Por Ricardo Vicente López
Parte II
Debo aquí dejar ya apuntado que la sociedad de masas y los medios de comunicación de masas son dos modos de hablar de un mismo fenómeno que tiene carácter estructural en la conformación de la sociedad capitalista moderna a partir del siglo XX. Dirigirse a un público masificado por el proceso industrial concentrado impuso, como ya vimos, la necesidad de concentrar también la propiedad de los medios y de trasladar los conceptos y las modalidades de la organización industrial: los medios se transformaron en empresas comerciales y éstas tienen un objetivo fundamental: el lucro. La concentración de los medios fue otra faceta de la concentración empresarial.
Esto nos permite visualizar con mayor claridad que los medios son parte instrumental del entramado de carácter político, económico y financiero por parte de una minoría: la elite del poder, totalmente a espaldas de las mayorías populares. Allí radica su presencia y funcionamiento antidemocráticos. No son antidemocráticos por una postura política, lo son por la definición que el capitalismo le otorgó dentro de su diagrama del funcionamiento del poder; todo ello se fue dando en el período que estamos analizando: de 1945 en adelante. Por lo tanto, este modo de ordenar el proceso comunicativo estuvo desde el inicio al servicio de los centros de poder. Para que esto haya sido posible debe entenderse que, antes de ello, la cultura moderna y su expresión económica el capitalismo, habían sentado las bases de esa posibilidad: la masificación del público.
«Una industria que se lanza a la producción masiva de mercancías requiere un mercado masificado de demandas, que puede admitir cierta fragmentación sin perder su calidad de tal. Ese mercado debe haber realizado, a lo largo de un tiempo prudencial, una modificación en la psicología y las expectativas públicas a fin de hacerlas aptas para la recepción de esta modalidad. La masividad de la comunicación ha tenido, como paso previo, la conversión del receptor en masa: el hombre masa que ya había definido Ortega y Gasset (1883-1985) [[1]]».
La sociedad de masas
La sociología norteamericana es la que más atención prestó a este fenómeno, por su política de control de las mayorías. Los efectos estudiados y utilizados en pos de ese objetivo, fueron puestos al servicio de la publicidad en su sentido más amplio. Los aportes teóricos de George Gerbner [[2]] (1919-2005), profesor de la Universidad de Pennsylvania son muy interesantes. Este investigador muestra la prudencia o la ingenuidad propia de los estadounidenses para tratar temas relacionados con la política y el poder. Esto se muestra en el lenguaje pretendidamente aséptico y esencialmente técnico que utiliza. Leámoslo:
«La comunicación de masa es la extensión de la aculturación pública institucionalizada más allá de los límites de la interacción cara a cara o de la realizada a través de cualquier otro tipo de mediación personal. Esto sólo resulta posible cuando se dispone de medios tecnológicos y surgen organizaciones sociales para la producción y distribución masiva de los mensajes... Pero los nuevos medios e instituciones de producción y distribución, los medios de masa, proporcionaron nuevas maneras de llegar a la gente. Estas nuevas maneras incidían desde el punto de vista conceptual e ideológico. Estaban vinculados con una época de transformación general de la base productiva de la sociedad, y en esa época surgieron. Produjeron su impacto acumulativo sobre el mundo occidental… que iba a conmover los fundamentos del orden mundial y a introducir en el lenguaje los términos más comunes que se refieren a la sociedad, las comunicaciones y la industria. La continua transformación produjo no sólo concentraciones de personas sino también una concepción de las “masas” relacionada más con el movimiento de los mensajes que de las personas… La clave de la significación histórica de los medios de masa reside, entonces, en la asociación de la palabra “masa” con un proceso de producción y distribución. La comunicación masiva es la producción y distribución en masa, sobre una base tecnológica e institucional, del flujo continuo más ampliamente compartido de mensajes públicos en las sociedades industriales». [[3]]
Dos páginas más adelante Gerbner hace esta notable apreciación, dicha con palabras que corroboran la candidez con la que aborda el tema:
«La verdadera significación revolucionaria de las comunicaciones modernas es su capacidad para “construir un público”. Esto significa la capacidad de formar bases históricamente nuevas para el pensamiento y la acción colectiva en forma rápida y penetrante a través de los anteriores límites, espacio y status… el enfoque institucionalizado de las comunicaciones de masa presenta a los medios de masa como creadores de sistemas de mensajes producidos y transmitidos tecnológicamente, como nuevas formas de aculturación pública institucionalizada, y como los transmisores comunes más importantes de la interacción social y de la formación de la política pública en las sociedades contemporáneas».
De allí, que nuestra tendencia a pensar en la necesidad de moralizar los contenidos de la comunicación no es más que un grito en el desierto. Como regla general, no hemos advertido suficientemente, que no se puede moralizar lo que esencialmente está ideado para la manipulación de las masas. La existencia de los medios, está al servicio excluyente del lucro y del poder, aunque esto, muchas veces, quede dicho con excesivos eufemismos. Si no se parte de un diagnóstico de cómo se estructura el poder a través de los medios, de cómo estos son utilizados al servicio de un proyecto no participativo, no se podrá comprender el actual fenómeno de la concentración de medios en pocas manos, y manos que hoy provienen en general del negocio de las finanzas.
La conformación de los directorios de los grandes medios se compone con empresarios, inversionistas, y se entrecruzan con directores de otras compañías. Allí no hay benefactores.
[1] En La rebelión de las masas (1917), Ortega y Gasset desarrolla su idea del “hombre-masa”, tomado en su conjunto —las masas populares— y en su individualidad. La aglomeración, el lleno, no era antes frecuente. ¿Por qué lo es ahora? Los componentes de esas muchedumbres no han surgido de la nada.
[2] Realizó estudios en Periodismo en Berkeley. Trabajó en el área de servicios estratégicos en la segunda guerra mundial en Europa. Fue profesor de telecomunicaciones, luego decano. Fue un teórico de la comunicación. Estuvo muy interesado acerca de los efectos de la televisión en la sociedad.
[3] Gerbner, George, Medios de comunicación de masa y teoría de la comunicación humana, compilador Frank E. X. Dance, Ediciones Troquel, 1973.
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