La Europa que no está
Por Conflitti & Strategie
El ejército común europeo, que debería seguir la política de rearme del continente, será el último suspiro de esta UE construida sobre las ilusiones de una clase dirigente servil y, al mismo tiempo, inútil. Los Estados Unidos de Europa son una utopía que va contra la Historia y, por eso mismo, nunca se realizarán, al menos en nuestra era.
Al otro lado del océano, Estados Unidos nació de una revolución que liberó a las colonias inglesas de la metrópoli y de una guerra civil muy cruenta, que impuso un rumbo a los pueblos sin historia que habitaban América del Norte. De hecho, eran pueblos sin una historia común, aunque llevaban consigo el legado de su lugar de origen, pues estaban formados por peregrinos y viajeros que vinieron de muy lejos y desembarcaron en un Nuevo Mundo que, en realidad, ya estaba habitado por nativos que habían sido exterminados sin piedad. Aquellos colonos trajeron consigo fragmentos de su tierra natal, pero en un contexto completamente nuevo, todo para ser construido. Precisamente porque no tuvieron una historia consolidada, pudieron elegir su propio camino, no exento de dificultades y sufrimientos, antes de asumir la configuración que hoy conocemos.
Los pueblos europeos, en cambio, tienen una historia milenaria que los ha moldeado, especialmente en sus diferencias y divisiones. Si una banda de idiotas en Bruselas creen que pueden dejar de lado civilizaciones pasadas, conflictos y fronteras, que son el resultado de largos procesos históricos, simplemente con declaraciones y decretos de asimilación, entonces no han entendido nada.
Un ejército europeo sólo podía formarse como herramienta de unas pocas potencias más fuertes, que pronto entrarían en conflicto entre sí, luchando por mantener el control de la cadena de mando. E imaginemos qué podría ocurrir si, en lugar de utilizarse para defenderse de una amenaza externa, se empleara para reprimir rebeliones en un Estado miembro bajo cualquier pretexto. Por ejemplo: si un presidente no bienvenido en la Unión Europea gana las elecciones en Rumania y se niega a dar un paso al costado, se podría enviar el ejército común para derrocarlo. O bien, los franceses podrían decidir que la misma suerte corra un país de Europa del Este tradicionalmente cercano a Alemania. Estos últimos lo verían como un intento de penetración hegemónica y volveríamos a las viejas costumbres, porque en Europa cada Estado tiene una historia de guerras, de dominación mutua y de intentos de expansión en detrimento de sus vecinos. ¿El resultado? Un regreso al pasado con efectos devastadores multiplicados.
Por último, no olvidemos que hay bases estadounidenses repartidas por toda Europa. No están aquí por casualidad, sino para asegurar que ningún ejército común desafíe la victoria estadounidense en la Segunda Guerra Mundial.
Dicho esto, esta clase de servidores proeuropeos, que se ha propuesto llevarnos a la ruina, haría bien en ser sepultada cuanto antes bajo el peso de sus falsas creencias. En lugar de crear ejércitos, los pueblos de Europa deberían encontrar la manera de expresar una voluntad única y firme para liberarse, de una vez por todas, de quienes los conducen al desastre.
Europa sólo puede existir y tener un peso decisivo como entidad verdaderamente guiada por sus naciones centrales, que forman una alianza estable, en primer lugar para liberarse del yugo americano, y que después demuestran que son capaces de dirigir a todos los demás estados europeos en el interés exclusivo del continente, en una fase de multipolarismo acentuado.
Fuente: http://www.conflittiestrategie.it/leuropa-che-non-ce
Traducción: Carlos X. Blanco
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