Por Thierry Meyssan
El presidente Donald Trump se había fijado el desmantelamiento del “Imperio estadounidense” como objetivo inicial de su primer mandato presidencial. Ya en la Casa Blanca, designó al general Michael Flynn para ser su consejero de seguridad nacional [1] y suprimió la presencia permanente del director de la CIA y del jefe del Estado Mayor Conjunto en el Consejo de Seguridad Nacional [2]. Los imperialistas estadounidenses se unieron entonces a los demócratas para enfrentarse a Trump y en solamente 2 semanas, lo obligaron a destituir al general Flynn e iniciaron contra él mismo todo tipo de operaciones tendientes a desacreditarlo, incluyendo 2 procedimientos de destitución (impeachment), llegando a acusarlo de ser un agente ruso.
Es con toda esa experiencia previa que Donald Trump aborda su segundo mandato, en 2025, siempre con el mismo objetivo: desmantelar el “Imperio estadounidense”. Pero esta vez, Trump ha mencionado ese tema de fondo sólo en su nuevo discurso de Riad, el 13 de mayo. Después de recordar el discurso que pronunció hace 8 años, en la misma sala, donde exhortaba a los Estados musulmanes a poner fin al apoyo que aportaban a las organizaciones terroristas [3], Trump llamó esta vez a reemplazar la guerra por el comercio, denunció los «constructores de naciones», los «neoconservadores», las «ONGs liberales» y «otros intervencionistas que pretenden reformar sociedades complejas que ellos mismos no entienden» y elogió la vitalidad de los pueblos del Medio Oriente ampliado o Gran Medio Oriente. Trump declaró: «Como ya lo he demostrado en numerosas ocasiones, estoy dispuesto a poner fin a los pasados conflictos y a forjar nuevas asociaciones en aras de un mundo mejor y más estable, aunque nuestras divergencias pueden ser muy profundas (…) En los últimos años, demasiados presidentes estadounidenses se han sentido acosados por la idea de que nuestro deber sería examinar las almas de los dirigentes extranjeros y utilizar la política de Estados Unidos para hacerles pagar sus pecados (…) Si las naciones responsables de esta región aprovechan este momento, dejan de lado sus diferencias y se concentran en los intereses que los unen a ustedes, la humanidad entera se asombrará pronto de lo que verá aquí, en este centro geográfico del mundo, el corazón espiritual de sus más grandes religiones».
Pero, fuera del ojo de las cámaras, es ante los tribunales donde el presidente Donald Trump lucha por disolver los órganos del imperialismo. Por ejemplo, el Departamento de Eficacia Gubernamental (DOGE) rápidamente despidió a los funcionarios de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), de la National Endowment for Democracy (NED) y sobre todo a los del Instituto de la Paz de Estados Unidos (USIP). Pero no ha logrado limpiar el extremadamente opaco Buró del Servicio Fiscal.
En un primer momento, Elon Musk estuvo encargado de mostrar a todos que la USAID no es el órgano de ayuda humanitaria que se decía sino una verdadera «organización criminal». Musk sacó a la luz gastos turbios en el exterior por un total de 200 millones de dólares, incluyendo 1,5 millones de dólares asignados a los medios de prensa anticubanos, 2 millones de financiamiento para un film de animación transgénero en Perú, 2,1 millones de dólares para financiar la BBC en Libia, 8 millones de dólares para la compra de suscripciones a Politico Pro, 10 millones de dólares para comidas destinadas a grupos terroristas vinculados a al-Qaeda, 15,4 millones de dólares para asociaciones LGTBQI+, 20 millones de dólares para producir una versión iraquí de la serie de televisión Sesame Street, 75 millones de dólares para financiar programas de diversidad, equidad e inclusión y 150 000 millones asignados a la construcción de «un mundo equitativo con cero emisiones de gases de efecto invernadero» de aquí al año 2030.
La senadora republicana Joni Ernst (Iowa) reveló por su parte que la USAID, supuestamente dedicada al trabajo humanitario, entregó en Ucrania 1 millón de dólares a una empresa de tapices, 300 000 dólares a la Ukraine Pet Alliance –dedicada a la comercialización de collares para perros–, 148 000 dólares a una empresa de producción de encurtidos, 319 000 dólares a una fábrica de procesamiento de carne y 89 000 dólares a un viñedo.
Todos estos ejemplos resultan sorprendentes cuando hablamos de gastos supuestamente vinculados a “trabajo humanitario”. Pero tampoco se trata de casos de simple corrupción sino más bien de la creación de “fachadas” para la realización de actividades encubiertas.
Como resultado de una denuncia presentada por Democracy Forward y Public Citizen Litigation Group a nombre de los sindicatos American Foreign Service Association y American Federation of Government Employees, un juez federal de Columbia suspendió el despido administrativo inminente de 2 200 empleados de la USAID. El mismo juez de Columbia, Carl Nichols, ordenó también la reintegración temporal a sus puestos de otros 500 empleados de la USAID que ya habían sido despedidos.
Las reacciones, tanto en Estados Unidos como a nivel internacional, ante el intento de la administración Trump de cortar los presupuestos de la USAID fueron coordinadas por Nina Jankowicz, quien, después de haber trabajado como responsable de la censura impuesta por la administración Biden, hoy trabaja desde Londres. Según Elon Musk, Nina Jankowicz también recibía financiamiento de la USAID. Ella dice que no.
Los partidarios de Donald Trump han subrayado que el Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), suministrador de las «informaciones» falsas que permitieron iniciar contra Trump un procedimiento de impeachment durante su primer mandato presidencial, el UkraineGate, también era una creación de la USAID. Varios medios de diferentes países –Mediapart en Francia, Drop Site News y Reasonator en Estados Unidos, Il Fatto Quotidiano en Italia y Reporters United en Grecia– eran utilizados por la USAID, quizás sin que sus propios dirigentes lo supieran, para difundir las “noticias” o “informaciones” que la CIA estadounidenses quería hacer públicas.
