Trump, salvador del doctor Sánchez
Por Juan Manuel de Prada
Podemos imaginarnos la reunión en Moncloa del doctor Sánchez con la legión de asesores encargada de abastecerlo de burdas demagogias. Era necesario montar de inmediato un teatrillo que apartara la atención de los escándalos de corrupción que gangrenaban al partido de Estado y se barajó la posibilidad de exhumar de Mingorrubio el cadáver de Franco y exhibirlo en alguna carroza del Orgullo Gay; pero aún restaba más de una semana para esa celebración sistémica y el teatrillo urgía. Así que uno de los asesores propuso aprovechar la celebración de la cumbre de la OTAN, donde podrían servirse del bocazas de Trump para escenificar una pantomima antiimperialista y pacifista, que a las masas cretinizadas adscritas al negociado de izquierdas siempre pone cachondísimas.
Llegó el doctor Sánchez a la cumbre de la OTAN y firmó dedicar un 5 por ciento del PIB a gasto militar, según exigía el bocazas de Trump, exactamente lo mismo que los demás capataces de las colonias del pudridero europeo. Pero, a la vez que firmaba lacayunamente lo que Trump le exigía, el doctor Sánchez fingió ante las cámaras rebelarse contra el imperialismo yanqui, como si no fuese el mayor lacayo del atlantismo que ha parido madre (en reñida competencia con Aznar, tal vez), como si el Gobierno que preside no hubiese aumentado el gasto militar en reiteradas ocasiones, como si durante los últimos meses no se hubiese sumado a las insensatas declaraciones belicistas de los demás capataces del pudridero europeo. Con ese cuajo propio de quien sabe que se dirige a retrasados mentales, anunció que España no dedicaría al gasto militar más de un 2,1 por ciento del PIB, para no poner en peligro las partidas de gasto social. De inmediato todas las letrinas mediáticas al servicio del partido de Estado salieron en tromba a ensalzar la rebeldía de su líder carismático, propagando bulos sobre el documento que acababa de firmar. Así las masas cretinizadas adscritas al negociado de izquierdas se tragaron el montaje tan ricamente, como corresponde a personas por completo alienadas.
Y, para completar la pantomima, el bocazas de Trump entra al trapo y amenaza a España con subirle los aranceles, si el doctor Sánchez no se aviene a apoquinar lo que ha firmado. De este modo, el bocazas de Trump envuelve con una aureola de resistencia heroica a un trilero de la peor calaña; y, en lugar de arremeter contra él, arremete contra los sufridos españoles. Si Trump no fuese un personajillo grotesco, en lugar de amenazar con una subida de aranceles, habría solicitado a la CIA que desclasificase toda la información comprometedora que atesora sobre el doctor Sánchez y, de paso, sobre el partido de Estado, provocando así su muerte instantánea. Pero no caerá esa breva; pues el partido de Estado fue creado por la CIA con la misión de convertir a los españoles en papilla sometida y estólida; misión que ejecuta a la perfección, como acaba de probarse con este episodio chusco.
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