
Por Carlos X. Blanco
Las “élites” europeas han cruzado tal número de líneas rojas (el rojo, color de la sangre) que solamente le caben estas respuestas a las naciones y pueblos del subcontinente.
La primera
En primer lugar , es preciso crear un amplio, amplísimo movimiento transversal y transnacional de rechazo a una guerra, la de Ucrania, que las élites mismas han propiciado, alimentado, causado, aguzado y que aún desean perpetuar. Transversal significa que aquí no debe haber “derechas” ni “izquierdas”, acciones de una marca ni de otra. Los pueblos de Europa nos jugamos la supervivencia, primero, y el bienestar, después. Nos jugamos nuestra misma existencia como comunidad de pueblos y naciones pertenecientes a una misma civilización. Si no se crea un amplio movimiento de los pueblos de Europa contras las élites otanistas y bruselenses, contra sus estructuras burocráticas y represivas, sus campañas de desinformación y manipulación, podemos darnos por muertos. Es preciso que los Sánchez, Macron, Starmer, Meloni, Merz y demás especímenes de traidores al pueblo, enemigos de Europa, no vuelvan a dormir tranquilos.
Nos meten en una guerra que no es nuestra. Esto ya de por sí es un crimen. La Federación Rusa sí es una nación “nuestra”, no un enemigo. Es un país europeo crucial para la supervivencia de Europa, una nación soberana con derecho a sentirse segura, libre de amenazas.
Trasnacional. Esta maldita guerra europea debe ser parada cuanto antes, y debe ser detenida por una reacción masiva de la sociedad civil –si es que todavía existe- de todos los países del subcontinente. En modo alguno es un pacifismo utópico lo que debe reverdecer. Me temo que la guerra está impresa en la naturaleza del hombre desde Caín y Abel. Este pacifismo concreto, no el abstracto, es el que hay que promover ahora. Creo que después de 80 años de insulsa “educación para la paz”, hipócritamente infundida en todo el subcontinente, llenando con palomitas blancas los colegios, y cantando el “Imagine” de Lennon, el verdadero rostro del pacifismo oficial ya es de sobra visible, y ya nunca más creíble: la UE contradice su moralina deviniendo el brazo civil de la misma OTAN. Se trata de pedir la paz PARA ESTA guerra, inadecuada, injusta, suicida para Europa. Guerra contra una potencia EUROPEA, dotada de buen armamento nuclear y con una población mil veces más llena de moral patriótica que la nuestra.
Igual que los judíos sionistas ya amortizaron con creces su visado para matar ad libitum y sin queja posible, como “hijos del Holocausto”, los “demócratas” pacifistas , hijos de Schuman, Monnet y Adenauer, ya enseñaron su diabólico rostro. Emperadores, ustedes están desnudos y el cuento se ha acabado.
La segunda
Abrir un frente judicial internacional para llevar a estas élites a los altos tribunales correspondientes con el fin de que respondan ante sus respectivos pueblos y ante la Humanidad por los crímenes de guerra cometidos, por la malversación de fondos públicos, por aviesa intención de crear conflicto internacional. Si se hizo un Núremberg para los nazis, hay otro que está esperando para la élite otanista (y sionista). Se deben recaudar fondos populares para la movilización jurídica que se precisará, así como para neutralizar el más que previsible boicot oficial a la misma.
La tercera
Aprender políticamente la lección, venga o no la debacle. Un desastre va a venir, y los escenarios amargos son éstos: a) Guerra Directa, que contra Rusia significa el fin de la Civilización Europea y millones de muertos, b) Prosecución sine die de la situación bélica actual, lo cual, por la vía económica, también será el fin de los tinglados del tipo UE, OTAN, así como de la farsa partitocrática nacional, dado que habrá rebelión callejera en cuanto falte el pan y el gas, y c) Reconocimiento más o menos tácito de la Derrota de la UE. Derrota, lo cual también va a significar un reajuste muy duro. Este escenario tercero, con ser malo (dada la situación generada por una élite corrupta, imbécil y sumisa a Estados Unidos), es el más franco. Supondría un “cambio de régimen” en la mayor parte de los Estados de Europa, con o sin rebelión popular. Porque la petición de paz ante Rusia significará, inmediatamente, deslegitimación inmediata de estas élites criminales, caída de todo el disfraz de “democracia” montado desde 1945, revisionismo de la Historia Mundial, especialmente de la II Guerra Mundial y de cómo se comportaron los angloamericanos en ella, y muchas otras cosas.
Si este revisionismo o, sin más, revisión, triunfa a todos los niveles, el europeo se levantará un día con la sensación de ser mucho más pobre, mucho más humilde, deseoso de que Rusia ayude, anhelante por empezar muchas cosas de nuevo. Revisará esas ideas ilustradas de “Progreso”, “Derechos Humanos” y “Democracia”, y comenzará poco a poco, a dejar de ser tan americano. La pobreza de ese interregno que nos llevará a otra Europa implicará descolonizarnos del yanqui y de muchos vicios salidos de sus laboratorios mentales, lo cual se notará hasta en el vestir y en el hablar. Pero, sobre todo, implicará que seguimos vivos y que aprenderemos una lección. La lección que no se enseña en las escuelas: no aceptes ser gobernado por gentuza.
