Escapar a la trampa progresismo-libertarismo propuesta por el sistema globalista – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez*

Definitivamente algo está cambiando. El multimedio Sputnik en portugués ha publicado una nota en la que hace referencia a algo que ya se sabía en algunos círculos, pero no había trascendido a la gran prensa. (1) El filósofo y analista geopolítico Alexander Duguin, padre de la tristemente célebre Darya Duguina, asesinada por órdenes probablemente dadas desde Kiev y Washington, ha estado viendo crecer su influencia en países de hispanoparlantes, como ahora también, en aquellos luso parlantes. Duguin es un controversial personaje que ha sido señalado como cercano al presidente ruso Putin, aunque ha sido alejado de su entorno luego de su posición dura sobre Crimea y Ucrania por los sucesos en el año 2014. A pesar de ello, Duguin ha vuelto a sintonizar con el Kremlin a partir de la nueva Operación Militar Especial comenzada el 24 de febrero del presente año.

El pensador ruso mencionado es una figura reconocida en su país, pero no al nivel que ha alcanzado en estas naciones. Viejo conocido de la Argentina, país al que visitó en varias oportunidades, ha señalado su cercanía con la Tercera Posición propia del peronismo ortodoxo, que se diferencia del marxismo y del capitalismo. Duguin presenta la IV Teoría Política donde explica que el fascismo y el comunismo no son más que expresiones derrotadas por el liberalismo.

Asimismo, sus planteos rechazan la Modernidad y lo que ella trae consigo en el campo de los valores culturales (no así en el campo tecnológico, un error común), reclamando una vuelta de su país a las tradiciones como una forma de combatir el proceso de globalización cultural atlantista. De acuerdo a sus ideas, el mundo marcha a una multipolaridad en la cual los Estados se agruparán por ecúmenes que les permitan mantener sus costumbres e identidad.

Allí tienen cabida los Imperios contenedores, diferenciados de los depredadores como el Británico, y en esa visión, el mundo hispanoparlante o iberófono como señala el español Armesilla, tienen reservado un lugar junto a otros espacios, como el mundo islámico, el ruso, el chino o el indio, entre otros grandes espacios civilizatorios.

Duguin ha sido señalado entonces como fascista o comunista, e inclusive satanista por algunos exponentes del modelo libertario auspiciado por el globalismo, aunque crítico hacia este sector en la superficie.

Sin embargo, ante el fracaso del liberalismo por “izquierda” y por “derecha”, sus ideas comienzan a ganar espacios. Las sociedades están hastiadas de un mundo sin valores ni reglas morales, que además combina esta decadencia con el declive económico permanente y cada vez más acelerado.

La ausencia de ideas trascendentes, el exceso de economicismo y materialismo y la imposición del individualismo a ultranza, han abierto la puerta a un fenómeno no imaginado hasta hace poco tiempo atrás.

Las palabras de Vladímir Putin el 30 de setiembre, palabras luego revalidadas en el discurso del Club Valdai, un centro de pensamiento intelectual ruso, han presentado un eje importante al marcar la diferenciación de los valores culturales occidentales con su pluralidad de género a la cabeza y aquellos tradicionales. Cuando Putin advierte que Rusia no aceptará decir progenitor 1 y 2 en lugar de papá y mamá, no ha tenido un exabrupto o se preocupa por temas menores, sus palabras reflejan el pensamiento que tienen muchos exponentes en Rusia como Mijailov, Fursov y el propio Duguin, el más conocido en la región como hemos dicho.

Putin presenta entonces una posición de corte civilizatoria que explica que la guerra es mucho más que economía, más aún que una vieja rivalidad con los atlantistas, la guerra contra la OTAN es parte de un nuevo modelo internacional que no acepta la sumisión al modelo anglosajón y mucho menos a sus valores. La propagando occidental niega y distorsiona estas ideas, que comienzan a reflejarse en otros ámbitos.

En Perú las ideas de Duguin, aun en líneas generales, también toman cuerpo en sus Fuerzas Armadas. El grupo peruano que lidera el sociólogo cajamarquino Carlos Mamani Aliaga, hace habitualmente gala de contar entre los participantes a militares y ex militares, interesados en esta visión del mundo.

Brasil también comienza a trabajar en este espacio. La gente de Nova Resistência liderados por el abogado Raphael Machado, expresan un nacionalismo coincidente en el rechazo a los valores globalistas.

En ese país el movimiento es bastante sólido y crece en importancia, personajes con cientos de miles de seguidores como Robinson Farinazzo o Rogério Anitablian, les dan a sus espacios en las redes sociales una misma perspectiva general, con profundos análisis geopolíticos y militares.

Un nacionalismo que se distancia del bolsonarismo en su visión del Estado y de las privatizaciones, reflejándose en la acción y pensamiento  de Getulio Vargas.

