’, la destrucción causada fue menor que en Hiroshima debido a la naturaleza del terreno. Con todo, más de 3 kilómetros cuadrados de la ciudad fueron pulverizados y más 70.000 personas fallecieron. Se estima que el 77 % de las muertes fueron por quemaduras, el 16 % por la explosión y el 7 % por radiación.

Debido a la potente explosión de ambas bombas, las siluetas de personas y objetos que se encontraban en la calle en aquel momento quedaron ‘impresas’ para siempre en el suelo de las ciudades.

 El 19 de octubre de 1945, Truman fue premiado por la Masonería recibiendo el grado 33 del Consejo Supremo del Rito Escocés.

A 80 años de aquellos bombardeos, el mismo Complejo Militar Industrial Financiero hoy provee de armas a Israel, que ya lleva arrojados sobre Gaza el equivalente a más de 100.000 toneladas de TNT, más de 6 veces el poder explosivo de la bomba tirada sobre Hiroshima.

 

Las opiniones y análisis expresados en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción de Kontrainfo. Intentamos fomentar el intercambio de posturas, reflejando la realidad desde distintos ángulos, con la confianza de aportar así al debate popular y académico de ideas. Las mismas deben ser tomadas siempre con sentido crítico.

CONTRA LA CENSURA: Si le gustó nuestro trabajo apoye a KontraInfo con su suscripción. No recibimos ni recibiremos jamás dinero de ONG's ni partidos políticos. Por hacer un periodismo alternativo venimos siendo sistemáticamente censurados y desmonetizados.

*Ayúdenos con su suscripción, ingresando a este enlace.


Si va a reproducir este material, cite la fuente: www.kontrainfo.com