Por Candela Sol Silva
El próximo domingo, 25 de septiembre, se llevarán a cabo las próximas elecciones parlamentarias de Italia. La coalición de partidos de derecha (Coalizione Destra) conformada por los partidos: Fratelli d’Italia (Giorgia Meloni), Lega (Matteo Salvini), Forza Italia (Silvio Berlusconi), Noi (Mauricio Lupi) y Coraggio (Luigi Brugnaro) tiene casi el 50 por ciento de la intención de voto, mientras que Enrico Letta y su puñado de aliados (Carlo Calenda y Luigi Di Maio) no llegan a esos números.
Según el acuerdo realizado por los partidos de la derecha, quien acumule más votos individualmente en la elección se ubicaría como nuevo Primer Ministro. En consecuencia, Giorgia Meloni se consagraría como la primera mujer de la historia italiana en liderar el país, ya que en los sondeos Fratelli se posiciona como primer partido.
¿Quién es Giorgia Meloni?
Nacida en Roma en 1977, inició su actividad política en la adolescencia con tan solo 15 años, alegando que las masacres de la mafia en 1992 fueron la chispa de su motivación. Comenzó en el Frente de la Juventud (FdG) del Movimiento Social Italiano (MSI), partido fundado en 1947 por los sobrevivientes de la República Social Italiana, la única fuerza política ajena a la mafia y la corrupción. Cuando el MSI se disolvió, Meloni pasó en 1996 a la Alianza Nacional de Gianfranco Fini. Posteriormente, en 2004 fue elegida presidente de Azione Giovani durante el congreso nacional de Viterbo, liderando la lista «Figli d’Italia», siendo la primera mujer presidente de la organización.
Periodista profesional desde el 2006. En ese mismo período, a los 29 años, es electa diputada con la lista de Alianza Nacional en el Colegio Lazio, siendo la mujer más joven del Parlamento de la XV Legislatura. Desde aquel entonces ocupa una banca ininterrumpidamente hasta el día de hoy. Asimismo, se convirtió en la vicepresidente de la Cámara de Diputados más joven de toda la historia de la República Italiana.
Dos años más tarde, con tan solo 31 años, fue elegida Ministra de la Juventud por el gobierno de Berlusconi, manteniendo la presidencia de Azione Giovani. De esta manera -por si faltaban récords en su historial- fue la ministra más joven en la historia del país.
En diciembre del 2012, crea junto a Ignazio La Russa y Guido Crosetto un nuevo movimiento político llamado Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), nombre tomado de las palabras del himno nacional. Dos años después, ganó las elecciones primarias de su partido y se convirtió en presidente del mismo.
Desde septiembre del 2020, es presidente del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) en el Parlamento Europeo, donde sostiene la idea de una Europa confederal la cual debe respetar la soberanía nacional, permitir la seguridad en las fronteras, y luchar contra el terrorismo, entre varios objetivos. Una visión europea a lo De Gaulle, según dijo en una entrevista al medio francés Valeurs Actuelles. Asimismo, ha dado disertaciones en eventos como la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) o la National Conservatism.
Durante la pandemia de Covid-19 rechazó integrarse al Gobierno de unidad nacional y se opuso a toda medida restrictiva contra los no vacunados. En los sondeos de septiembre de 2021, Fratelli ya superaba a la Lega de Salvini, gracias a un estilo políticamente incorrecto. Para el inicio de 2022 encabezaba las encuestas a nivel general. Cabe recordar que en las últimas elecciones obtuvieron solamente el 4% de los votos. Se ha manifestado admiradora del Partido Republicano de Donald Trump, afín al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y al líder de VOX, Santiago Abascal.
Ganó apoyo al exigir que la Unión Europea abandone el pacto mundial sobre inmigración y propone un bloqueo naval al norte de África para frenar la inmigración ilegal.
Los medios del establishment progresista tales como The New York Times, The Washington Post, la BBC, Die Welle, Infobae y tantos otros, lejos de tratar de analizar sus proyectos insisten en etiquetarla como «fascista», «homofóba», «retrógrada», «xenófoba» y un peligro para la democracia y estabilidad de Europa.
Incluso el magnate globalista George Soros en un artículo para El País dijo (después de tildar a Viktor Orbán y al polaco Jarosław Kaczyńsky de enemigos) que su mayor preocupación «dentro de los líderes y movimientos que se oponen a los valores fundamentales de la Unión Europea» era Italia, añadiendo que “la popularidad en declive del líder antieuropeo Matteo Salvini era reemplazada por Giorgia Meloni” a quien describió como más extremista.
Contra la agenda izquierdista
Ahora bien, ¿cuáles son las ideas y propuestas de Meloni? De su discurso en Andalucía, en el marco de un evento organizado por VOX, podemos extraer diferentes conceptos.
