Una multitud despidió a Francisco en Roma con mandatarios y representantes de 130 países

Una multitud despidió a Francisco en Roma con mandatarios y representantes de 130 países
Por Cecilia Degl’Innocenti

Por primera vez desde la muerte de León XIII en 1903, un papa fue enterrado fuera del Vaticano. Pero Jorge Mario Bergoglio, el papa que llegó «del fin del mundo», no solo rompió tradiciones eclesiásticas: incluso en su muerte, movilizó al planeta. El funeral de Francisco, celebrado el sábado 26 de abril de 2025, transformó a la Ciudad del Vaticano en un epicentro diplomático, con la presencia de mandatarios y representantes diplomáticos de más de 130 países.

El funeral de Francisco fue un evento global atravesado por tensiones geopolíticas, ausencias con mensaje y un despliegue de seguridad sin precedentes. Por unas horas, Roma volvió a ser el centro del mundo. Pero, en la era de la globalización, el concepto no se redujo solo al mundo occidental sino a todo el mundo. Con una excepción: China, la superpotencia del siglo XXI que se presenta como una alternativa al liderazgo estadounidense, que sostuvo su política de distancia del Vaticano, en función de diferencias ideológicas y geopolíticas hasta el momento irreconciliables.

A pesar de la ausencia del presidente ruso Vladimir Putin y el premier israelí Benjamin Netanyahu, la densidad política del evento no se vio disminuida. Al contrario, las presencias hablaron de un mundo en plena reconfiguración. Entre las perlitas estuvo el primer viaje de Donald Trump al exterior durante su segundo mandato y la insólita demora del presidente argentino Javier Milei, quien no logró despedir a Francisco en la capilla ardiente de la Basílica de San Pedro, a diferencia de los 250 mil fieles que circularon hasta el viernes por la tarde.

El Vaticano anunció la participación de 50 jefes de Estado, 10 monarcas y un total de 130 delegaciones internacionales para despedir al pontífice fallecido el 21 de abril. Entre ellos, los presidentes de Estados Unidos, Argentina, Brasil, Francia, Alemania, Irlanda, Polonia, Ucrania, India, Canadá, Ecuador y República Dominicana, por citar solo algunos. El evento fue acompañado por un operativo de seguridad comparable al de una cumbre del G20.

Las delegaciones oficiales se acomodaron en un esquema jerárquico frente a la Basílica de San Pedro: en primera fila, Javier Milei, por representar al país natal del papa; el presidente italiano Sergio Mattarella; luego los reyes y finalmente el resto de los mandatarios, ordenados alfabéticamente según el protocolo del Vaticano (en francés). El funeral fue seguido por más de 200.000 personas en la plaza y otras 300.000 a lo largo del recorrido fúnebre, en un despliegue de fe, memoria y poder que convirtió a Roma en un espejo del mundo contemporáneo.

Asistieron también figuras como el príncipe Guillermo (en representación de Carlos III del Reino Unido), el rey Felipe VI y la reina Letizia de España, la reina María de Dinamarca, el primer ministro británico Keir Starmer, el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Olaf Scholz, la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen y el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.

La capilla ardiente, previa al funeral, recibió a unas 250.000 personas entre miércoles y viernes. Fue cerrada con una ceremonia privada encabezada por el cardenal camarlengo Kevin Farrell, quien colocó sobre el rostro del papa un velo de seda blanca, roció agua bendita y depositó un tubo metálico con monedas del pontificado y un “Rogito”, el obituario oficial que reza: “Fue un pastor simple y muy amado”.

El gran ausente del funeral fue China. Beijing no envió ningún representante oficial, a pesar del acercamiento que el papa Francisco había promovido durante su pontificado. La posibilidad de que Beijing, de renovado liderazgo global y en plena competencia con EEUU, enviara un representante al evento diplomático del año, fue barajada hasta último momento.

Sin embargo, en la antesala del funeral, dio indicios de que no torcería la política que sostuvo el Partido Comunista Chino hasta el momento. «No tengo información que ofrecer en este momento», respondió el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Guo Jiakun, cuando le preguntaron si Xi Jinping enviaría a algún representante al Vaticano, durante la conferencia de prensa del viernes.

Donald Trump eligió el funeral del papa como su primer viaje oficial al extranjero desde su retorno a la presidencia. Acompañado por Melania, el presidente estadounidense arribó el viernes por la noche al aeropuerto Leonardo da Vinci de Roma a bordo del Air Force One.

La presencia de Trump, uno de los primeros mandatarios en confirmar asistencia al funeral, acaparó flashes y especulaciones. Particularmente por su política exterior que crispó el ámbito internacional, de la mano de la guerra arancelaria y los ataques a otros países, como Yemen. Durante su primer mandato, Trump había tenido un cruce tenso con Francisco por el tema de los muros fronterizos.

En esta oportunidad, sin embargo, optó por el silencio respetuoso ante el Papa defensor de los migrantes y los refugiados, una constante de su ideología que estuvo representada por dirigentes de la ONG de rescate de migrantes Mediterránea, muy cercana a Francisco.

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