Por Jaime Gurpegui
El Gobierno ha publicado por fin el documento gráfico que certifica su intención de destruir el Valle de los Caídos. Bajo el eufemismo orwelliano de «resignificación», el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana ha presentado un plano en el que queda clara la magnitud de su operación: no hablamos de un pequeño rincón para un centro de interpretación, sino de la toma completa de la Basílica Pontificia.
La imagen no miente. El área marcada en rojo —según el propio documento oficial— abarca desde la explanada hasta el altar. Todo el eje litúrgico, la nave, el crucero y la cabecera de la Basílica están incluidos en la zona a «resignificar». En otras palabras: quieren convertir un lugar sagrado, consagrado, donde yacen mártires y monjes, en un parque temático del odio. La llamada “resignificación” no es más que la profanación sistemática del único lugar que todavía recuerda que hubo españoles que dieron su vida por Dios y por la Iglesia.
Y mientras tanto, ¿qué hace la Iglesia? ¿Dónde están los pastores? ¿Dónde los obispos? ¿Dónde están los gritos de los que deberían clamar ante el saqueo de un lugar sagrado? El silencio episcopal es ensordecedor. Algunos incluso —como Monseñor Munilla o Monseñor Cobo— siguen bravucones y triunfalistas.
Han tenido años para defender el Valle. Años para presionar, negociar, hablar claro. Y no han hecho nada. Peor aún: han forzado a Fray Santiago a abandonar el Valle, han permitido que Franco sea exhumado, y ahora aceptan sin resistencia la conversión de la Basílica en un museo del “relato rojo”.
¿De qué ha servido tanta prudencia, tanto mirar hacia otro lado, tanto querer agradar al mundo? De nada. Les han tomado el pelo, y lo peor es que lo saben. Como bien dice Pablo Linares en su denuncia pública: “O peor, lo sabéis y estáis traicionándolo todo”.
Los obispos de España están a tiempo de reaccionar. Pero cada hora que pasa en silencio es una hora de complicidad. Si callan, son cómplices.
Las opiniones y análisis expresados en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción de Kontrainfo. Intentamos fomentar el intercambio de posturas, reflejando la realidad desde distintos ángulos, con la confianza de aportar así al debate popular y académico de ideas. Las mismas deben ser tomadas siempre con sentido crítico.
Si no defienden el Valle de los Caídos, no son dignos de sus hábitos.
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