Conflicto Serbia – Kosovo: ¿La OTAN busca una excusa para una guerra directa con Rusia? – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez

Los más jóvenes tal vez ni siquiera sepan que hace 30 años existía un país que se llamaba Yugoslavia, que era la unión de una serie de grupos étnicos (serbios, croatas, eslovenos, montenegrinos y macedonios) agrupados en una república federativa socialista cuyo etimología era “Tierra de los eslavos del Sur” o “Eslavia del Sur”, con dos Estados predominantes: Croacia, de católicos y Serbia , de ortodoxos. Pese a algunas rivalidades, Yugoslavia se mantuvo realmente estable bajo el mandato de Josip Broz Tito, el Mariscal que lideró la república hasta su muerte. Si bien se criticó el tema del personalismo, con Tito no solo Yugoslavia era un país desarrollado y con un buen nivel de vida para la época, sino que además logró mantener la unidad. Luego de su muerte, en 1980, comenzó un proceso de tensiones que culminó con la caída de la Unión Soviética, que fue el prolegómeno de lo que íbamos a ver simultáneamente en la propia Yugoslavia: el estallido del sistema, la guerra civil, los bombardeos, las destrucciones y las manipulaciones mediáticas de todo tipo. El proceso de fragmentación lo podemos resumir de la siguiente manera:

1991: Eslovenia y Croacia declararon su independencia de Yugoslavia, lo que condujo a la Guerra de Independencia de Croacia (1991-1995).
1992: Bosnia y Herzegovina declaró su independencia, lo que llevó a la Guerra de Bosnia (1992-1995).
1992: La República Federativa de Yugoslavia se formó como una unión entre Serbia y Montenegro.
1992: La República de Macedonia declaró su independencia de Yugoslavia.
1999: La Guerra de Kosovo tuvo lugar entre las fuerzas yugoslavas y las fuerzas separatistas albanesas en la región de Kosovo, que culminó con la intervención de la OTAN.
2003: La República Federal de Yugoslavia cambió su nombre a Serbia y Montenegro.
2006: Montenegro celebró un referéndum de independencia, poniendo fin a la unión con Serbia y estableciéndose como un Estado independiente.

En definitiva, fue un anticipo de lo que le podría pasar a Rusia si es derrotada en el enfrentamiento contra Occidente, la colonización que ya promueve Occidente no es más que esto. Cuando los rusos hablan de que para ellos es un tema de supervivencia, no están haciendo otra cosa que verse en el espejo de Yugoslavia.

Finalmente, este país desapareció. La disolución de esta nación se refiere a los hechos ocurridos entre el 25 de junio de 1991 y el 27 de abril de 1992 en la antigua Yugoslavia, como detallamos.
Serbia es un histórico aliado y el país seguramente más importante para Rusia de la extinta Yugoslavia. Los serbios son quienes se sienten hermanos de los rusos. Esta cuestión de la hermandad eslava es compleja. Los eslavos también están divididos en muchos sectores, algunos amigos y otros enfrentados a muerte entre sí. La historia muestra movimientos paneslavos que han fracasado en su intento de la unidad de los eslavos. En este contexto es que surge uno de los grandes problemas potenciales actuales, como es la cuestión de Kosovo, reclamada como una provincia por Serbia pero en los hechos con un gobierno autónomo sostenido por la OTAN.

Kosovo es de mayoría musulmana, de origen albanés, con una minoría serbia, otras menores como bosnios, turcos, romaníes y ashkalis, lo cual es importante de entender, ya que esto se relaciona con otros aspectos históricos que encuadran el conflicto, que han llevado al estallido del mismo. Para complicar aún más el panorama, en Kosovo tenemos a Albania como un actor adicional que reclama esta región como parte integral de su territorio.

Tirana tiene vínculos históricos con Turquía debido a la identificación religiosa compartida, ambos países son de mayoría musulmana. Este conflicto que azuza Occidente tiene el potencial de generar una guerra mundial, ya que están involucrados varios actores importantes y el clima no es precisamente el más calmo.

Históricamente, Kosovo ha sido un territorio disputado entre serbios y albaneses, lo que ha llevado a tensiones y conflictos en la región, pero a medida que la situación se intensifica, es importante considerar los posibles actores y las implicaciones que podría tener en una escala más amplia que la ucraniana.