La llegada al poder de una ola progresista y de izquierda asociada al Pentágono, como son los casos de Petro, Boric, los Fernández, tiene en común un rival dentro del mismo ecosistema político a través de las expresiones libertarias, que ocupan el papel del reciclaje de los desgastados “liberales”.

La irrupción de los nacionalistas inspirados en las ideas de Duguin, Perón o Vargas, comienza a ser el germen de una amenaza al sistema de alternancia y los acontecimientos posteriores a la situación militar en Ucrania, están creando aceleradamente condiciones para que este sector crezca.

No es un secreto entonces que digamos que las sociedades occidentales se encuentran cansadas de un sistema que ya no solo les ha dejado de dar confort a sus vidas, a un punto tal que vemos cómo países altamente desarrollados caen en picada en su nivel de vida. Pero no solo eso, también ahora están viendo cómo han destruido sus esquemas de vida, golpeando sus familias y presionando para que sus hijos enfoquen su existencia desde la más temprana edad, a cuestiones de género.

Esta propuesta ha comenzado ser exportada a los países americanos desde EE. UU., el Reino Unido y España principalmente, y ha penetrado en sus Estados, absolutamente volcados a la implementación de la agenda de género y medioambiental.

No obstante, no ha sido absorbido por las sociedades que manifiestan un rechazo creciente. La explicación de que Jair Bolsonaro, un político ciertamente histriónico, mediocre y sin consistencia ideológica, haya ganado la presidencia de Brasil, es una muestra de ello. Bolsonaro, con todos los medios en contra, las universidades, la prensa y la clase política tradicional y pese a los agoreros pronósticos de las encuestas, no ha sido derrotado en forma aplastante por Lula y deberíamos preguntarnos por qué razón. La respuesta es obvia, el pueblo brasileño se resiste a la cultura globalista.

Sin embargo, Bolsonaro tiene un equipo económico encabezado por un economista ultra ortodoxo como Paulo Guedes, quien quiere privatizar todo lo que pueda. ¿Cuál es la razón entonces para que el Sistema quiera imponer a Lula si Bolsonaro le da lo que quiere en materia económica?

Hay varias explicaciones, pero la más notoria seguramente es que Bolsonaro ha cometido dos pecados imperdonables. El primero es oponerse a la agenda trasnacional de género y medioambiente, el otro, resucitar ideas de patriotismo en su país que movilizan masas.

El modelo de país donde los padres dice que quieren que su hijo emigre hacia un lugar con futuro, moneda corriente en la progresista Argentina, ha encontrado una férrea oposición en Brasil.

No importa entonces que Bolsonaro sea un liberal económico, está generando una grave precedente que puede trastocar los planes de las elites globales. Para empeorar el cuadro, se ha visto aislado y con una base electoral que le impide una clásica voltereta de la política local para adaptarlas a sus nuevos espacios.

Bolsonaro ha sido declarado persona no grata por la Casa Blanca que opera claramente para sacarlo del Poder y reemplazarlo por Lula. Aislado del Occidente Colectivo, que junto a Israel se enfrenta a Rusia, Irán y China, no ha tenido más remedio que sumarse a Putin.

Vemos entonces que las coincidencias culturales le han cambiado su agenda inicial de alineamiento con EE. UU. y hoy se lo ve más cómodo en el resurgido BRICS. 

Dentro de este marco contextual, las ideas rusas eurasianistas en todas sus variantes, como las palabras del propio Putin, comienzan a servir de guía a sectores cada vez mayores en nuestros países.

Escapar a la trampa progresismo – libertarismo propuesto por el sistema globalista, es un imperativo que necesita que haya un marco ideológico que guíe las propuestas y dé cuerpo a un movimiento local, regional e internacional con unas mismas premisas, al menos en líneas generales, sobre las que edificar un modelo alternativo.

El multipolarismo está a la vuelta de la esquina, en realidad ya se está haciendo presente, pero necesita una consistencia, una ideología que lo diferencie del modelo globalista que está en aprietos.

Las viejas ideas de Vargas y Perón son miradas con nostalgia, pero falta una actualización y una vez más Rusia está haciendo su aporte en el campo de las ideas.

Alejados del fascismo y del marxismo, ambas ideas europeas, la nueva Rusia, la Rusia de los valores tradicionales, da señales que son complementarias con las ideas varguistas y peronistas.

Por ello, las ideas que comienzan a hacerse presente combinan un poco de cada cosa, no sabemos aún su futuro, pero no depende de Bolsonaro y sus chances electorales.

Si gana será un golpe muy poderoso al globalismo, si pierde se ha instalado una semilla de patriotismo o nacionalismo, como gusten entender, que cobrará fuerza en el futuro próximo seguramente.

Definitivamente, soplan vientos de cambio en el mundo.

(1)(https://sputniknewsbrasil.com.br/20221028/militares-brasileiros-se-interessam-cada-vez-mais-pela-geopolitica-de-aleksandr-dugin-diz-fonte-25621726.html)

*Marcelo Ramírez es analista en Geopolítica y director de AsiaTV