Donald Trump desvincula a Estados Unidos de la Unión Europea – Por Red Voltaire

Por Red Voltaire

Después de haber desvinculado a Estados Unidos de Israel [1], Donald Trump ha comenzado también a desvincular a su país de la Unión Europea. Como lo hizo antes con Israel, Trump dio inicialmente la impresión de que daba carta blanca a los países miembros de la Unión Europea y al Reino Unido, pero después comenzó a cortar el cordón umbilical.

Tratemos de recordar la secuencia de acontecimientos: el presidente Trump dejó que los dirigentes occidentales se convencieran de que ellos podían luchar solos contra Rusia en Ucrania. En numerosas reuniones, en París, en Londres y en Kiev, los dirigentes de la Unión Europea y del Reino Unido trataron de hacer ver que garantizarían juntos la seguridad del continente ante el peligro de «invasión rusa». Planearon poner todos sus países bajo los “paraguas” nucleares de Francia y del Reino Unido, que habrían de reemplazar el “paraguas nuclear” estadounidense. Se plantearon incluso una guerra continental contra Rusia y una reorganización de las alianzas alrededor del Reino Unido, Francia, Alemania y Polonia.

Y después… nada. Estados Unidos suspendió su coordinación con la Unión Europea [2]. Washington ya no coordina con la UE las medidas coercitivas unilaterales –las llamadas “sanciones”– que se adoptan contra Rusia. El 17º paquete de “sanciones” de la Unión Europea contra Rusia fue el último coordinado con Washington. El 18º, la Unión Europea lo adoptaría sola y los dirigentes europeos anuncian que será de proporciones nunca vistas… pero, sin Estados Unidos, ya está condenado al fracaso.

En el seno del Consejo de Europa [no confundir con el Consejo Europeo de la UE], Estados Unidos asistió como observador a la preparación de un «tribunal penal internacional para juzgar los crímenes rusos en Ucrania», pero se ha mantenido al margen [3]. Para Estados Unidos, la creación de ese “tribunal” simplemente carece de sentido –los tribunales penales de Nuremberg y de Tokio se crearon al calor de la victoria sobre el nazismo, mientras que el “tribunal” que el Consejo de Europa pretende crear anticipa un triunfo altamente hipotético de los nacionalistas integristas ucranianos, colaboradores de los nazis, frente a Rusia. Además, ese “tribunal” no cuenta con el aval de las Naciones Unidas y no tiene la menor posibilidad de obtenerlo dado el hecho que Rusia es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

Hoy por hoy, el Reino Unido y la Unión Europea tendrían que aceptar lo que ya es evidente. No cuentan con los medios militares que necesitarían para aplicar su política. Se han encerrado en sus propias contradicciones, denunciando los daños colaterales que la operación militar especial rusa provoca en Ucrania… pero guardan silencio sobre los daños “colaterales”, visiblemente mucho más importantes y graves, que el ejército de Israel provoca cotidianamente en la franja de Gaza, con la supuesta “guerra” israelí contra el Hamas. Los dirigentes europeos han acabado alejándose por sí mismos de la administración Trump, a la que no toman en serio.

Los dirigentes europeos todavía cuentan con un arma: la confiscación de los fondos rusos que ya han congelado. Esos fondos les permitirían asumir la reconstrucción de Ucrania sin tener que pagarla ellos mismos. Pero, confiscar los fondos de un Estado invocando motivos políticos es una violación flagrante del derecho a la propiedad y sería una decisión irreversible. Una decisión de esa envergadura sólo podría justificarse en tiempo de guerra y tomándola contra un enemigo. Confiscar los fondos rusos equivaldría a declarar la guerra contra un enemigo que ya ha demostrado ser varias veces más poderoso que el Reino Unido y todos los Estados de la UE juntos.

Además del simple hecho que los ejércitos de todos esos Estados no aguantarían 2 días de guerra contra Rusia, la Unión Europea se convertiría en una especie de espantapájaros para sus socios actuales, en todo el mundo, que se plantearían justificadamente la siguiente interrogante: Si la Unión Europea decide confiscar los fondos rusos, ¿qué le impediría en el futuro confiscar también los fondos de cualquier Estado que no condene a Rusia?

Es esencial que entendamos bien lo que está sucediendo. El presidente Donald Trump exigió que todos los países miembros de la OTAN dediquen a su presupuesto militar un 5% de su PIB. Por tratarse de una meta imposible de alcanzar –exigiría el doble de los gastos militares actuales– era previsible que Estados Unidos abandonara el mando integrado de la OTAN. Simultáneamente, el presidente Trump declaraba repetidamente que la Unión Europea se creó para perjudicar a Estados Unidos, cuando en realidad la UE es la vitrina civil del “Imperio estadounidense”, cuya estructura militar es la OTAN. Ahora, cuando ya ha comprobado que el Reino Unido y la Unión Europea son incapaces de cuestionar el “Imperio estadounidense”, que sus dirigentes siguen siendo dependientes del “Imperio estadounidense” –en detrimento de sus conciudadanos europeos– y que se niegan a ser libres e independientes, Washington corta las amarras entre Estados Unidos y la UE, así como con el Reino Unido.

Observen ustedes que Donald Trump no agrede a los europeos occidentales, sólo los deja a la deriva en la búsqueda de una quimera.

Para aquellos que, como yo mismo, preveían la disolución de la OTAN y de la Unión Europea, como algo similar a lo que pudimos ver cuando se disolvió la Unión Soviética, esto es un paso hacia delante. Pero para los súbditos británicos y los ciudadanos de la Unión Europea es una catástrofe. En los próximos meses asistiremos a la reconciliación entre Estados Unidos y Rusia. Todos los principios básicos sobre los que se organizó el modo de pensar en Europa occidental y Reino Unido se irán a la basura. Para los pueblos de Occidente ha llegado el momento de reemplazar a sus élites y de modificar la organización de sus sociedades. Y no están preparados para eso.

En 1991 imaginábamos la disolución del “Imperio estadounidense” como un proceso similar al que se había producido en la URSS. Pero hoy puede verse que lo que el presidente Donald Trump tiene en mente es algo completamente distinto. Como Mijaíl Gorbachov, Donald Trump quiere que su país vuelva a sus principios fundamentales (Make America Great Again!), pero son sus aliados europeos quienes pretenden prolongar el imperio yanqui.

En Bruselas, la administración de la Unión Europea sigue sin aceptar al cowboy Donald Trump. La UE abriga la esperanza de que Trump sea asesinado en poco tiempo, de que pierda las elecciones mid-term (las elecciones legislativas que tienen lugar a la mitad del mandato presidencial) o que de alguna manera se vea obligado a regresar a la “normalidad”.

Podría decirse incluso que, de cierta manera, lo que ahora está en juego es el fin de la guerra fría, como cuando las redes stay-behind de la OTAN quitaban y ponían gobiernos en el poder en los países de Europa occidental. Los dirigentes de la Unión Europea, empezando por la presidente de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, y por la Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la estonia Kaja Kallas, son productos directos de operaciones secretas como aquellas. Son hijos del “Imperio estadounidense” y pretenden mantenerlo, incluso en contra de la voluntad de Washington.

[1«Donald Trump desvincula a Estados Unidos de Israel», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13 de mayo de 2025.

[2«Russland-SanktionenEnde der Absprache mit den USA», Florian Flade & Ben Huebl & Joerg Schmitt, Süddeutsche Zeitung, 27. Mai 2025.

[3Comunicado de prensa 3526: «La justicia de los “vencedores” que perdieron», Voltaire, Actualidad Internacional – No. 135 – 30 de mayo de 2025.

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