Serbia considera a Kosovo como parte integral de su territorio y no reconoce su declaración de independencia del 2008. Históricamente, los serbios han tenido fuertes vínculos culturales y religiosos con este territorio, y la pérdida de control sobre la región ha sido un tema altamente emotivo para ellos. La herida no ha cerrado y permanece abierta para Belgrado.

Albania no ha sido prescindente y ha mostrado un apoyo significativo a los albaneses étnicos residentes en Kosovo, respaldando sus aspiraciones de independencia y ha sido un defensor vocal de sus derechos. Albania invoca sus propios intereses en la región, así como el deseo de proteger a la minoría étnica albanesa en Kosovo y fortalecer sus vínculos con la diáspora albanesa.

Además de Serbia y Albania, como afirmamos, otros actores regionales y globales también tienen intereses en Kosovo. Rusia ha respaldado a Serbia en su posición de no reconocer la independencia de lo que considera su Provincia rebelde. Apoya a su aliado serbio debido a su propia preocupación por los movimientos separatistas dentro de su propio territorio. Por otro lado, varios países europeos occidentales y los Estados Unidos, han reconocido la independencia de Kosovo y han brindado apoyo político y económico a la región.

El conflicto en Kosovo tiene el potencial de generar una guerra mundial debido a la presencia de estos actores y sus intereses divergentes. Aunque las tensiones son altas y la situación es volátil, los esfuerzos diplomáticos y las negociaciones siguen siendo una opción viable para resolver el conflicto, pero el mismo sigue latente y resurge periódicamente.

La disputa en Kosovo entre los serbios y los albaneses es un tema complejo con implicaciones regionales y globales. Aunque existe el potencial de que se desate una guerra mundial debido a los actores involucrados, es crucial enfocarse en la diplomacia y los esfuerzos de resolución pacífica para evitar un escenario tan devastador.

Los intereses son divergentes, Occidente ha utilizado a Kosovo como un mercado negro de armas y drogas útiles para operaciones encubiertas. En los primeros meses de la guerra en Ucrania, se multiplicaron las denuncias de encontrarse a la venta sistemas Javelin y drone Switchblade entregados a Kiev por cifras bastante menores a las que se comercializan.

China es un actor clave, una nación que ha invertido muchos esfuerzos en Serbia. Aunque sus inversiones todavía son inferiores a las de la Unión Europea en su conjunto, el problema radica en que la Unión Europea está debilitando su posición mientras Beijing está ascendiendo.

China no condiciona sus créditos a políticas ni se involucra en asuntos internos, a diferencia de la Unión Europea. La propaganda occidental a menudo menciona el temor de que esta nación presta grandes sumas y luego asfixia a los países receptores de los créditos. Sin embargo, aquellos que emiten estas advertencias suelen ser los mismos que solo especulan financieramente condicionando a los países deudores, nunca con inversiones productivas.

China ofrece un mercado enorme que absorbe cualquier producto que se le ofrezca y otorga préstamos para inversiones productivas e infraestructura, algo que no hacen los occidentales normalmente.

Sin embargo, la situación geopolítica es compleja y se deben tener en cuenta factores como las alianzas y las influencias en juego. Por ejemplo, Serbia ha mostrado cierta ambigüedad al actuar como aliado de Rusia y, al mismo tiempo, buscar acercamientos con Occidente para ingresar a la UE. Es importante prestar atención a estos puntos, en los análisis geopolíticos, ya que a menudo se pasan por alto.

Un protagonista más de este enredo es el caso de Turquía, se observa un paralelismo con Serbia en la ambigüedad de sus conductas dado sus intereses. Turquía ha adquirido sistemas antiaéreos de misiles HQ-9 y planea comprar aviones chinos J-10C, lo cual es preocupante, ya que China es considerada un enemigo abierto de Occidente. Esto hace surgir la pregunta de por qué Argentina no debería adquirir aviones JF-17 de origen sino-pakistaní (de los Mig 35 mejor ni hablemos). La respuesta es que cambiar las alianzas implica cambiar los esquemas establecidos y las consecuentes cuotas de poder internos.

Serbia también ha seguido un enfoque similar y ha comprado armas chinas, lo cual genera inquietudes similares por parte de los aliados occidentales. Turquía ha adoptado posturas cada vez más contrarias a Occidente, que se presumen que se pueden endurecer a partir de la reelección de Erdoğan a pesar de los intentos occidentales de impedirlo.

