Capitalismo salvaje y opinión pública – Parte III – Por Ricardo Vicente López

Por Ricardo Vicente López

«Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo».
George Santayana (1863-1952) – filósofo

Parte III – Los primeros intentos de control social

El comienzo de este tipo de maniobras para operar sobre la opinión pública alcanzó éxitos notables, como señala Chomsky, y esto se tradujo en un entusiasmo por estos procedimientos de parte de personajes que se llamaban a sí mismos “liberales” pero que no escondían su visión elitista de la estructura social:

«Estos se mostraban muy orgullosos, como se deduce al leer sus escritos de la época, por haber demostrado que lo que ellos llamaban los miembros más inteligentes de la comunidad, es decir ellos mismos, eran capaces de convencer a una población reticente de que había que ir a una guerra mediante el procedimiento de aterrorizarla».

Esta inteligencia se había verificado al manipular a “la clase media trabajadora”, definición que abarca a la gran mayoría de la población estadounidense según se definían a sí mismos, y lo siguen haciendo hoy — téngase en cuenta que en los Estados Unidos se afirma que ellos no tienen diferencias de clases — El método consistía en adoctrinarlos con ideas impuestas a través de la propaganda. Esa eficacia quedaba demostrada al convencer a los sectores pacifistas de la población, la gran mayoría de entonces, reticentes a cualquier aventura guerrera. La Guerra de Secesión terminó en 1865 con un saldo de más de un millón de bajas y eso fue una herida muy profunda en la memoria colectiva.

¿Cómo lograron este cambio en el público? La lectura de ello nos mostrará que muchas cosas de aquellos tiempos han adquirido una capacidad de sobrevivencia sorprendente en los medios de información actuales. Volvamos a Chomsky:

«Los medios utilizados fueron muy amplios. Por ejemplo, se fabricaron montones de atrocidades supuestamente cometidas por los alemanes, en las que se incluían niños belgas con los miembros arrancados y todo tipo de cosas horribles, que todavía se pueden leer en los libros de historia, buena parte de lo cual fue inventado por el Ministerio británico de propaganda, cuyo auténtico propósito en aquel momento — tal como queda reflejado en sus deliberaciones secretas — era el de dirigir el pensamiento de la mayor parte del mundo».

Retenga amigo lector esta afirmación que, para muchos “ciudadanos de a pie” puede parecer de ciencia ficción. El plan estaba pensado en dos niveles:

«La cuestión clave era la de controlar el pensamiento de los miembros más inteligentes de la sociedad americana, quienes, a su vez, diseminarían la propaganda que estaba siendo elaborada y llevarían el pacífico país a la histeria propia de los tiempos de guerra».

El resultado fue altamente exitoso y dejaba como enseñanza algo muy importante:

«Cuando la propaganda que dimana del Estado recibe el apoyo de las clases de un nivel cultural elevado y no se permite ninguna desviación en su contenido, el efecto puede ser enorme».

El Dr. Edward Bernays [1] (1891-1995), Padre de las Relaciones Públicas, afirmó:

«Me sorprendí al enterarme de que Goebbels tenía en un lugar destacado de su biblioteca mi libro La propaganda. Nunca hubiera imaginado que mis teorías contribuyeron al éxito y ascenso del Tercer Reich».

Es indudable que una operación política como ésta, novedosa para la época, debía generar repercusiones respecto a la capacidad de torcer el rumbo de la opinión pública, instrumento de poder muy importante del “juego democrático”.

Aparecen, entonces en este escenario, personas muy significativas para las décadas siguientes. Algunos fueron parte de un grupo, formado por teóricos liberales y figuras políticas destacadas de los medios de comunicación. Sobresalió entre ellos Walter Lippmann [2] (1889-1974), quien fue un importante analista político, así como también un extraordinario teórico de la democracia liberal, él mismo quedó sorprendido por esos éxitos. Estudió en la Universidad de Harvard; desarrollando una vertiginosa trayectoria profesional que lo condujo al puesto de subdirector en el rotativo New Republic (1914). Consagrado como una de las figuras descollantes del periodismo estadounidense del siglo XX; en 1962 fue galardonado con el prestigioso Premio Pulitzer. Su aporte como ensayista y teórico del liberalismo se puede encontrar en su libro Una teoría progresista sobre el pensamiento democrático liberal:

«Una teoría progresista sobre el pensamiento democrático liberal, a menudo denominada liberalismo social o socio-liberalismo, buscaba equilibrar la defensa de la libertad individual con la necesidad de la justicia social y una mayor intervención estatal para garantizar el bienestar de la población. Esta teoría, que se opone al liberalismo clásico, se basa en la creencia de que la libertad individual no debe ser la única preocupación, sino que también se debe promover la igualdad y la justicia social».

Quiero subrayar la condición igualitaria que exigía: la Justicia Social, que fue desapareciendo, poco tiempo después, en esa línea de pensamiento. Paralelamente y como resultado de sus relaciones políticas, participó de las “Comisiones de propaganda”. A partir de esa experiencia elaboró su tesis de lo que él llamaba “la revolución en el arte de la democracia”: consistía en:

«Las técnicas de propaganda que podían utilizarse para “fabricar consenso”, es decir, para producir en la población, mediante las nuevas técnicas, la aceptación de algo inicialmente no deseado».

Lo que puede sorprendernos hoy es que pudiera afirmar, sin “ruborizarse”, lo que hoy se hace pero no se dice, respecto a las manipulaciones de la información pública. Afirma Chomsky:

«Pensaba que ello era no solo una buena idea sino también necesaria, debido a que, tal como él mismo confirmó, los intereses comunes no son comprendidos por la opinión pública. Solo una clase especializada de hombres responsables, lo bastante inteligentes, puede comprenderlos y resolver los problemas que de ellos se derivan».

1 Publicista, periodista e inventor de la teoría de relaciones públicas, era sobrino de Sigmund Freud. fue el pionero mundial de las Relaciones Públicas al ser él quien las bautiza y da nombre, siendo el primero en publicar un libro sobre la materia en el año 1923 en Nueva York, titulado “Cristalizando la opinión pública

2 Escritor y periodista estadounidense, Consagrado como una de las figuras descollante del periodismo norteamericano del siglo XX.

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