Por Marcelo Ramírez
89 militares rusos murieron en un ataque ejecutado con 6 misiles HIMARS la noche del 1 de enero. Los militares se encontraban en la ciudad de Makeyevka (Маке́евка en ruso) ubicada en la República Popular de Donetsk, según ha expresado el Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia. Según las noticias difundidas, el ataque de los HIMARS se realizó aprovechando el uso activo de teléfonos móviles efectuado por el personal militar que había arribado recientemente. La OTAN empleó el complejo de reconocimiento ECHELON, que advirtió un empleo infrecuente de las comunicaciones celulares y pudo triangular la ubicación de los militares rusos que estaban enviando y recibiendo felicitaciones por el nuevo año.
A pesar de “expertos” que minimizan la existencia de esta red, la propia BBC en el año 2012 publicaba una nota donde rememoraba los orígenes de esta malla que constituía el cerebro de la inteligencia del mundo anglosajón. Echelon proveía de datos de millones de comunicaciones que incluían informaciones que fluyen en internet junto con “correos electrónicos, faxes, cables, satélites, transmisiones de radio, conversaciones telefónicas y transacciones desde cajeros automáticos”. A las que podemos adicionar hoy, las comunicaciones de las redes tipo WhatsApp, entre otras nuevas formas de intercambio. Luego concluía que “robots, computadoras y especialistas distribuidos en todo el mundo analizan toda esa información para detectar perfiles peligrosos y potenciales amenazas, entre otros objetivos”.
Echelon se fue formando en la década del 40 y evolucionó desde ese entonces, primero usado contra la Alemania Nazi y Japón, posteriormente contra el mundo socialista hasta finalmente abarcar todas las comunicaciones, incluidas las de sus propios aliados.
La gran curiosidad que poco se nombra es que los Cinco Ojos, es decir, las naciones que utilizan estos servicios, constituyen los EE. UU., el Reino Unido y las simpáticas, Nueva Zelanda, Australia y la deconstruida Canadá. Esta conformación deja bien a las claras que realmente el mundo anglosajón es el núcleo del poder atlantista y se comporta como tal.
Nicki Hager, investigador neozelandés en asuntos de inteligencia, en su comparecencia ante el comité ECHELON del Parlamento Europeo, explicó el funcionamiento y la potencialidad de esta red. Sin embargo, recibió poca atención por la prensa y la investigación de la UE terminó sepultada por la realidad. Esa investigación había sido presentada en el 2000, y expuesto en el 2001, pero la destrucción de las Torres Gemelas en el 11-S terminó con cualquier posibilidad de rebelión.
Las comparaciones con el Gran Hermano de Orwell fueron perdiendo fuerza mientras ese concepto se transformaba en un reality televisivo de éxito mundial. Una vez más funcionaba esa idea de que la mejor manera de esconder un elefante es dentro de una manada, las sociedades tuvieron una vulgarización de la idea del control 24 x 7 como hoy vemos. La reducción a ver las andanzas en una casa de un grupo de personas, mayoritariamente jóvenes, ha esterilizado la idea de peligrosidad.
Hagamos un pequeño paréntesis para reflexionar sobre la relación entre la política y el entretenimiento.
En la Argentina, Romina Uhrig, exdiputada del Frente de Todos, ha ingresado a la “Casa del Gran Hermano”. Exesposa de un intendente del conurbano bonaerense, Walter Festa, ha sido no solo subsecretaría de Relaciones Internacionales de su municipio, sino también diputada nacional y promotora de la Ley de Cupo Laboral Trans, “porque a mí me crió mi tía, que era travestí”. Décadas más joven que su exmarido, sin antecedentes notables en la política, alcanzó una banca legislativa. Hoy, luego de su separación, parece que ha perdido proyección su carrera y se ha lanzado a la farándula o como se denomine su actual participación. Lo realmente preocupante es que esta sea la forma en que las “democracias liberales” de Occidente, o su periferia, como en este caso, se nutran de personajes de escasos atributos intelectuales, poca o nula experiencia, cuyo mérito principal parece la relación con alguien poderoso que la puede proyectar a una banca. Si alguna duda queda, la aclaración de que los fundamentos para apoyar una Ley de Cupo Laboral Trans es porque fue criada por una tía “travestí”, explica por sí sola la situación de este bloque obediente a los EE. UU. y que se prepara para enfrentar un grupo de naciones cuya población se ha endurecido en tiempos difíciles.
