Santo Tomás contra obispos y derechita valiente – Por Juan Manuel de Prada

Por Juan Manuel de Prada

Sin duda, el momento más arrebatadamente friqui de la vida pública española durante el verano que ya declina ha sido el rifirrafe que mantuvieron la derechita valiente y los obispos, donde ambas partes defendieron sofismas y falacias burdas, en una suerte de final de la Champions de la irracionalidad. No podemos dejar que el verano se extinga sin señalar los ‘loci memorabiles’ (o ‘hits’, que diría un palurdo) de aquel rifirrafe.

Primeramente, la derechita valiente abogó por prohibir la celebración en espacios públicos de las oraciones comunitarias de los musulmanes, aduciendo que son prácticas ajenas a «nuestras tradiciones y costumbres». Pero también son contrarias a «nuestras tradiciones y costumbres» las carnavaladas de Halloween o el Orgullo Gay, los conciertos de reguetón y los mítines políticos; y para celebrar todas estas bazofias se ceden espacios públicos a porrillo, desde escuelas hasta pabellones deportivos. En realidad, todos los actos públicos que han adquirido carta de naturaleza durante el Régimen del 78 son radicalmente contrarios a «nuestras tradiciones y costumbres»; o, dicho más exactamente, han sido introducidos para destruirlas. Así que pretender que los musulmanes no puedan rezar en espacios púbicos mientras se permiten todas estas bazofias es burda demagogia que sólo busca obtener reacciones paulovianas.

Pero hete aquí que la Conferencia Episcopal hizo entonces una estrafalaria anagnórisis (interrumpiendo su inefable vocación sesteante), para defender las oraciones de los musulmanes en espacios públicos, fundando su rechazo a la propuesta de la derechita valiente en el «derecho humano universal a la libertad religiosa». Para defenderse, desde la derechita valiente soltaron entonces al ruedo un sofisma tremebundo, alegando que su oposición a la celebración de las oraciones musulmanas no pretendía poner en tela de juicio la «libertad religiosa», sino proteger a los españoles de una «ideología totalitaria y extremista» como el islamismo, que defiende prácticas como «la promoción de la guerra santa, la ablación genital femenina, la persecución de los homosexuales o el matrimonio infantil». ¡A esto se le llama confundir el culo con las témporas! Para combatir esas lacras ya existen leyes que las prohíben y castigan a quienes las practican; y no veo que en las oraciones del Ramadán o la Fiesta del Cordero se promuevan o exalten.

Cocinando este zurriburri, la derechita valiente adoptaba la estrategia del calamar, para evitar que se la acusara de ir en contra de los derechos humanos, a la vez que criminalizaba a los musulmanes, metiendo en el mismo saco sus devociones con una ensalada de crímenes variopintos de matriz islamista o tribal. En escala bajuna, es la misma técnica barullera y confusionaria que emplean todas las terminales anglosionistas para provocar reacciones viscerales entre los zoquetes y los fanáticos: se mete a todos los musulmanes en el mismo saco, para hacerlos odiosos, y así se pueden luego justificar las masacres de musulmanes pacíficos o el derrocamiento de gobernantes musulmanes que protegen a los cristianos, para entronizar –¡oh, paradoja máxima!– a los islamistas que perpetran esos crímenes aberrantes.

Vayamos ahora con la Conferencia Episcopal, ‘agente provocador’ del zurriburri de la derechita valiente, que se erigió en paladín de la «libertad religiosa», invocando el bodriete constitucional y la Declaración Universal de Derechos Humanos (las mayúsculas que no falten). En realidad, la «libertad religiosa» es un principio –radicalmente contrario al concepto cristiano de libertad– que la Iglesia católica adoptó tácticamente, para que la fe católica no fuese perseguida en países donde no era mayoritaria; pero que, a la postre, sólo ha servido para su arrinconamiento e irrelevancia en aquellos países donde lo era. La doctrina católica defiende el libre albedrío; pero no puede defender una libertad de acción que conduzca a las personas a adherirse a creencias destructivas o grotescas. En realidad, decir «libertad religiosa» es como decir que la verdad no existe o no importa, algo inaceptable en términos filosóficos. Como afirmaba León XIII en su encíclica ‘Inmortale Dei’: «Si la inteligencia se adhiere a opiniones falsas, si la voluntad elige el mal y se abraza a él, ni la inteligencia ni la voluntad alcanzan su perfección; por el contrario, abdican de su dignidad natural y quedan corrompidas. Por consiguiente, no es lícito publicar y exponer a la vista de los hombres lo que es contrario a la virtud y a la verdad, y es mucho menos lícito favorecer y amparar esas publicaciones y exposiciones con la tutela de las leyes».

La «libertad religiosa», al declarar igualmente dignas todas las creencias religiosas, consagra la mentira y permite que las personas abdiquen de su dignidad natural. La posición católica cabal aboga por la tolerancia prudencial, que no consiste en aceptar todas las opiniones, creencias o conductas como si todas poseyesen igual valor (o sea, el puro relativismo que impulsa la «libertad religiosa»), sino en permitir algo que no se aprueba, considerando que su prohibición podría acarrear daños más graves. Santo Tomás lo explica maravillosamente en la ‘Summa’ (II-IIae, 10-11), poniendo ejemplos como la prostitución o la práctica religiosa de los infieles, cuando sostiene que «en el gobierno humano, quienes gobiernan toleran también razonablemente algunos males para no impedir otros bienes, o incluso para evitar males peores», como pueda ser la extensión de la discordia. Además, la tolerancia, bien conducida con caridad y prudencia, puede servir para disuadir a muchas personas del mal y encauzarlas hacia el bien. Y, en fin, la tolerancia repele a los intolerantes que buscan imponerse y puede exigir reciprocidad; y así se acabaría con el problema de la inmigración masiva.

Frente a las falacias y sofismas de los obispos y la derechita valiente, Santo Tomás de Aquino.

CONTRA LA CENSURA: Si le gustó nuestro trabajo apoye a KontraInfo con su suscripción. No recibimos ni recibiremos jamás dinero de ONG's ni partidos políticos. Por hacer un periodismo alternativo venimos siendo sistemáticamente censurados y desmonetizados.

Las opiniones y análisis expresados en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción de Kontrainfo. Intentamos fomentar el intercambio de posturas, reflejando la realidad desde distintos ángulos, con la confianza de aportar así al debate popular y académico de ideas. Las mismas deben ser tomadas siempre con sentido crítico.
*Ayúdenos con su suscripción, ingresando a este enlace.

Si va a reproducir este material, cite la fuente: www.kontrainfo.com