Por Marcelo Ramírez
Sergei Mironov, Profesor Asociado del Departamento de Seguridad Internacional y Nacional de la Academia Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, manifestó que la Alianza del Atlántico Norte, liderada por Estados Unidos, está considerando la posibilidad de lanzar un ataque a gran escala contra Rusia utilizando 20/30.000 misiles de crucero.
“El concepto de una ataque global se desarrolló, según recuerdo, hace unos diez años”, señaló Mironov. La ampliación de la capacidad militar es la explicación de las razones por las cuales la OTAN se ha venido aproximando a Rusia con cada vez mayor determinación.
Las versiones de incorporar a una Ucrania en guerra y la insistencia en sumar a Finlandia y Suecia obedecen a este concepto.
¿Por qué necesitan a Finlandia y Suecia en la OTAN ahora? Este tema guarda similitud con el Prompt Global Strike [N. del E.: Ataque global inmediato], sobre el cual tuve la oportunidad de conversar con Serguéi Riabkov hace casi una década. Rusia no se ha visto sorprendida por la estrategia analizada por Mironov. Esto es algo de vieja data.
En su momento la OTAN pensaba emplear misiles hipersónicos, algo que hoy ya no es posible porque la tecnología rusa ha conseguido llegar primero y por lo cual parece que han decidido reemplazar calidad por cantidad. La versión actualizada entonces es la de usar decenas de miles de misiles para destruir Rusia, aun a pesar de la formidable defensa antimisilística rusa. Ningún sistema puede sostener esa cantidad y por saturación conseguirían muchos impactar.
Occidente en su conjunto carece de esa capacidad ofensiva, y construirla demorará un período donde es de presuponer que Moscú no esperará sentada sin hacer nada. Simplemente, dará un golpe de mano preventivo, nuclear si es necesario, para salvar su pellejo.
Algo tan simple parece que escapa al raciocinio occidental, algo solo explicable a partir de la pérdida de la más mínima lógica. Parece que las acciones que vemos en otros planos se repiten en este, pero algo mucho más peligroso que las excentricidades a los que nos tienen acostumbrados.
Occidente ha anestesiado y estupidízado a sus propias sociedades para que acepten dócilmente ser conducidas al matadero, y esto se refleja en las propias élites dirigentes, que no escapan a la carencia de lucidez esperable.
La explicación que se brinda al público occidental es simplista e infantil. Putin es un dictador malo, sin explicar por qué su popularidad en su país oscila entre el 70 y el 80 % de las preferencias. Una popularidad que además excede los límites de su nación y lo hacía el político más popular en el mundo en los años anteriores, hasta que comenzaron los choques con occidente.
Si se midiera hoy su aprobación fuera de Rusia, seguramente sería mucho más popular que Biden, Scholz, Macron o Sunak. Quienes lo cuestionan lo hacen desde una posición al menos polémica, dado que ningún líder occidental tiene aprobación mayoritaria en sus países, probablemente el rechazo duplica o más los apoyos que tiene.
Todo esto no tiene importancia para los medios corporativos de derecha y liberales de izquierda que ignoran los hechos de la realidad. La guerra ha ido avanzando y es total en el plano no militar, la disputa de la opinión pública es clave.
En un enfrentamiento que puede derivar en lo nuclear, exceptuando algunos núcleos muy poderosos, requiere un abordaje cuidadoso y derrotar a un enemigo desde dentro, como sucedió con la URSS, parece un único camino posible.
Las estrategias de EE. UU. son las de generar insurrecciones internas en Rusia a través de liberales y enclaves étnicos que se enfrentan a la acción de desgaste ruso enfocada en los daños económicos. Ambos bandos juegan en el terreno de la lucha interna con distintas armas y eso explica muchas de las acciones de la prensa que parecen absurdas. Son acciones de comunicación de guerra, la prensa pretendidamente libre no tiene hoy ninguna posibilidad de existir.
Lo que determina una diferencia es la visión infantil que utiliza el Occidente Colectivo. De allí a intentar instalar que Putin es un loco ambicioso y estas son todas las razones de la guerra, hay un paso. No hay lectura geoestratégica ni política, solo simples explicaciones naifs.
No es casualidad que la propia OTAN difunda por Twitter mensajes apelando a Han Solo y Harry Potter, entre otros personajes que solo pueden demostrar que se orienta a un público infantilizado e incapaz de ver las diferencias existentes entre la ficción y la realidad.