Volviendo a nuestro eje central, la OTAN una vez más aprovechó su tecnología para localizar y dirigir su ataque que costó la vida del mayor contingente ruso en un día en este enfrentamiento. Fue sin dudas un golpe exitoso que es aclamado por la prensa occidental como un suceso enorme que ratifica la exitosa ofensiva ucraniana. Sin tener acceso a datos o información reservada, resulta para el observador común notable que si los éxitos y las bajas rusas eran tan grandes como asegura la prensa global, ¿por qué razón ahora tanto alboroto? La respuesta es sencilla, porque es uno de los escasos golpes que la OTAN puede propinarle a Rusia, mientras ha debido absorber cientos y hasta miles de bajas diarias en su ofensiva.
Si bien esto es una acción de propaganda, revela algo clave, porque la OTAN está sufriendo bajas muy importantes de material que ha llevado a 20 países a admitir que no están en condiciones de seguir enviando equipos militares o municiones sin dañar sus propias fuerzas. Más aún, ha agotado las reservas humanas ucranianas, puesto que está ahora enviando mujeres al frente de combate. Miles de tropas propias disfrazadas de voluntarios pelean contra Rusia sin mucho éxito y necesitaban un golpe de efecto con un propósito doble.
Por un lado, deben sostener la idea en sus sociedades de que la guerra se puede ganar y, por lo tanto, el esfuerzo al que someten a sus ciudadanos no es en balde. La verdad es que la guerra es una excusa para destruir las propias economías preparando el modelo de la Agenda 2030, y Rusia es la razón que han inventado. Montada en el desastre económico de la pandemia, la crisis posterior que comenzó con la suba astronómica del precio del gas y el cierre de plantas de fabricación de fertilizantes en el Reino Unido, preanunciaban un rumbo hacia el suicidio económico anterior a la guerra.
La necesidad de justificar las medidas y sostener la lucha hace necesaria la confrontación, pero debe ser dotada de cierta luz de esperanza victoriosa, en caso contrario, pocos ciudadanos apoyarán una aventura que no puede terminar en forma exitosa para Occidente.
El otro punto clave es que Rusia ha adoptado, más allá de errores de Inteligencia en la evaluación de la posible caída de Zelensky y con él su régimen, una política prudente. Moscú busca el desgaste no solo de Ucrania sino del Occidente Colectivo, teniendo en cuenta de que su guerra no es contra los ucranianos sino contra los atlantistas.
Tanto esto es así que muchos en Rusia consideran esta guerra como una tragedia porque no es contra un enemigo externo, sino que es una guerra civil.
Putin ha decidido que era el momento ya para terminar el avance de la OTAN sobre sus fronteras iniciado con la caída de la URSS y acelerado a partir de 1997.
Ha entonces, decidido realizar una gran operación donde en una primera etapa ha ablandado la resistencia de Ucrania destrozando su infraestructura y de la propia OTAN, que sufre una hemorragia de recursos y que ha visto cómo sus enemigos consiguen equipamiento clave que va a mejorar los sistemas de neutralización e inclusive de replicación mediante ingeniería inversa.
Los rusos entonces han ido construyendo pacientemente un escenario por fuera de las demandas de los canales de Internet o de la prensa occidental. Con el paso de los meses han aumentado exponencialmente sus tropas y sumado a Bielorrusia para una posible ofensiva general. La acumulación de equipos militares prontos para avanzar es un hecho.
Simultáneamente, ha reforzado la producción de sus capacidades militares y ha puesto en juego varias de sus joyas militares como los SU 57 que han ganado una producción en escala y los tanques T-14 Armata, cuyo número real es un secreto militar.
Acelerando la producción de nuevos modelos modernizados como los tanques T-90 Proryv o T-72B3M, Rusia apura la apuesta con la presencia de misiles hipersónicos como los Kinzhal, y en un paso que preanuncia lo serio que puede llegar a estar todo, pone en funcionamiento misiles pesados Sarmat o planeadores hipersónicos Avangard.
