La batalla cultural a tiros – Por Juan Manuel de Prada

Por Juan Manuel de Prada

Con el reciente asesinato de Charlie Kirk pude constatar la certeza de aquella definición del periodismo que en cierta ocasión leí en un relato del padre Brown: «El periodismo consiste en gran medida en decir ‘Lord Jones ha muerto’ a personas que nunca supieron que Lord Jones estaba vivo». Desconocía la existencia de Charlie Kirk, tal vez porque casi todos los ‘influencers’ de la ‘derecha alternativa’ –pienso, por ejemplo, en Jordan Peterson– me provocan un cierto repelús. Con la excusa de dar la ‘batalla cultural’, no hacen sino acelerar la demencia progresista; pues casi todos comparten premisas ideológicas con el progresismo que dicen combatir, aunque ellos no lo sepan (al menos en el caso de los más ingenuos).

Pero de este Charlie Kirk ni siquiera había oído hablar, como por lo demás la inmensa mayoría de la gente que en estos días se ha referido a su asesinato. Me sorprendió que algunos de los detractores ideológicos de Kirk apenas pudieran disimular su euforia, recordando que Kirk había sido un polemista que sembraba el odio. También me sorprendió el afán de sus admiradores en convertirlo en un mártir, una suerte de nuevo Sócrates condenado a muerte por ‘pervertir’ la juventud (o sea, por alumbrarla), como Sócrates ‘pervertía’ a la juventud ateniense, a los ojos de quienes decretaron su muerte. Estas reacciones tan antagónicas me pareció que ejemplificaban maravillosamente lo que la batalla cultural significa: dos bandos devorados por el odio que nada tienen que decirse, puesto que nada tienen que escuchar; y que aspiran absurdamente a imponerse hegemónicamente sobre el otro, sin reparar en que uno y otro se retroalimentan.

En Kirk había muchas estridencias y posturas enconadas; pero en sus intervenciones más afortunadas descubrí algo muy valioso. A diferencia de otros ‘influencers’ de la ‘derecha alternativa’, Kirk tomaba en consideración los argumentos del adversario, que refutaba y desmontaba implacablemente (a veces mediante la ‘reductio ad absurdum’), hasta convertirlos en despojos inservibles. Ciertamente, muchos de sus oponentes eran gentes subalternas (con frecuencia universitarios con el cerebro hecho papilla ‘woke’); pero Kirk razonaba con una lógica aplastante y vivaz que a muchos de esos jóvenes idiotizados los confrontaba con las memeces que tupían su inteligencia, obligándolos a descubrir la verdad.

En mi experiencia personal, nada hoy molesta e indigna tanto como la verdad. Siempre que me han expulsado de algún foro o tribuna (y ya casi me han expulsado de todos) no ha sido por mantener posiciones contrarias a las que se defendían en aquel lugar, o por defenderlas con encono o estridencia, sino por ayudar a descubrir la verdad a las gentes con la inteligencia oscurecida por la farfolla ideológica. Creo que por esta razón –no por sembrar odios o por su ardor como polemista– mataron a Kirk: en su verbo anidaba la verdad; y era una verdad que a veces resplandecía, de tan nítida.

CONTRA LA CENSURA: Si le gustó nuestro trabajo apoye a KontraInfo con su suscripción. No recibimos ni recibiremos jamás dinero de ONG's ni partidos políticos. Por hacer un periodismo alternativo venimos siendo sistemáticamente censurados y desmonetizados.

Las opiniones y análisis expresados en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción de Kontrainfo. Intentamos fomentar el intercambio de posturas, reflejando la realidad desde distintos ángulos, con la confianza de aportar así al debate popular y académico de ideas. Las mismas deben ser tomadas siempre con sentido crítico.
*Ayúdenos con su suscripción, ingresando a este enlace.

Si va a reproducir este material, cite la fuente: www.kontrainfo.com