Murió Indi Gregory, la bebé condenada por Reino Unido a eutanasia contra la voluntad de sus padres

Falleció Indi Gregory, la bebé que fue condenada por el Poder Judicial del Reino Unido de Gran Bretaña a ser desconectada de su asistencia respiratoria, contra la voluntad de sus padres, por padecer una enfermedad que fue considerada por los jueces como “incurable”.

En un comunicado, el padre de la bebé, Dean Gregory, dijo: “La vida de Indi terminó a la 01:45 am. Claire y yo estamos enojados, desconsolados y avergonzados. El NHS y los tribunales no solo le quitaron la oportunidad de vivir una vida más larga, sino que también le quitaron a Indi la dignidad de fallecer en la casa familiar donde ella pertenecía”.

“Lograron quitarle el cuerpo y la dignidad a Indi, pero nunca podrán quitarle el alma. Intentaron deshacerse de Indi sin que nadie lo supiera, pero nos aseguramos de que fuera recordada para siempre. Sabía que ella era especial desde el día en que nació. Claire la abrazó hasta su último aliento”, agregó.

“La niña inglesa fue asesinada -‘en su mejor interés’- por un sistema sanitario y jurídico impregnado de una cultura bárbara de la eutanasia, que se negó siquiera a intentar la propuesta clínica diferente del Hospital Bambino Gesù de Roma, sofocando el amor de sus padres. padres en los tribunales. Hoy todos estamos llenos de vergüenza: nos avergonzamos de una “modernidad” que, por “lástima”, asesina a los débiles e indefensos. Perdónanos Indi. En tu nombre seguiremos luchando para contrarrestar esta loca deriva de la eutanasia”, expresó por su parte la ONG italiana Pro Vita & Famiglia, que ayudó a los padres de Indi.

El “tribunal de la muerte” fue escrachado en las redes sociales con sus fotos: el juez Robert Peel, la jueza Eleanor King, el juez Peter Jackson y el juez Andrew Moylan.

El Tribunal de la Muerte
El Tribunal de la Muerte

El caso de Indi Gregory seguirá conmoviendo al mundo y multiplicando los repudios hacia la eutanasia y la cultura de la muerte.

Por el contrario, los modernos adoradores de Moloch estarán contentos con la resolución.

A pesar de la decisión del gobierno italiano de Giorgia Meloni de concederle la ciudadanía de su país y ofrecer pagar los costos del traslado a Roma, donde el Hospital Niño Jesús se había ofrecido a buscar un tratamiento alternativo a su enfermedad, las autoridades del Reino Unido se negaron sistemáticamente a permitir esta opción, insistiendo con la muerte de la bebé bajo las leyes de eutanasia.

Según la ley británica, la cuestión principal en tales casos es si el tratamiento propuesto redunda en el supuesto “interés superior del niño”. Los jueces han confirmado repetidamente las decisiones de los médicos de poner fin al soporte vital incluso cuando eso entra en conflicto con los deseos de los padres.

El jueves, el juez Robert Peel rechazó una apelación del padre de Indi que solicitaba permiso para trasladarla al hospital pediátrico del Vaticano para recibir tratamiento adicional. Con extrema frialdad, el juez dijo que su decisión se basó en hallazgos de que Indi tenía poca conciencia de lo que sucedía a su alrededor y una “calidad de vida extremadamente limitada”.

Entretanto, el padre de la bebé, Dean, contó detalles del caso a La Nuova Bussola Quotidiana, como que, cuando las ecografías detectaron líquido en el cerebro y problemas cardíacos, los médicos les “presionaron hasta el momento del nacimiento” para que la abortaran.

La niña empezó a tener problemas al poco de nacer, y fue al cumplir los dos meses cuando en el Queen’s Medical Centre de Nottingham, adonde la habían llevado, le detectaron el síndrome de depleción del ADN mitocondrial amenazando su supervivencia.

Dean comentó que, tras este diagnóstico, detectó un cambio de actitud de los facultativos: “Parecía que habían decidido renunciar a Indi… Nunca he tenido la sensación de que se empeñasen de verdad en ayudarla”.

A principios de septiembre les comunicaron que la niña no iba a recibir ningún tratamiento y que habían introducido en su ficha una orden de no reanimación a la primera vez que su vida estuviese comprometida: “Dije que no estaba de acuerdo. Nos dijeron que nuestro rechazo a colaborar podría judicializar el caso. No tuvieron ninguna compasión”.

Cuando, efectivamente, el hospital llevó la muerte de Indi a los tribunales, desde el hospital les advirtieron que debían “mantener reserva y no difundir la historia en redes sociales”. “Les dije”, cuenta su padre, “que no lo iban a conseguir y que la historia acabaría en todas ellas”. Les dieron solo 40 horas de preaviso antes de la primera citación judicial, que hubo que posponer porque no habían conseguido un representante legal.

Fue entonces cuando la madre de Charlie Guard, a quien el mismo sistema británico mató en 2017 por la misma enfermedad que Indi, les aconsejó acudir al grupo cristiano que ejerce su representación legal, Christian Concern.

Dean denuncia que el sistema es “unilateral”: “El servicio sanitario nacional, los abogados y los médicos se apoyan unos a otros, se comportan como amigos e incluso comen juntos. La familia no tiene ninguna posibilidad ni ningún derecho”. El padre de Indi acusa a los médicos de haber exagerado los dolores de la niña e incluso inventado ataques recurrentes de tos de 10 minutos que sus padres, que pasaban con ella diez horas al día, no habían visto nunca.

Cuando les llegó la noticia de que el gobierno italiano le concedía la nacionalidad italiana a Indi para favorecer su traslado a Roma, sus padres se emocionaron: “Había perdido toda fe en la humanidad y me la restituyeron, pero me hicieron sentir vergüenza de ser británico”. En el hospital, explica, se irritaron mucho y les aclararon que no la dejarían marchar: “Pareciera que estuviese en juego su reputación y que no podían permitir que se crease un precedente que pudiese animar a otros a seguir el ejemplo”.

Los médicos alegaban el peligro del traslado y desconfiaban de la utilidad de la cirugía cardíaca que planteaban sus colegas italianos: “Es cierto, sé que no hay curación”, reconocía Dean, “pero la enfermedad puede ser controlada”, sostenía.

En cuanto a la decisión de bautizar a su hija, la respuesta de Dean fue impactante: “No soy religioso y no estoy bautizado. Pero cuando estaba en el tribunal me parecía que me hubiesen arrastrado hasta el infierno. Pensé que, si el infierno existe, entonces debe existir también el paraíso. Era como si el diablo estuviese allí. Pensé que, si existe el demonio, entonces tiene que existir Dios”.

“Una voluntaria cristiana que visitaba todos los días el departamento de terapia intensiva me dijo que el bautismo te protege y te abre las puertas del cielo. También me impactaron mucho mis abogados del Christian Legal Centre, Louis Browne KC, Bruno Quintavalle y Pavel Stroilov, la forma en la que me apoyaron y su dedicación”, agregó.

“He visto cómo es el infierno y quiero que Indi vaya al cielo. Es más, he decidido que también yo y mi mujer deberíamos bautizarnos. Queremos estar protegidos en esta vida e ir al cielo”, finalizó.

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