¿Qué hará Turquía en este conflicto dados sus intereses geopolíticos actuales?, lo cual puede influir en la situación en Kosovo y Albania en forma significativa. En situaciones paradójicas, Kosovo firmó una solicitud para unirse a la Unión Europea, rompiendo los acuerdos de tregua con Serbia, porque esto implicaba ser reconocido como un Estado independiente. La posición de España, país de la OTAN, que no ha reconocido a Kosovo debido a preocupaciones internas por los separatismos propios, también se debe considerar.

En enero de este año, Estados Unidos amenazó a Serbia con una congelación de las relaciones, lo cual es similar a las acciones tomadas contra Rusia. Sin embargo, Serbia se encuentra en una ubicación geográfica complicada, sin acceso marítimo y rodeada de países hostiles de la OTAN. En el caso de un conflicto a gran escala sería difícil para Rusia prestar ayuda, debido a que no tiene acceso directo.

Hungría también desempeña un papel importante en esta dinámica y su relación con Occidente se ha deteriorado debido a diferencias culturales y políticas, y son conocidas sus posiciones de obstrucción contra los intentos de la OTAN y de la UE contra Rusia. Todo esto muestra la complejidad y los riesgos involucrados en la región, con múltiples actores y sus propios intereses en juego.

Hungría está sufriendo sanciones y presiones de todo tipo para que reconsidere su postura y se alinee con los estándares europeos, que implican las ideas de la deconstrucción. Sin embargo, los húngaros no dan marcha atrás, y como resultado, no sabemos hasta qué punto podemos confiar en ellos. Han obstaculizado durante mucho tiempo la entrada de Finlandia a la OTAN y aún mantienen retenida la solicitud de ingreso de Suecia. Curiosamente, como hemos estado viendo, Turquía parece estar cada vez más cerca de Rusia.

¿Qué pasaría entonces si hubiera un conflicto a gran escala entre Serbia y la OTAN? La OTAN está amenazando con intervenir nuevamente en Serbia, pero esa amenaza solamente sería factible si Rusia no interviene a su vez por el riesgo de una guerra que escale y se salga de control.

Actualmente, la OTAN rechazó la solicitud de desplegar el ejército y la policía en Kosovo, y resulta difícil entender por qué esta Organización rechaza participar como solicitan los kosovares. Una posibilidad es que se esté fomentando un conflicto más amplio. Una fuerza pacificadora debería frenar el conflicto y el problema se acabaría. Pero si la intención es generar un punto de ruptura y crear un nuevo problema para Rusia con un aliado cercano y sentimental como Serbia, al cual por cuestiones geográficas es complejo de ayudar, tal vez la respuesta sea otra. En caso de un conflicto a gran escala entre Serbia y la OTAN, habría varias implicaciones y posibles escenarios:

-Intervención de Rusia: Si la OTAN interviene en Serbia y Rusia decide involucrarse en apoyo a su aliado, podría llevar a una escalada significativa del conflicto. Rusia tiene una presencia militar en la región de los Balcanes y ha mantenido estrechos lazos históricos y culturales con Serbia. Si Rusia decide intervenir, podría desencadenar una confrontación directa entre Rusia y la OTAN, lo que aumentaría las tensiones y la posibilidad de una guerra a gran escala. Cabe notar que Rusia debería atravesar el espacio de países de la OTAN y el riesgo de una confrontación total sería exponencial.

-Respuesta de la OTAN: Si se produce un conflicto entre Serbia y la OTAN, la respuesta dependerá en gran medida de la situación geopolítica y de los intereses de los países miembros. La OTAN podría optar por una intervención militar para apoyar a sus aliados en la región o implementar medidas económicas y diplomáticas para presionar a Serbia. Sin embargo, cualquier acción militar de la OTAN podría enfrentar la resistencia de Rusia y desencadenar una respuesta más agresiva.

-Consecuencias regionales: Un conflicto a gran escala en los Balcanes tendría consecuencias regionales significativas. Podría desestabilizar aún más la región y reavivar tensiones étnicas y territoriales latentes. Además, podría generar un éxodo masivo de refugiados y desplazados internos, lo que aumentaría las tensiones en los países vecinos y pondría a prueba la capacidad de la UE para hacer frente a una crisis humanitaria.

-Impacto global: Un conflicto en los Balcanes también podría tener repercusiones a nivel global. Podría aumentar las tensiones entre Rusia y la OTAN, ya que ambos actores tienen intereses estratégicos en la región.

Una vez más debemos hacernos la misma pregunta ¿Qué quiere la OTAN? ¿Busca una excusa para una guerra directa con Rusia? Porque va en camino a ello.

 

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