🗣️ Ukraine is hosting one of the great epics of this century
❝We are Harry Potter and William Wallace, the Na’vi and Han Solo. We’re escaping from Shawshank and blowing up the Death Star. We are fighting with the Harkonnens and challenging Thanos.❞
[9/10] pic.twitter.com/HBji5RoWws
— NATO (@NATO) February 23, 2023
La OTAN se sumerge entonces en una narrativa épica basada en una ficción y actúa en consecuencia, mientras Rusia apela al realismo. Moscú ha iniciado una Operación Militar especial, así llamada porque limita sus acciones, el 24 de febrero del año pasado con varios objetivos más allá de los proclamados como desnazificación y desmilitarización.
- En primer lugar, se necesitaba reducir las matanzas de civiles en el Donbass y prevenir una invasión ya casi lista de las fuerzas ucranianas que iba a limpiar étnicamente la región de ciudadanos de origen ruso.
- En segunda instancia, frenar la instalación de misiles de la OTAN en las fronteras rusas.
- Un tercer objetivo era buscar la caída del gobierno de Zelensky y sus aliados para que surja un nuevo gobierno más amistoso con Rusia. Si este objetivo no se cumplía, como sucedió en la realidad, serviría para dividir las fuerzas ucranianas entre la defensa de la región norte y el objetivo inicial y prioritario en el sudeste.
Rusia buscaba un movimiento inicial con esos objetivos que se cumplieron en parte, y dieron paso a una segunda etapa más compleja de comprender. Moscú busca en realidad restablecer sus zonas de seguridad tal como se había pactado en las postrimerías de la URSS. Mínimamente, la OTAN debería retroceder a las fronteras del 97, pero además debe garantizar el fin de la política de cerco histórico sobre Rusia.
Es esperable que como ha sucedido a lo largo de la historia, la potencia dominante no ceda voluntariamente su posición y pretenda seguir imponiendo sus políticas por la fuerza, si es necesario. Las sanciones y las acciones cumplen un papel de sumisión y muchas veces de destrucción de las naciones que se interponen en el camino.
Putin, quien había recibido un país destrozado por la década liberal, necesitó sus primeros años para comenzar un proceso de consolidación de Rusia y recién allí poder prepararse para el enfrentamiento con el mundo anglosajón.
Esa preparación requería restablecer sus anclajes internos y reconstruir el poder militar. No porque no sean los rusos amantes de la paz, sino porque saben cuál era el futuro que se cernía sobre ellos. El reacomodamiento se hizo lo más sigiloso posible.
El choque con Occidente, y con su brazo armado de la OTAN, era inevitable y Putin preparó su país para ello.
Es importante entender que existe una diferencia sustancial entre las doctrinas militares occidentales y rusas. Las de occidente se basan en el desarrollo de una alta tecnología que resulta sumamente onerosa, pero es un buen negocio para las corporaciones.
La guerra se realiza contra países menores a los cuales se los somete a intensos ataques a distancia luego de haber sido apremiados por bloqueos económicos que funcionan como un mecanismo de ablande. Una vez producido el deterioro económico que se refleja en las estructuras militares y en la propia voluntad de confrontación, la agresión, a través de bombardeos masivos, no escatima bajas civiles para quebrar a la nación enemiga.
El enemigo elegido cuidadosamente por su inferioridad será luego aplastado sin esfuerzo y casi sin bajas propias, algo que permite internamente a las naciones occidentales presentarse como poderes que no pueden ser desafiados ante sus propios pueblos, justificar el gasto militar con historias inverosímiles como las actuales y colgarse medallas por la bravura.
Las sociedades occidentales no verán bajas propias y sus críticas serán apenas sobre la falta de libertad y democracia que justifica o no la intervención.
Rusia, que ha padecido innumerables invasiones externas a lo largo de su historia, tiene una visión diferente de lo que es la guerra. Cuando ha entrado en un conflicto bélico era por su propia subsistencia y era bajo un ataque formidable del enemigo.
La doctrina resultante es poner todos los recursos en la guerra, volcar sus ciudadanos a la misma y contener al enemigo con dos propósitos.
- Desgastar al enemigo sometiéndolo a un constante ataque militar, y si es posible, económico. No presentar batallas decisivas hasta que el enemigo no se encuentre desgastado por la guerra.
- Una vez producido ese desgaste y con la capacidad productiva funcionando a pleno, recién allí se producirá el ataque masivo.
Hoy vemos cómo esta doctrina rusa funciona y por qué razón los rusos dicen que ellos no comienzan las guerras, pero si las terminan. Rusia ha sometido a un año de desgaste del enemigo ucraniano y ha atraído a la guerra a la propia OTAN, que ha consumido sus recursos militares en un enfrentamiento contra este país, pero las bajas propias han sido mínimas con respecto a las de sus enemigos.
