El doctor Sánchez y el romance del espiadito – Por Juan Manuel de Prada

Por Juan Manuel de Prada

Doctor Sánchez, doctor Sánchez, eres un diablo Cojuelo: con el ingenio Pegasus quisiste hacer escarmiento a los indepes rebeldes, escrutando sus secretos, sus planes de secesión en Cuaresma y en Adviento. Así, mientras espiabas, podías ponerlos tiesos y exigir que te votaran en Senado y en Congreso, imponiéndoles, tirano, tus deseos por decreto. Y si algún ingenuo indepe pretendía, por extremo, denunciarte por hurgar sus polvos sin casamiento o sus ligues moscovitas, acallabas su cabreo cargando a la Margarita, que es robleña, el mochuelo.

Así te las prometías muy felices, marrullero, pero un moro con corona, socarrón y embustero, te tenía ‘espïadito’ y te humillaría presto, usando también Pegasus, que compró a los hebreos. Mojamé se llama el moro, Mojamé y me secas luego, si Iscariote lo llamaran yo el apodo no lo niego. Pues, traidor y fementido, ordenó a sus anacletos que pincharan el teléfono de Sánchez y sus palmeros. Y el pinchazo fue fecundo -fue muy sucio, lo prometo-, pues descubrió al doctor Sánchez unos cuantos trapicheos, videos chuscos, fotos chirles y unos memes siempre memos, toda una legión de selfis muy cuquis, de cuerpo entero, enseñando la tableta, más galán que Gerineldo, con su sonrisita hueca, pantalón pitillo prieto, con el paquete abultado como cuerno de carnero. También esas alabanzas de felpudo lacayuelo que dedicaba a Joe Biden, lameculos y coplero, y a la rubia Von der Leyen, como un muchacho soltero que quiere mojar el churro antes de quedarse en cueros. Los anacletos copiaron cuantas miserias pudieron, y con esta caspa infame, entre burlas y choteos, a su jefe Mojamé le pidieron doble sueldo, que el moro les concedió, y concediera otros ciento, pues Pegasus revelaba secretos de este Gobierno que el doctor Sánchez mezclaba con chascarrillos muy gruesos.

¡Doctor Sánchez, doctor Sánchez, te han cogido por los huevos, te han calado hasta las cachas los marroquíes protervos! Mojamé sabe tus lances, tus berrinches y requiebros, sabe de las subvenciones que repartes a tus deudos, sabe incluso los melindres que prodigas a tus suegros y a la ínclita Begoña cuando reclama dineros, pretendiendo que le pongas chiringuitos, comederos, másteres y seminarios hasta llenar el sombrero. Mojamé lo sabe todo, Mojamé te tiene preso, y por eso te putea y pone con regodeo la bandera bocabajo, cuscús rancio y tentetieso, y a los postres te requiere, con Bolaños, tu escudero, para enseñarte las tripas de tu móvil parrandero.

Y por no verte en pelotas y evitar el corrimiento, vendes a los saharianos, vendes sin el menor tiento a un pueblo que es nuestro hermano y mostró ser gran guerrero. ¡Doctor Sánchez, doctor Sánchez, enemigo de los buenos, tus fotopollas no valen la hecatombe de ese pueblo! Sólo pido a la justicia del buen Dios que está en el cielo que Mojamé, que es muy pillo, después de tomarte el pelo, revele las martingalas que en ese móvil infecto guardabas como quien guarda un manjar de repostero! ¡Doctor Sánchez, vendepatrias, Dios te entregue a los cuervos!