Por Marcelo Ramírez
La caída de Jerson ha desatado una vuelta más de una feroz retahíla de propaganda disfrazada de noticias con el ánimo de influir en el curso de la guerra real. Desde nuestra visión occidental, los medios y las redes determinan que se produce un vuelco en la guerra. La misma se la observa como si fuera un videojuego donde los combatientes deben brindarse por el espectáculo y no actuar con la lógica militar natural.
Rusia no es la primera vez que emplea la táctica de regalar terreno para hostilizar a sus enemigos, desgastar y luego finalmente avanzar sobre ellos. Solo basta recordar la II Guerra Mundial, la Gran Guerra Patria para los rusos, para comprender cómo se empleó este recurso militar.
Si bien no es comparable a primera vista la Wehrmacht alemana en la cúspide de su poderío con las FFAA de Ucrania, tampoco debemos olvidar que Rusia enfrenta hoy no a un país, sino a un conjunto de naciones nucleadas en la OTAN y apoyadas por algunas otras como es el caso de Japón o Israel. Rusia enfrenta al Occidente Colectivo, por lo que las fuerzas que le disputan la guerra son muy poderosas.
Después de un primer intento de producir una debacle ucraniana, algo que no resultó por algunas razones como, por ejemplo, que Kiev prohibió los 11 partidos políticos opositores e implementó una férrea dictadura controlando los medios de comunicación y presionando a quienes se opusieran de cualquier forma a Zelensky.
Los apoyos de la OTAN en su conjunto fueron determinantes para que el régimen se mantuviera en Kiev y obligara a Rusia a un replanteo militar. Si bien Moscú se apoderó de cerca de un 25 % del territorio ucraniano, la ofensiva por el norte permitió dividir las fuerzas de Ucrania e impedirles fortificar sus defensas en el sur, pero la prensa presentó la retirada como una derrota.
Lo mismo sucede hoy en Jerson. Moscú, ante la amenaza de que los ucranianos destruyan una represa y generen una inundación que impediría el normal abastecimiento de la guarnición destinada a esa ciudad en el margen occidental de Dniéper. Decidió fortalecerse entonces en el margen izquierdo, que por cuya altura no será afectada.
Esto lo hizo pausadamente, primero evacuando los civiles y luego a las tropas. Ordenadamente, estableció una frontera natural y ahora una fracción de las tropas que defendían Jerson son suficientes para defender la nueva división.
La prensa y las redes, que magistralmente dirige Occidente, nuevamente presentaron esto como una derrota rusa. Lo es en parte porque se han retirado, pero el costo exiguo hace que no sea una derrota que comprometa nada de la operación.
La publicación de presuntas negociaciones entre Biden y Zelensky, donde el ucraniano no menciona como condición que Putin abandone el poder, son la frutilla del postre para mostrar al mundo que Rusia está a punto de ser derrotada. El costo es perder sus territorios, inclusive Crimea, y pagar compensaciones de guerra, esto último la excusa para quedarse con los 300.000 millones de dólares incautados a Rusia por Occidente.
Pero esto no es más que propaganda, Rusia no ha perdido tropas en Jerson como tampoco en Járkov. Ucrania ha pagado un costo muy alto en hombres y equipamientos militares para conquistar territorio que cuando llegue el invierno les costará un enorme sacrificio defender.
Esta propaganda sirve también para que los gobiernos occidentales calmen, al menos un poco, los reclamos sobre la desastrosa gestión de la crisis.
No exageramos al calificarla así, cuando no solo se ha desatado inflación y crisis económica, sino que la locomotora europea ha descarrilado y perdido en consecuencia parte de su industria y tecnología, que se muda a EE. UU.
Pero hay más, los arsenales de la OTAN se muestran desabastecidos, nadie sabe quien pagará los costos de reposición, armas sofisticadas alemanas, francesas y estadounidenses caen en manos rusas, quien las puede estudiar para buscar medios para neutralizarlas. El envío de sistemas antiblindados como los Javelin y los NLAW por 140 millones de dólares a Irán a cambio de sistemas de drones, sirven como muestra de que la realidad es un poco más complicada de lo que plantea la propaganda y los análisis simples.
Esta pérdida no solamente le ha hecho conseguir armas gratis iraníes, sino que se puede prever que esas armas serán luego utilizadas en Medio Oriente contra blindados de EE. UU. o Israel.
La guerra es entre Rusia y el Occidente Colectivo, y eso hace que Ucrania no sea más que una batalla que se libra en muchos planos, entre ellos, el militar. La retirada de Jerson es una maniobra militar dentro del contexto del enfrentamiento en ese territorio, que a su vez se incluye en un marco mayor que es el enfrentamiento global entre Rusia y sus aliados contra EE. UU. y los suyos. Por lo tanto, esta maniobra militar debe ser justipreciada de acuerdo a esta realidad.
El apremio por buenas señales impulsa el ataque kamikaze ucraniano y la necesidad de inflar noticias. Si bien en la guerra la mentira es la primera baja, es ilusorio creer que el enemigo será derrotado solo por la propaganda en los propios países.
Podemos hacer un repaso breve del cuadro de situación y desde allí poder evaluar mejor quien está ganando la guerra y qué puede suceder.
- La economía rusa casi no ha sido dañada por las sanciones, sus centros productivos están fuera del alcance de Kiev, ha fortalecido sus nexos con naciones claves como China, India, Irán, Arabia Saudí y Turquía, entre otras.
- Ucrania se encuentra en la situación opuesta, su economía está destruida, su infraestructura crítica y sus centros de reproducción bajo ataque.
