
La Casa Blanca ha anunciado un amplio acuerdo económico y comercial con China, calificado por el presidente Donald J. Trump como una «victoria histórica» para los trabajadores y agricultores estadounidenses. El pacto, alcanzado durante el reciente viaje de Trump a Asia y tras una reunión clave con el presidente Xi Jinping, busca reequilibrar el comercio bilateral, mitigar tensiones arancelarias y abordar preocupaciones en materia de seguridad nacional. Este anuncio llega en un contexto de crecientes fricciones comerciales, exacerbadas por controles de exportación chinos sobre minerales críticos y flujos de precursores del fentanilo hacia Norteamérica.
Entre los compromisos principales de China destaca la suspensión inmediata de todos los aranceles retaliatorios impuestos desde el 4 de marzo de 2025, afectando productos agrícolas estadounidenses como soja, maíz, trigo, carne de cerdo y productos lácteos. Pekín se obliga a adquirir al menos 12 millones de toneladas métricas de soja de EE.UU. en los últimos dos meses de 2025, y un mínimo de 25 millones de toneladas anuales en 2026, 2027 y 2028, reabriendo así mercados clave para los exportadores norteamericanos. Además, China detendrá el envío de precursores químicos del fentanilo a Norteamérica y controlará estrictamente sus exportaciones globales, en un esfuerzo por frenar la crisis de opioides en EE.UU.
Por su parte, Estados Unidos responderá reduciendo aranceles sobre importaciones chinas relacionadas con precursores del fentanilo, eliminando el 10% de la tasa acumulada efectiva a partir del 10 de noviembre de 2025. Washington mantendrá suspendidos los aranceles recíprocos elevados hasta el 10 de noviembre de 2026, conservando solo la tarifa actual del 10%, y extenderá exclusiones arancelarias bajo la Sección 301 por un año adicional. El acuerdo también incluye la suspensión temporal de medidas de control de usuarios finales y acciones derivadas de investigaciones sobre el dominio chino en sectores marítimos y de construcción naval.
En el ámbito de los recursos críticos, China suspenderá la implementación global de nuevos controles de exportación sobre tierras raras y minerales como galio, germanio y grafito, emitiendo licencias generales que beneficiarán a proveedores estadounidenses y globales. Esto revierte restricciones impuestas en abril de 2025 y octubre de 2022, aliviando presiones en cadenas de suministro para la industria tecnológica y de defensa de EE.UU. Adicionalmente, Pekín garantizará la reanudación del comercio de chips esenciales desde instalaciones de Nexperia en China, terminando investigaciones antimonopolio contra empresas semiconductoras norteamericanas.
El pacto, descrito como un «coronamiento exitoso» del periplo asiático de Trump, podría inyectar vitalidad a la economía rural de EE.UU. al impulsar exportaciones agrícolas por miles de millones de dólares, mientras reduce riesgos en suministros críticos. Sin embargo, analistas advierten que su éxito dependerá de la implementación mutua, en un panorama de tensiones geopolíticas persistentes. Reacciones iniciales de la Unión de Consumidores Agrícolas de América elogian el acuerdo, pero exigen vigilancia sobre el cumplimiento chino, marcando un posible punto de inflexión en las relaciones bilaterales.