Rusia hoy ha empleado apenas una fracción de su poder real para chocar con la OTAN. Moscú aprovechó ese tiempo de desgaste del enemigo para prepararse para la guerra total. Sus fábricas militares hace meses que trabajan 24 x 7 y han empleado al Grupo Wagner para el trabajo de mayor desgaste.
Así reduce las pérdidas de las familias, no desgasta su retaguardia y utiliza una formación profesional, altamente capacitada y endurecida por las experiencias de combate. Sus fuerzas, que hoy mismo se preparan para el choque, con experiencia militar, se enfrentarán cuando Rusia decida, con enemigos ucranianos desmoralizados, adolescentes, mermados en sus capacidades.
El avance ruso, encabezado por un machacar de fuerzas de misiles y artillería, dan paso a los músicos de Prigozhin. La oposición del enemigo se encuentra en caída, con falta de recursos militares como equipos sofisticados hasta alimentos, enemigos sin preparar cuya vida media en el frente hoy es de 4 horas. Es decir, desde que los soldados ucranianos llegan al frente y son eliminados por los rusos, apenas pasan 4 horas.
Por eso aumenta el peligro. Bakhmut solo en la mente de los propagandistas occidentales, es un tema menor.
Los miles de soldados y equipos echados en la hoguera por parte del alto mando ucraniano en razón de las órdenes de Zelensky, demuestran que sí es algo clave.
El problema tal vez más importante es que Ucrania no puede ceder más porque en Occidente las sociedades empiezan a cuestionar las razones de seguir enviando dinero y armas a una nación que no tiene posibilidades de ganar. Los alemanes han entregado, durante el 2022, 2.000 euros por cada uno de ellos para sostener el esfuerzo militar, y lo han hecho en medio de una situación de recesión propia.
La posición de Bakhmut es clave para no ver caer la segunda y última defensa. Ucrania en estos 8 años preparó 3 líneas fortificadas para enfrentarse con Rusia con la ayuda de la OTAN. Cuando caiga esta ciudad, los rusos enfrentarán la tercera y última barrera, luego de ello no hay más obstáculos significativos hasta las márgenes del Dniéper.
La segunda línea defensiva ucraniana, alinea las ciudades de Seversk, Soledar, Bakhmut, (la denominación nueva de los ucranianos, o de Artemovsk, en su denominación original en ruso) y de un pueblo llamado Nueva York.
Cuando caiga, y ya lo está haciendo, Bakhmut, se derrumba esa segunda línea defensiva.
Rusia tiene más de medio millón de efectivos a la espera de la orden de avanzar. Reservas que se constituyen con los 300.000 hombres anunciados y al menos otros 100.000 que se reclutan en forma sigilosa. A ellos hay que sumar los 70.000 hombres extras que ofrece el checheno Kadirov y aún queda pendiente si Lukashenko sumará sus fuerzas. Esto es apenas una movilización menor, Rusia puede llevar 25 millones de hombres al combate de ser necesario, y en su concepto de guerra total, lo ha hecho ya en el pasado y lo hará en el futuro.
Putin aguardará la caída de la tercera línea de defensa ucraniana que se alarga desde Slavyansk, en el norte, a través de Kramatorsk, de Druzhkivka y de Konstantinovka hasta el pueblo de Nueva York.
Occidente tiene una sociedad que se debate entre si se nace hombre o mujer, o eso es una elección personal. La preparación y los recursos se emplean para alimentar la corrupción y estimular la diversidad en las FFAA.
¿Está Occidente en condiciones para enfrentar a Rusia en una guerra prolongada? ¿Lo está aun si se suma China e Irán? ¿Hay voluntad de combate que estimule el compromiso social de ir a una guerra total?
No parece que Occidente pueda estar a la altura del desafío, no ha trabajado para ello como sus enemigos lo han hecho, y es algo que también hemos visto en la historia. La decadencia moral ha sido en la historia el prolegómeno de la caída de los imperios.
Solo un ataque nuclear puede llevar a Occidente a que escape a su destino, y por ello no deben asombrarnos, entonces, las advertencias de Sergei Mironov, no parecen ideas nacidas de su imaginación sino una solución planificada por quienes están dispuestos a llevar al mundo a la guerra nuclear.
¿Alcanzará Han Solo a evitar el declive de la OTAN? ¿Podrá Harry Potter escapar de los libros para darles la victoria? ¿Volverá William Wallace de su tumba para salvar a la Alianza?
Esas preguntas exceden a nuestras capacidades.
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