Rusia – Corea del Norte: un paso más en el reordenamiento del mundo actual – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez

Esta semana se ha producido un hecho clave con repercusiones en el mundo de la geopolítica. En su reciente visita a Pyongyang, el presidente ruso Vladímir Putin y el líder norcoreano KimJong-un firmaron un acuerdo de asociación estratégica integral, el máximo nivel de cooperación entre dos naciones.

Esta situación es un paso más en el reordenamiento mundial del mundo actual, que se despide de la hegemonía anglosajona, hacia un modelo multipolar con Rusia como actor central.
El principal periódico, con el mayor número de lectores, de Corea del Norte, Rodong Sinmun, publicó una nota del presidente Putin. Este periódico fue publicado por primera vez el 1° de noviembre de 1945 bajo el nombre Chǒngro, perteneciendo al Buró Norcoreano del Partido Comunista de Corea, hoy Partido del Trabajo de Corea.

Putin planteó que el fortalecimiento de las relaciones entre Pyongyang y Moscú, es el comienzo de un nuevo orden mundial basado en la justicia, que contrasta con el “orden basado en reglas” que promueve Occidente, desafiando de esa manera la hegemonía anglosajona.

El “triángulo” que intenta sostener los intereses de Occidente, está compuesto por Washington-Tokio-Seúl, al que se le enfrenta un nuevo equivalente asiático, Moscú-Beijing-Pyongyang.

En el acuerdo firmado, el artículo 4 del tratado de asociación estratégica Rusia-RPDC establece que; “si una de las Partes es objeto de un ataque armado por parte de uno o varios Estados y, por lo tanto, se encuentra en estado de guerra, la otra Parte proporcionará inmediatamente asistencia militar y de otro tipo con todos los medios a su disposición”. Esta situación se enfoca a lo que califica como “estado de guerra”, no a otras iniciativas que son contempladas del artículo 3.

Allí se establece otra situación que es calificada como una amenaza inmediata de un acto de agresión armada contra una de las Partes, la otra Parte, a petición, utilizará inmediatamente canales bilaterales para realizar consultas a fin de coordinar sus posiciones y acordar posibles medidas prácticas. Así también medidas para ayudarse mutuamente, para colaborar o para eliminar la amenaza emergente y consultas que se desarrollarán en una estrategia y medidas específicas.

La cooperación técnico-militar recobra importancia, el artículo 8 establece la posibilidad de llevar a cabo ejercicios militares conjuntos y otras “medidas análogas para fortalecer las capacidades de defensa con el fin de prevenir la guerra y garantizar la paz y la seguridad regional e internacional”.

Pero existe un problema para Rusia, que son las sanciones de la ONU implementadas a lo largo de los años en respuesta a sus programas de armas nucleares y misiles balísticos, buscando presionar al régimen norcoreano para que abandone su programa nuclear.

Podemos recordar las más importantes:
-Resolución 1718 (2006), prohibiendo la exportación de bienes y tecnología relacionados con armas, así como artículos de lujo.

-Resolución 1874 (2009), que fue adoptada tras la segunda prueba nuclear, aumentando las restricciones a las exportaciones y estableciendo un régimen de inspección de cargamentos sospechosos que puedan estar relacionados con el programa de armas.

-Resolución 2087 (2013) y Resolución 2094 (2013), que ampliaron las sanciones tras la tercera prueba nuclear de Corea del Norte y el lanzamiento de un satélite, considerado la misma como una prueba de misiles encubierta. Luego llegó la Resolución 2270 (2016): Que fue una de las más severas, adoptada después de la cuarta prueba nuclear, incluyó prohibiciones a las exportaciones de minerales, restricciones financieras, y aumentó las inspecciones de cargamentos.

-Resolución 2321 (2016): Se adoptó tras la quinta prueba nuclear y endureció aún más las restricciones, incluyendo límites más estrictos a las exportaciones de carbón.

-Resolución 2371 (2017) y Resolución 2375 (2017): En respuesta a las pruebas de misiles balísticos intercontinentales, estas resoluciones impusieron prohibiciones adicionales sobre las exportaciones de carbón, hierro, plomo, y productos del mar. También restringieron las inversiones y operaciones conjuntas.

-Resolución 2397 (2017): Fue adoptada después de otra prueba de misiles balísticos intercontinentales. Redujo aún más el límite de exportaciones de productos refinados de petróleo y restringió el suministro de maquinaria industrial, equipos de transporte y otros bienes.

Si bien Rusia apoyó esas resoluciones, siempre llamó a fortalecer el diálogo y diplomacia, defendiendo la idea de combinar estas sanciones con esfuerzos diplomáticos, como el reinicio de las conversaciones a seis bandas, que incluyen a Corea del Norte, Corea del Sur, Japón, China, Rusia y Estados Unidos, como una vía para resolver pacíficamente la crisis.

Asimismo, considera el impacto humanitario sobre la población norcoreana y ha abogado por excepciones en ciertas áreas para mitigar estas consecuencias, al igual que fortalecer las relaciones bilaterales.

