
Expertos consultados por The New York Times estiman que un nuevo conflicto armado entre Israel e Irán es inevitable, impulsado por la convicción israelí de que el programa nuclear de Teherán permanece operativo pese a los ataques previos. Según el informe del rotativo estadounidense, el estancamiento en las negociaciones nucleares entre Irán y Estados Unidos, sumado a la suspensión de la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) por parte de Teherán tras la breve guerra de junio, ha creado un escenario de alta tensión. Israel percibe el avance nuclear persa como una «amenaza existencial», lo que podría precipitar otra ofensiva en cualquier momento.
El destino incierto de las reservas de uranio altamente enriquecido de Irán, que Tel Aviv sospecha no fueron destruidas por los bombardeos estadounidenses durante la escalada de verano, agrava las preocupaciones. El NYT destaca que, sin verificación internacional y con Irán reanudando su enriquecimiento de uranio hasta el 60% —un nivel cercano al necesario para armas nucleares, aunque Teherán insiste en fines pacíficos—, las opciones diplomáticas se agotan. Esta percepción de fracaso en los esfuerzos previos, como el Plan Integral de Acción Conjunta de 2015, socavado por la retirada de Washington en 2018, deja a Israel sin alternativas más que la acción militar.
Analistas como Ali Vaez, director del proyecto sobre Irán en la ONG International Crisis Group, advierten que la respuesta de Teherán a un eventual ataque sería «mucho menos moderada» que en junio. Según reportes israelíes citados por Vaez, las fábricas de misiles iraníes operan las 24 horas, preparando una andanada de hasta 2.000 proyectiles simultáneos para saturar las defensas aéreas de Israel, en contraste con los 500 lanzados en 12 días durante el último enfrentamiento. H.A. Hellyer, investigador en el Center for American Progress, coincide: «Israel pretende atacar de nuevo una vez que Irán cruce cierto límite en su reconstrucción nuclear».
El antecedente inmediato es la llamada «guerra de los 12 días», que estalló el 13 de junio cuando Israel lanzó un ataque sorpresa contra instalaciones nucleares, comandantes militares y científicos iraníes, matando a al menos nueve expertos y varios familiares. Estados Unidos se unió a la agresión bombardeando tres sitios clave, lo que el presidente Donald Trump calificó como la destrucción total del programa atómico persa —una afirmación cuestionada por la inteligencia estadounidense—. Irán contraatacó con misiles contra Israel, generando daños considerables, y a una base en Catar, hasta que un alto el fuego el 24 de junio puso fin a los bombardeos mutuos.

