Ante el escándalo en Argentina, Mekorot ahora dice que «no puede comprar AySA». ¿Y con testaferros locales?

Tras el escándalo suscitado por el inicio del proceso de privatización de AySA y las versiones de la compañía israelí Mekorot como posible compradora, la empresa salió a desmentir que estuviera interesada. En diálogo con la emisora sionista Radio Jai, Diego Berger, coordinador de proyectos especiales en el exterior de Mekorot negó las versiones.

“Mekorot no solo no está interesada, sino que directamente no puede comprar AySA. Somos una empresa nacional y el gobierno de Israel nos prohíbe ser dueños de activos fuera del país”, explicó Berger. “Está totalmente prohibido para nosotros participar o comprar cualquier cosa en el exterior”, agregó. Sin embargo, lo que Berger no puede negar son los acuerdos ya realizados con distintas provincias argentinas, principalmente de la Cordillera y la Patagonia, bajo la figura de «asesoramiento» y realización de «planes hídricos».

Si Mekorot no tuviera interés en el agua argentina no se explica el avance gradual sobre el territorio nacional argentino a través de distintos gobiernos en los últimos años. El salir a negar la adquisición de AySA (algo que había sido celebrado por funcionarios y periodistas afines al Gobierno de Javier Milei), podría también mostrar un cambio de estrategia: controlar el agua de una forma no tan evidente, usando a empresarios locales de pantalla y dirigiendo los «planes hídricos maestros» por detrás. Se ha venido hablando de Daniel Sielecki, el empresario socio y familiar de Hugo Sigman y de Mauricio Filiberti, dueño del grupo Transclor.

Berger también aprovechó la ocasión para diferenciar el modelo de gestión hídrica israelí del argentino. “En Israel el sector del agua es público, salvo las plantas desalinizadoras que, aunque son privadas, están reguladas por el Estado. No es necesario privatizar, lo necesario es tener una buena gestión y un ente regulador fuerte”, afirmó.

Consultado sobre la situación argentina, Berger fue directo: “Aquí el problema no es técnico, es cultural. La gente no le da valor al agua porque no se le cobra lo que realmente cuesta. Pagan poco, pero se derrocha mucho. Hay que entender que usar lo que necesitás no es lo mismo que usar lo que querés”.

Durante la charla, el especialista expuso el funcionamiento del sistema hídrico israelí: autofinanciado, con una tarifa del agua que cubre todos los costos operativos y de infraestructura. “Un 30% de lo que se paga en la cuenta del agua se destina a proyectos nuevos. Son aproximadamente 700 millones de dólares por año”, detalló. Además, señaló que la gestión está unificada bajo la Autoridad del Agua: “No se puede gestionar con 10 caciques. El recurso es uno solo, aunque tenga múltiples usos”.

Finalmente, destacó que Mekorot sí continuará colaborando como asesora técnica, tal como lo viene haciendo desde hace años con diversas provincias argentinas. “Estamos trabajando con Mendoza, San Juan y otras provincias en planes maestros a 30 años, considerando el cambio climático y el crecimiento del consumo. Pero eso no tiene nada que ver con llevarse el agua o privatizarla”, aclaró. Y cerró con una reflexión: “El verdadero cambio es cultural. No se trata de esperar que venga una tecnología mágica a resolver todo. Hay que cambiar la cabeza”.

 

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