- Rusia apenas ha utilizado una parte pequeña de sus fuerzas armadas, puede convocar muchas más tropas, su producción militar se mantiene firme y sus recursos intactos y abundantes. Ucrania ha volcado prácticamente todo lo que tenía en reserva.
- Los apoyos externos ucranianos están sufriendo una crisis económica, sobre todo Europa. Por el contrario, China, Irán, Cora del Norte, están trabajando sin problemas.
- La estabilidad política de Rusia y sus aliados es más firme que la de Ucrania y los suyos, con varios gobiernos caídos en desgracia y protestas crecientes.
- Rusia ocupa territorios donde se disputa la guerra, nada indica que la misma puede desatarse en territorio ruso anterior a la anexión.
Es difícil en este cuadro pensar que a Putin le está yendo mal en el enfrentamiento con Occidente, en los distintos terrenos mantiene una mejor posición que antes del 24 de febrero pasado. Si bien le puede ir mejor, pues siempre se puede ambicionar algo más, en líneas generales, su posición se ha visto fortalecida.
A comienzos de este año Arabia Saudí aún se la consideraba más cerca de EE. UU., China estaba bajo observación y no pocos creían que iba a traicionar a Rusia, India se la ubicaba como futura participe del AUKUS y Turquía era una parte de la OTAN menos dubitativa y más confiable que lo que es hoy.
No es esto lo único a considerar, hasta ese 24 de febrero, las sanciones de Occidente eran capaces de quebrar a cualquier economía, o al menos se suponía. Rusia no solo demostró el error, sino que acelero una arquitectura paralela a la financiera, salió del Swift y cruzó todas las líneas rojas de Occidente. Nada le sucedió.
Evidentemente, no podemos decir que Putin ha cometido error serio alguno, solo es propaganda sin base analítica que la sustente. Las variantes, vistas en la situación militar, deben ser asimismo contempladas dentro del cuadro político y geopolítico general.
Considerar, por ejemplo, que Rusia debería haber destruido la infraestructura ucraniana al comienzo de la guerra y al estilo occidental, tiene una lógica férrea desde el punto de vista militar, sin embargo, las señales políticas son diferentes.
Por ello, muchas de estas decisiones deben considerarse desde un punto de vista más amplio, sopesando cada una de las consecuencias en otros órdenes y no exclusivamente en el militar.
La realidad es que si observamos detenidamente la situación, podemos determinar que quien ha sufrido un deterioro visible es el propio Occidente Colectivo, que además se está quedando sin una pata.
El socio más poderoso de los EE. UU. era la UE, sin embargo, la desesperación por evitar que el colapso avance sobre Washington, el núcleo del poder del globalismo, ha empujado a decisiones que debilitan el conjunto. La situación alemana, el conflicto que comienza con Francia, la precariedad de la propia UE, son todos signos de una debilidad extrema que repercute negativamente sobre EE. UU. que pierde a su lugarteniente más poderoso, aunque eso sea poco visible a corto plazo.
EE,UU. empieza a quedarse solo, el Occidente Colectivo y sus satélites que sancionan en consonancia, con las órdenes de Washington, apenas representan un 25 % del total de las naciones. La desobediencia crece y la solución de perder la UE, o al menos hacer caer su importancia, no es la mejor.
Luego de que la cumbre de la ASEAN ratifique su prescindencia del conflicto entre China y EE. UU., solo Japón y Corea del Sur quedan como bases importantes en lo económico y en lo militar.
Lo que no podemos saber es hasta cuando, porque en Japón hay signos internos de malestar y corre el riesgo de ir quedándose aislado de las iniciativas que China propone en la región, a las que India puede sumarse.
En este contexto, Seul también es una incógnita. Con la amenaza del Norte y los EE. UU. que no puede garantizar su seguridad, con China creciendo militarmente y dueña de la región económica, más Rusia que se endurece… lo más prudente es mantenerse al margen de las aventuras militares anglosajonas.
En definitiva, en medio de este cuadro someramente descripto, la retirada rusa en Jerson, cruzando la costa, no parece que tenga el significado que le pretende dar en la prensa global occidental.
Bien, entonces podemos preguntarnos si Putin debería dejarse llevar por lo que dice un blog e Internet o una noticia de la prensa corporativa y ordenar el sacrificio de miles de soldados como hace Ucrania, o la mejor alternativa es no enfrascarse en desgastadoras batallas y buscar actuar con inteligencia.
Una vez más, el tiempo juega a favor de Rusia y China. No hay razones para dejarse llevar por la prensa y actuar en forma irracional. Putin, como ha hecho la URSS durante la guerra, se retira y espera oportunidades.
Tal vez con el invierno veamos una ofensiva aprovechando las ventajas comparativas de contar con líneas logísticas más firmes, control del espacio aéreo, una situación interna mucho más estable que Occidente y con una comunidad internacional que comienza a ver las debilidades del otrora poderoso y hegemónico Occidente atlantista.
Notoriamente, Rusia está haciendo un juego estudiado y efectivo, no se deja tentar por los cantos de sirena y sigue el objetivo del desgaste occidental. No necesita precipitarse, alcanza solo con esperar que la situación madure y el fruto caiga en sus manos sin mayores esfuerzo.
Quienes vivimos en Occidente, sumergidos en la propaganda, nos cuesta comprender la totalidad del asunto, nos confundimos viendo un cuadro del film y no el film completo. La propaganda detiene el film en un cuadro elegido arbitrariamente para desde allí extrapolar conclusiones erróneas para trazar una realidad ausente. Si no hiciera eso, sus propias estructuras institucionales y sociales se derrumbarían ante la perspectiva que se cierne sobre su futuro.
La propaganda, y esto lo debe saber Occidente, solo sirve para mantener el frente interno unido, pero no alcanzará para torcer el rumbo final.
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