La administración Trump no ha podido disolver el USIP y la NED, dos agencias creadas por el presidente Ronald Reagan para garantizar una fachada legal a ciertas operaciones de la CIA. El problema es que el USIP y la NED no dependen de la Casa Blanca sino que son entidades jurídicas autónomas, aunque su presupuesto anual es aprobado por el Congreso como parte de los gastos del Departamento de Defensa y del Departamento de Estado. El USIP y la NED son fondos de capital-riesgo dedicados a la “democracia”. Al igual que la OTAN, creada oficialmente para luchar contra el comunismo –aunque su primer secretario general, el general británico Hasting Ismay, confesó que en realidad tenía un objetivo muy diferente [4]–, el USIP y la NED fueron creados oficialmente para aportar medios a quienes defienden la democracia ante el comunismo. Sin embargo, también al igual que la OTAN, el USIP y la NED no fueron disueltos cuando desapareció la URSS. Actualmente, tanto la OTAN como el USIP y la NED no son otra cosa que órganos del imperialismo anglosajón. Es por eso que el tándem Estados Unidos-Reino Unido dirige la OTAN, mientras que el USIP y la NED han sido incorporados a la alianza de los servicios secretos anglosajones, los “Cinco Ojos” (The Five Eyes) (Australia, Canadá, Estados Unidos, Reino Unido y Nueva Zelanda).
Después del despido de la mayoría de los empleados de la USAID, muchos lograron ser reintegrados gracias a decisiones judiciales. Varios tribunales han considerado que la reforma decidida por el DOGE era ilegal y la han anulado. El presidente Trump esperaba librar al mundo de la influencia nefasta de la USAID, el USIP y la NED, pero ahora resulta que la Casa Blanca, el Departamento de Defensa y el Departamento de Estado no cuentan con la autoridad necesaria para disolver esas agencias, ni siquiera teniendo en cuenta que sus actividades no corresponden con sus objetivos supuestos.
En todo caso, en este momento ya está definitivamente demostrado que el USIP y la NED utilizaron fondos federales, asignados por el Congreso, para intervenir no sólo en la vida política de otros países sino incluso en el escenario político de Estados Unidos. Por ejemplo, el USIP y la NED participaron en la creación del Digital Forensic Research Laboratory (DFRLab), que censuró las opiniones de los estadounidenses que denunciaban la manipulación de la elección presidencial de 2020 a favor de Joe Biden. También financiaron el Global Disinformation Index, una asociación británica que desató una campaña mundial para cortar los ingresos publicitarios a medios de difusión que luchan contra el “imperialismo estadounidense”, principalmente medios estadounidenses favorables a Donald Trump.
El DOGE también se esforzó por penetrar en el Buró del Servicio Fiscal. Estructuralmente hablando, ese Buró es una administración dependiente del Departamento del Tesoro, así que los empleados del DOGE tendrían que tener acceso a sus oficinas y deberían haber tenido acceso a los expedientes que contienen todos los pagos que realizan las diferentes instituciones y órganos estadounidenses… incluyendo los pagos a responsables políticos extranjeros. Es importante tener en cuenta que el “Imperio estadounidense” paga salarios a ciertos jefes de Estado y/o de gobierno extranjeros, así como a ministros, diputados y otros líderes políticos del mundo entero para que defiendan los intereses del imperio… en lugar de los intereses de sus propios países. Al menos una veintena de dirigentes franceses figuran en esas listas de asalariados –que cobran como mínimo 7 500 euros. Pero, ¡sorpresa!, al principio un juez prohibió al DOGE todo acceso a ese fichero argumentando que también contiene información confidencial sobre ciudadanos estadounidenses. En un segundo tiempo, el DOGE obtuvo permiso para que al menos uno de sus empleados pudiera consultar ese fichero… pero sin poder copiarlo, sólo fue autorizado a tomar notas con papel y lápiz. Resultado: todavía habrá que esperar para enterarnos de quiénes son los dirigentes que traicionan a sus conciudadanos.
El “Imperio estadounidense” cuenta todavía con muchas más estructuras opacas, como la U.S. African Development Foundation, cuya sede está a pocos metros de la Casa Blanca. Esa organización es independiente de la administración… pero vive sólo de los fondos federales. Cuando el DOGE trató de entrar en su sede, un servicio armado de seguridad privada le cerró el paso.
La oposición imperialista a la revolución trumpista no ha dicho aún su última palabra. De hecho está obstaculizando la aplicación de las decisiones presidenciales en espera de las próximas elecciones de medio mandato (las llamadas mid-term election), abrigando la esperanza de que los partidarios del presidente Trump salgan derrotados. Pero, mientras tanto, va creando nuevas estructuras que le permitan mantener su influencia, aunque el Congreso actual no le apruebe nuevos financiamientos.
[1] «La reforma del sistema de Inteligencia según el general Flynn», por Thierry Meyssan, Contralínea (México), Red Voltaire, 27 de noviembre de 2016.
[2] «Donald Trump disuelve la organización del imperialismo estadounidense», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 30 de enero de 2017.
[3] “Donald Trump’s Speech to the Arab Islamic American Summit”, por Donald Trump, Voltaire Network, 21 de mayo de 2017.
[4] En los años 1950, el general británico Hasting Ismay, como secretario general de la alianza atlántica (desde 1952 hasta 1957) describía los objetivos de la OTAN de la siguiente manera: «Mantener a los estadounidenses dentro, a los rusos afuera y a los alemanes bajo tutela.»
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