Rusia, entonces, se prepara para el asalto a Occidente, quien sabiendo que a estas cuestiones militares se suma la cada vez mayor cercanía entre Rusia y China, así como con Irán y Corea del Norte, ve cómo el panorama próximo no solo es preocupante para sus intereses en el futuro, sino que solo se agravará.
Inclusive en el terreno diplomático, más allá de la propaganda, vemos cómo el Occidente Colectivo pierde peso y sus resoluciones son desoídas por muchos países claves como Arabia Saudí e India. Además, bien podríamos dudar de Turquía y el propio Japón, quien detrás de su alineamiento con las políticas de Washington esconde algunos hechos poco claros como que durante el año 2022 su comercio con Rusia no solo no bajó como esperaba EE. UU., sino que aumentó.
Con este sombrío panorama se comprenden mejor las alocadas acciones ucranianas. Los ataques al Puente de Kerch, el asesinato de Darya Duguina, los ataques a posiciones rusas en el interior o este último ataque en Año Nuevo, no tienen ninguna posibilidad de dañar a Rusia. Estos ataques únicamente son para la propaganda triunfalista y ocasiona durísimas represalias rusas que no sucederían de otro modo.
Rusia ha decidido destruir la infraestructura de Kiev como represalia, pero no solo no ha sido su voluntad inicial, sino que ha demorado bastante en decidirse. Las razones radican en que, como ya dijimos, ven a los ucranianos como un pueblo hermano y en cómo han decidido que Ucrania no puede seguir en el rumbo hostil con Rusia (por eso la “desnazificación”), sino también en que luego deberán reconstruir esa misma infraestructura. Rusia piensa ganar esa guerra que es con Occidente y luego deberá afrontar enormes gastos de reconstrucción.
Occidente lee esta realidad y fuerza la guerra total en Ucrania porque la mayoría de los muertos no son propios sino ucranianos y la destrucción le ocasionará un gasto a Rusia, y si gana la guerra Occidente, será un nuevo negocio corporativo como Irak. Pero hay una necesidad aún más poderosa y es impedir que Rusia pueda cerrar su llave sobre el cuello del Occidente Colectivo, forzando una guerra aún prematura para los planes rusos.
Si estos planes siguen adelante, el mundo atlantista caerá con poco ruido pero en forma inevitable. Necesitan abortar este proceso lo antes posible y por ello alientan, y ahora ya podemos decir que realizan por sí mismos, los ataques propagandísticos para que Rusia se precipite a la guerra directa.
China también vio esa estrategia con la visita de Pelosi a Taiwán, pero manejó su orgullo y respondió en otro terreno. No enfrentó directamente a la OTAN reforzada por algunos países asiáticos y de Oceanía, esperó, siguió con sus operaciones de desgaste psicológico sobre Taiwán y sobre los líderes del partido de Tsai Ing Wen.
Luego devolvió el golpe saliendo de los acuerdos con EE. UU. por el control de drogas precursoras del fentanilo y acelerando la verdadera pandemia de opiáceos que destruye a la sociedad estadounidense. Beijing observa las debilidades de sus enemigos y responde con precisión, ocasionando daño a lago plazo, minando las capacidades de Washington, y sin desgastarse a sí misma.
El mundo globalista anglosajón ve escurrirse el poder de las manos y juega cada vez más fuerte, sabiéndose perdedor a largo plazo, quiere definir la pelea cruzando golpes a todo o nada, y tal vez algunas fuerzas buscan inclusive la destrucción general. Esa destrucción les es útil para instalar el modelo malthusianista que persigue.
Rusia, mientras tanto, asimila los ataques, aun con tensiones internas y espera que todo se alinee según sus necesidades. Allí está la clave, ¿cuánto podrá Rusia aguantar sin responder? A medida que el tiempo pase, el atlantismo será más osado y subirá la apuesta, Rusia puede seguir demorando su respuesta, escalar o apelar a la vieja estrategia occidental del Prompt Global Strike.
Esto último seguramente será la carta rusa para minimizar sus pérdidas y ganar la guerra sobreviviendo si observa que la misma contra Occidente se torna inevitable. El año 2023 puede ser el año de la definición rusa.
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