Por Juan Manuel de Prada
El pasado 17 de julio, un tanque israelí disparó contra la iglesia de la Sagrada Familia, único templo católico de Gaza, matando a tres personas e hiriendo a otras diez, entre ellas al párroco Gabriel Romanelli, un valeroso sacerdote argentino que ha decidido correr la misma suerte que sus feligreses; un auténtico testigo de Cristo a quien, si el periodismo no hubiese muerto, todos los medios españoles habrían entrevistado, para que contase de primera mano los horrores de las masacres israelíes contra población civil indefensa. Pero los medios españoles prefieren abastecernos con propaganda sionista.
No era la primera vez que la iglesia de la Sagrada Familia sufría ataques del ejército israelí. En la Navidad de 2023, un francotirador mató a dos mujeres cristianas, madre e hija, mientras rezaban. Y en julio de 2024, un bombardeo contra la escuela aneja a la parroquia asesinó a cuatro personas allí refugiadas. Entonces el sacamantecas Netanyahu justificó este crimen alevoso aduciendo que el lugar era utilizado como escondite por Hamás (algo que el Patriarcado Latino de Jerusalén negó); ahora, este criminal asegura que el proyectil de tanque que mato a tres personas e hirió a otras diez se trataba de «munición extraviada». El Patriarcado Latino lo ha desmentido, señalando que el tanque apuntó directamente a la iglesia, a sabiendas de que era un lugar sagrado que albergaba civiles inocentes. Y Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, ha declarado que estos hechos podrían interpretarse como un ataque intencionado y de «extrema gravedad» contra la comunidad cristiana.
No sólo en Gaza Israel mata cristianos palestinos. Los ataques de ‘colonos judíos’ (o sea, ocupantes ilegales) en connivencia con el ejército israelí contra cristianos en Cisjordania son constantes. El pasado 7 de julio, un grupo de ‘colonos’ incendió en Taybeh, localidad cisjordana enteramente cristiana, el cementerio bizantino y la iglesia de San Jorge, donde conviven los cultos greco–ortodoxo, latino y melquita. Antes, ya se habían producido todo tipo de agresiones en la localidad, incluida la quema de olivares y la matanza del ganado con el que los lugareños se ganan la vida. El patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, y el patriarca greco–ortodoxo, Teófilo III, han denunciado estas agresiones constantes y acusado a las autoridades israelíes de garantizar su impunidad. En general, allá donde existe presencia cristiana en Cisjordania, se prodigan asesinatos y vejaciones, amenazas y humillaciones por parte de los ‘colonos’ judíos, muchos de los cuales se justifican diciendo que no hacen sino seguir a rajatabla los mandatos del Talmud, que les exigen exterminar o someter a los cristianos.
Israel también está matando cristianos en Palestina. Y su sangre caerá sobre las cabezas llenas de serrín y propaganda sionista de ese catolicismo pompier que finge ignorarlo, justificando con su silencio el genocidio palestino.
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