Si bien es consciente de que la dependencia energética de Italia es dramática, también sabe que la idea de una transición completa hacia la electricidad sin tener el control sobre las materias primas necesarias, solamente les hará depender de China aún más de lo que dependen de Rusia, y China será aún más rica -sin preocupación alguna por las normas europeas medioambientales- y finalmente no tendrán un mundo más limpio, sino una Europa más pobre. «Seguir la ideología de Greta Thunberg nos llevará a perder miles de empresas y millones de puestos de trabajo en toda Europa. Pero esto no le interesa a la izquierda, porque hoy somos los únicos que quedamos para defender el trabajo», dijo.
De igual manera, sostiene que con el fundamentalismo climático del pacto verde, los barcos elegirán aquellos puertos donde no existan tales normas y por lo tanto esos costes, «¿cuántos agricultores podrán resistir la competencia a la baja de los productos agrícolas africanos?», cuestiona.
La joven dirigente sabe que realizar estas preguntas significa traer los problemas a la realidad; y la misma, sabemos, es el peor enemigo de la ideología. «Pero cuidado», advierte, «la ideología dominante de lo políticamente correcto es el intento de dar una alta motivación a intereses siniestros, destruir la identidad, la centralidad de la persona y los logros de nuestra civilización, para engordar las grandes multinacionales de lo indistinto, de lo sintético, de la riqueza que tienen unos pocos en la piel de muchos».
En lo que respecta a la ideología de género, considera que más allá de los eslóganes, su verdadero objetivo no es la lucha contra la discriminación, ni la superación de las diferencias entre hombres y mujeres; sino que el verdadero objetivo -no declarado pero trágicamente evidente- es la desaparición de la mujer y sobre todo el fin de la maternidad.
“Defender a las mujeres significa no callarse ante la inseguridad de nuestros barrios y la creciente violencia étnica”. Posteriormente, comenta un hecho sucedido en Italia, en donde cientos de jóvenes norteafricanos destrozaron una ciudad turística y en un tren rodearon y abusaron sexualmente de seis niñas, al grito de ‘las mujeres blancas no pueden subir aquí’. “Basta pensar lo que hubiera pasado si unos jóvenes delincuentes italianos o españoles hubieran hecho lo mismo contra niñas africanas”, ejemplifica y agrega “hubiéramos escuchado a la izquierda gritarle al monstruo machista y racista. En cambio, una vez más, todos callaron. Porque la izquierda defiende a la mujer hasta que se encuentra con un criminal extranjero, en ese momento por el reflejo condicionado ideológico el criminal extranjero vale más que la mujer”, vocifera.
En cuanto a los inmigrantes ilegales, que la izquierda define como refugiados, explica que esas personas no huyen de una guerra, sino que los que huyen de una guerra son los ucranianos, y de hecho, sobre esos verdaderos refugiados las imágenes que se observan son principalmente de mujeres y niños. «En estos años, sin embargo, solo nos han llegado hombres solteros en edad de trabajar, y la izquierda, brazo armado de los intereses de las grandes concentraciones económicas, le han tendido alfombras rojas, sabiendo que esa mano de obra barata competiría a la baja con nuestros trabajadores”, y suma, “para ellos serán nuevos esclavos a explotar. En cambio, la civilización europea luchó contra la esclavitud y la abolió hace siglos. No aceptaremos que regrese».
Las presiones que sufrió Fratelli
La líder italiana considera que Fratelli logró llegar al primer puesto en las encuestas gracias a haber rechazado los límites que otros querían imponerles. A continuación, relata las presiones que recibieron de Goldman Sachs, uno de los grupos de banca de inversión y de valores más grande del mundo. Representantes del grupo banquero fueron a Italia para decir que, si Fratelli ganaba las próximas elecciones parlamentarias, habría problemas con la deuda pública.
«Amenazan a los italianos con el spread cuando la culpa de la deuda pública es de los que gobiernan y no de la oposición. Los bancos de inversión americanos, no deciden quién debe gobernar en Italia, ni lo deciden los círculos de izquierda, lo deciden los ciudadanos italianos», dijo. Y enfatizó: «quien gobierne no lo decidirán ni los grupos financieros ni los grandes medios de comunicación ni los intelectuales progres. Lo decidirá el pueblo, porque esta es la democracia y este es un mensaje que la izquierda debe entender».
La traición de otros partidos de falsa derecha
También considera que hay partidos de falsa derecha que se han quedado con millones de votos conservadores para luego hacer los peores tratos con la izquierda. Y remarca que ya no hay tiempo para pensamientos débiles ni de continuas mediaciones que debilitan a las naciones. Este es el momento de la toma de posición clara.
«Hoy en día el laicismo de izquierda y el radicalismo islámico amenazan nuestras raíces, frente a este reto no hay mediaciones posibles, o se dice sí, o se dice no. Sí a la familia natural, no a los lobby LGTBI, sí a la identidad sexual, no a la ideología de género, sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte, sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista, sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva, sí al trabajo de nuestros ciudadanos, no a las grandes finanzas internacionales, sí a la soberanía de los pueblos, no a los burócratas de Bruselas. Y sí a nuestra civilización, y no a quienes quieren destruirla”, y finaliza diciendo «viva la Europa de los patriotas«.
