Por Cristian Taborda
Ante la visita del General Charles De Gaulle a la Argentina, el General Perón, proscrito y desde el exilio en Madrid, envió el mensaje a los militantes de recibirlo como si fuera él mismo. Y así sucedió, ante su llegada en las calles se escuchaba jóvenes al grito: “¡De Gaulle, Perón, Tercera Posición!”. Una clara alusión al posicionamiento geopolítico que los emparentaba.
Es ahora una mujer la que vuelve a unir a Francia y el peronismo: Marine Le Pen. La candidata a presidente, que acaba de pasar a la segunda vuelta junto a Emmanuel Macron, no solo es una reivindicadora de la figura y políticas del General De Gaulle, sino que abiertamente se ha identificado con el peronismo y su tercera posición, así como admiración con la figura de Eva Perón. Ante preguntas sobre sus propuestas políticas, con una agenda económica y social proteccionista, políticamente soberana, de independencia y defensa de los valores culturales, Le Pen las definió como un “peronismo a la francesa”. En su discurso, tras conocerse los resultados de la reciente elección sentenció en sintonía: “El próximo día 24 se juegan dos visiones de la sociedad, la de la división y el desorden o la de la unión de los franceses en la justicia social y la protección (…). Restauraré en todos los ámbitos la soberanía de Francia. La libertad de los franceses de decidir por ellos mismos”.
Justicia social, independencia económica y soberanía política han sido y son las banderas políticas inclaudicables del peronismo, expresadas hoy de forma explícita por Le Pen como así el anhelo de la unidad nacional y la armonía social frente a la división y el desorden, como también la reindustrialización frente al avance de un modelo financiero absoluto. Y es en este punto la crucial grieta entre Macron y Le Pen, como lo fue entre Trump y Biden. Reindustrialización y soberanía Política o desindustrialización y sumisión al globalismo financiero.
Marine Le Pen ha logrado conciliar una agenda económica proteccionista y una agenda socialmente justa con una agenda cultural conservadora, en defensa de los valores occidentales y de seguridad para los franceses ante el delito y el terrorismo. Las etiquetas que le suelen propinar los medios de comunicación como de “extrema derecha” es un espantapájaros. Una impotencia ideológica al no poder ubicarla dentro de su esquema mental. O de hemiplejia moral, como bien hizo mención Le Pen en referencia a sus rivales Mélenchon y Zemmour: “son hemipléjicos, uno habla solo de protección social y otro de protección civilizacional, yo soy candidata de la protección, la seguridad y la civilización”. De hecho, durante su campaña, tres han sido las consignas centrales y más mencionadas: unidad nacional, reindustrialización y restaurar el orden. Le Pen se ha presentado como la candidata que busca la armonía social y representar a todos los franceses sin distinciones.
En el plano económico propone mantener el estado de bienestar y la seguridad social con un “estado estratégico” que dé protección a los más vulnerables y prioridad a los franceses. Créditos a Pymes, que van de la mano de una eximición de impuestos a quienes aumenten salarios 10%, y lo que ha sido su eje de campaña: la baja de impuestos, especialmente el IVA. La reducción del IVA irá del 20% al 5,5% en productos y servicios básicos como combustibles y electricidad. El aumento de estos fue lo que generó la irrupción de los “chalecos amarillos” en Francia. Macron aplicó este impuesto bajo la excusa del ecologismo como una necesidad para la “transición ecológica”, siguiendo órdenes de la Unión Europea. Otro de los puntos clave es el impuesto a la renta financiera, que va de la mano de una reforma tributaria y un plan contra la evasión fiscal. El control de importaciones es otra política en defensa de la industria y los productos nacionales frente a la competencia desleal.
En cuanto al plano social, la preservación de la seguridad y la promoción de la justicia social son el núcleo del modelo. A diferencia de Macron, Le Pen se opone a la suba de edad jubilatoria y el ajuste de haberes, incluso propone subir las jubilaciones al mínimo de mil euros y reducir la edad para aquellos que comenzaron a trabajar antes de los 20 años. Otro de los puntos clave es reforzar asignaciones para las familias francesas y las madres solteras, préstamos a tasa cero para las familias y jóvenes. El aumento de salarios en servicios esenciales como salud, educación y seguridad es otro punto del programa. También la apuesta a la construcción de 100.000 viviendas sociales por parte del Estado.
En el marco de la política exterior, el más importante, aparece un giro rotundo a la política francesa llevada adelante desde el Tratado de Maastricht (o tratado de la Unión Europea) que traza los lineamientos de política exterior y económicos. Marine Le Pen propone volver a la Europa de naciones y romper con Bruselas como con Berlin. Ante el conflicto ruso-ucraniano, ha propuesto, una vez terminada la guerra, establecer una alianza estratégica con Rusia, como el tan anunciado retiro de Francia de la OTAN. Tampoco ha sido reacia en criticar la diplomacia norteamericana y la injerencia de Washington en la política francesa. Desde un marco realista, la reivindicación de la soberanía nacional de Francia y su restauración en el marco de naciones como una potencia de diálogo y de paz son su principal aspiración. En su último discurso en Avignon, Le Pen proclamó: “Francia debe convertirse una vez más en una potencia de Paz, en una embajadora en el respeto de los pueblos, una defensora de las países sin voz, en una artesana del diálogo entre las naciones”. Marine Le Pen, en política exterior, recoge la tradición Gaullista mencionada en un principio.
En cuanto a la política, Le Pen desde su partido Agrupación Nacional ha construido un movimiento político, un “Movimiento nacional y popular de patriotas” como lo ha definido expresando a la Francia profunda, que representa a los franceses más allá de las facciones partidarias e ideológicas, sintetizándolo en una de sus últimas apariciones: “Nuestro partido es Francia”. La candidata ha logrado canalizar el descontento con Macron e interpretar la demanda de los franceses abandonados, la clase trabajadora y jóvenes. Una clase media destruida por las políticas europeístas de Macron, subordinado a la banca y la burocracia de Bruselas (Unión Europea).
En resumen, la reivindicación de la soberanía política, la independencia económica y la justicia social. El eje puesto en el orden y el trabajo. El llamado a la unidad nacional y la armonía social. La restauración de los valores culturales y la política de reindustrialización. La política exterior soberana y de tercera posición. El impulso de un Estado estratégico que reafirme la independencia francesa en áreas de interés nacional, hacen de la propuesta de Le Pen un “peronismo a la francesa”, retomando lo mejor de nuestra doctrina nacional, priorizando el trabajo y la defensa del interés nacional, con el pueblo como soberano. De salir triunfadora, sin duda marcará un cambio radical en la política global tal cual fue la llegada de Trump a Estados Unidos.
Quizás los políticos argentinos deberían tomar nota de lo que sucede en Francia y la diferencia entre una patriota que defiende los intereses de su nación desde el realismo político, frente a los cipayos y el simulacro, la farsa payasesca en la que han convertido al peronismo, travistiéndolo en un partido progresista de burócratas preocupados en ocupar puestitos en el Estado, haciendo todo lo contrario a Perón en nombre del peronismo.
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