Por ello, Moscú no puede abandonar las sanciones de la ONU a Corea del Norte de un momento para el otro, sin permitir que Rusia sea acusada de ser un país agresor que ayuda en secreto a Corea del Norte y desoye las resoluciones del Consejo de Seguridad. En consecuencia, debería ser privado del derecho de veto y/o despojado de su membresía permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Rusia considera que hay una tendencia hacia la desintegración del orden mundial actual, incluidas las estructuras de las Naciones Unidas, que han abusado de la doble vara y se han mostrado absolutamente ineficaces contra los conflictos actuales como el de Israel en Gaza o la guerra en Ucrania.

Por ello, el artículo 16 del tratado critica las “medidas coercitivas unilaterales”, abriendo paso a una reinterpretación de las sanciones, al mejor estilo occidental, y buscar formas de eludirlo, durante la próxima ronda de escalada.

Un paso interesante dado por el acuerdo es potenciar las propuestas del viceprimer ministro ruso, Marat Khusnullin, empleando trabajadores de Corea del Norte en las obras de construcción, incluso en los nuevos territorios de Rusia y en el Lejano Oriente. Esto sería útil para Rusia, país que ve limitada su capacidad de producción por escasez de mano de obra y podría darle capacitación a coreanos, dado que Pyongyang necesita personal cualificado. Se estima que puede ser un flujo de 10.000 trabajadores norcoreanos registrados como estudiantes en una primera etapa.

Se consideró en el acuerdo el impulso al desarrollo de un puente para vehículos entre Corea del Norte y Rusia, dado que solo hoy hay una comunicación ferroviaria que restringe los vínculos.

La cooperación entre Rusia y Corea del Norte, ha puesto nerviosa a Seúl, que siente esto como una amenaza. Si bien, la posición de Corea del Sur ha sido de enviar materiales bélicos a Ucrania en la menor medida posible, ha firmado enormes negocios militares de provisión de tanques y cazas a Polonia, además de haber apoyado las sanciones contra Rusia.

Moscú ve cómo el diálogo y la argumentación no son suficientes para torcer las presiones de Washington y ha decidido subir la apuesta. Armar a Norcorea es un paso fundamental para obligar al Sur a tener una posición más amistosa, sabiendo que pende sobre su cabeza la espada que se ha constituido con una Norcorea modernizada y apoyada por grandes potencias.

Seúl sabe ahora que el hecho de seguir involucrándose en el ataque a Rusia puede tener un costo más que significativo a manos del gobierno de Kim Jong-un, por lo cual necesitará el apoyo de Putin para controlar a su vecino. Dar un paso en falso será confiar en que EE. UU. y sus socios occidentales se enfrentarán contra Rusia y China para defenderla, algo que plantea serias dudas. La agenda de Washington no contempla lealtades y se basa en sus propios intereses, no en otras cuestiones.

China, el socio de Rusia hoy, ha tenido una reacción moderada pero favorable a este acercamiento. El Global Times escribió que esta cooperación puede asustar a los EE. UU., desmintiendo a los medios occidentales que hablaban de un posible malestar de Beijing ante este paso ruso, dado que China tiene un acuerdo con Corea del Norte de 1961, donde garantiza asistencia militar.

No obstante, en el 2018, China se molestó por sus pruebas nucleares con su vecino coreano y cercenó el apoyo militar a solo si el Sur iniciaba la guerra, en caso de ser el Norte, el compromiso se limitaría solo a lo diplomático.

Hoy la situación geopolítica ha variado, ya el gobierno de Xi no es visto con simpatía por Occidente, no es un socio comercial de la UE y sus aspiraciones de ser dejado en paz porque China era apenas “una potencia mediana que aspira a que sus ciudadanos vivan mejor”, ya no son posibles.

Occidente ha identificado a China no solo como una amenaza, sino como una amenaza estratégica, y ha respondido con una escalada de sanciones comerciales que auguran un paso a las acciones militares directas contra el gigante asiático. China ahora debe enfrentar el problema militar y para ello le resulta indispensable, al menos por algunos años más, el apoyo ruso. Las fuerzas armadas chinas, si bien crecen en forma exponencial y desarrollan una renovación impactante, carecen de experiencia de combate real reciente y no está en su propia naturaleza ser una nación guerrera. Los genes chinos son comerciales y se siente cómoda Beijing en esa posición, por lo cual, difícilmente asuma dar un paso que condicione hoy su relación con Rusia, sabiendo que el verdadero enemigo de EE. UU. es ella misma.

Por lo tanto, el acuerdo con sumar a Corea del Norte a una alianza militar contra la presión estadounidense en la región, le es absolutamente conveniente.

Aun cuando Rusia gane influencia en una nación del área de seguridad máxima de China, es recomendable sumar esfuerzo para la guerra que se avecina y que Taiwán y Japón, con el apoyo australiano, filipino y de alguna otra nación del indo pacífico, puedan impulsar.

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