Contra la corrección política
En su autobiografía «Io sono Giorgia” (Yo soy Giorgia) podemos encontrar la siguiente cita interesante: «Verás, la corrección política es una onda expansiva, una cultura cancelada que intenta trastornar y eliminar todo lo bello, honorable y humano que ha desarrollado nuestra civilización […]. Es un viento nihilista de una fealdad sin precedentes que intenta homogeneizar todo en nombre del Mundo Único. En definitiva, la corrección política -el Evangelio que quiere imponer una élite apátrida y desarraigada- es la mayor amenaza para el valor fundacional de las identidades”.
Contra el establishment mediático progresista
Hace unas semanas, Meloni realizó un video -en francés, inglés y español- en donde rechazó por completo todas las difamaciones realizadas por el establishment mediático progresista, el cual alertaba por la conducción hacia un cambio autoritario, a la salida de Italia del euro, a la desestabilidad del país, etc, agregando que en la última década la nación ha experimentado un declive económico y social sin precedentes, con un continuo empeoramiento de las cuentas públicas, de la calidad de vida de los ciudadanos y de la capacidad competitiva de las empresas. Ya que con la izquierda en el poder el Estado se ha convertido en enemigo tanto de los ciudadanos como de las empresas, violando cada vez más las libertades individuales.
En lo que respecta a las acusaciones que la quieren vincular con los ideales «fascistas», aclaró que «la derecha italiana ha relegado el fascismo a la historia desde hace décadas, condenando sin ambigüedades la privación de la democracia y las infames leyes anti judías. Además, es inequívoca nuestra condena al nazismo y al comunismo, ésta última siendo la única de las ideologías totalitarias del siglo XX que todavía sigue en el poder en algunos países». Después agregó que la imagen de los conservadores italianos, baluarte de la libertad y defensa de los valores occidentales, no debe seguir siendo enturbiada por mistificadores que buscan todos los medios para mantenerse en el poder.
¿Qué queremos para el futuro de Italia? Queremos que vuelva a ser esa nación grande, dinámica e innovadora, apreciada en todo el mundo que ha contribuido a hacer una Europa sobresaliente. Somos personas leales, honestas, decididas, y estamos listos para marcar el comienzo de una nueva temporada de estabilidad, libertad y prosperidad para Italia, le guste o no, a la izquierda», concluyó.
Un conservadurismo práctico
Los principales medios de comunicación globalistas utilizan la palabra «fascista» para referirse a todas aquellas personas de derecha que, negándose a ser pisoteadas por la agenda progresista, combaten en defensa de la vida, la libertad y los valores de la comunidad.
En las últimas décadas, ha aparecido una generación emergente de políticos europeos cada vez más desilusionados por los experimentos ideológicos y utópicos que no solo no han cumplido con lo que prometían sino que, con un largo historial de fracasos inocultables, han demostrado su total inviabilidad. Los gobiernos de izquierda han seguido políticas alejadas de la voluntad del pueblo, pero esta vez hay una mayoría silenciosa que puede prevalecer en Italia. Esta mayoría con sentido común podría convertir al país en la primera nación de Europa Occidental de las últimas décadas, donde el patriotismo llegue al poder y logre revertir el destino de decadencia al cual quieren llegar los gobiernos socialistas.
El movimiento conservador en Italia, Europa -y el resto de mundo- ha crecido mucho en el último tiempo, como resultado de un enfoque basado en las necesidades reales de la gente, no en privilegios para una minoría y menos aún en agendas foráneas pertenecientes a organismos supranacionales, los cuales meramente buscan la protección de sus intereses.
Giorgia Meloni propone el conservadurismo práctico como una forma concreta de rebelión frente al progresismo dominante. No se trata de una idea romántica aferrada al pasado que se agota en añorar «los buenos viejos tiempos». Es simplemente el producto de la remoción quirúrgica de lo que no funciona hasta encontrar las bases sólidas de la Civilización Occidental sobre las cuales se puede volver a construir.
Y, por supuesto, ante esto el establishment globalista está aterrorizado. Sus integrantes no son tontos. Saben perfectamente que, si un gobierno patriota italiano alcanzara y consolidara tan solo unos objetivos básicos – mayor empleo, generación de riqueza, estabilidad económica, seguridad fronteriza, protección de la cultura y los valores tradicionales de Occidente- los demás países no tardarían en sumarse al proyecto y de esa forma todos los negociados inconfesables de la izquierda caerían como un castillo de naipes.
La última esperanza de Occidente es que Europa se ponga de pie y recupere el orgullo de haber sido artífice de una cultura nunca superada por sus enemigos y de una civilización cuyos logros científicos y tecnológicos se aprovechan en todo el mundo. Pero, para hacer posible esa recuperación, primero habrá que recuperar los valores tradicionales del honor, el deber, la vocación de servicio, el amor a la patria, la valoración de las raíces, el imperio de la ética y, no en última instancia, el respeto por la coherencia, la lógica y hasta el simple sentido común cuya tergiversación decadente nos está debilitando e impidiendo que demos la batalla que hay que dar. Ha llegado la hora de los patriotas.
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