Por Juan Manuel de Prada
Allá por los años cincuenta y sesenta, en plena paranoia antisoviética, se impuso la expresión ‘tonto útil’, con tanto éxito que llegó a perder su significado originario, para pasar a designar a quienes, defendiendo una causa cualquiera –una causa que puede ser legítima, incluso noble–, se dejan manipular o utilizar por aquellos otros que actúan con malevolencia, astucia o intereses encubiertos.
Aunque les duela reconocerlo, mis amigos comunistas y honrados saben que, al participar en las protestas que boicotearon diversas etapas de la Vuelta Ciclista a España, actuaron como tontos útiles al servicio del doctor Sánchez y sus mariachis. Saben perfectamente que el doctor Sánchez ha mostrado su «respeto» y «admiración» por sus protestas, prueba inequívoca de que las considera beneficiosas para sus sórdidos intereses, que se resumen en mantenerse aferrado a la poltrona. Saben perfectamente que han sido varios los ministros –en activo o cesantes– que han aplaudido sus protestas (¡o incluso han participado en ellas!) después de haber firmado cientos de contratos militares con Israel. Saben perfectamente que, si en la Casa Blanca hubiese un mandamás del Partido Demócrata, el doctor Sánchez y sus mariachis no mencionarían siquiera lo que está sucediendo en Gaza. Saben perfectamente que todas las medidas adoptadas recientemente por el doctor Sánchez y sus mariachis contra Israel son señuelos grotescos (al estilo de la ‘abolición’ de la prostitución, las ayudas al alquiler y demás engañifas inanes o dañinas), amén de gravemente inmorales, pues no obedecen a otro propósito que no sea apartar la atención de la cochambre que invade los establos de Augias de Ferraz y Moncloa. Saben perfectamente, en fin, que todas las excusas ‘técnicas’ que invocan para que tales medidas no sean efectivas son tomaduras de pelo (recordemos que, en cambio, las sanciones contra Rusia tardaron minutos en decretarlas).
Mis amigos comunistas y honrados saben perfectamente que su boicot de la Vuelta Ciclista, lejos de incomodar al doctor Sánchez y sus mariachis, les ha permitido instalarse en un postureo complaciente, proponiendo ‘medidas chorras’ e inanes contra Israel, concebidas para halagar a cretinos y mamacallos, como anunciar la retirada de España del festival de Eurovisión. Han actuado como tontos útiles dirigiendo sus protestas contra una celebración deportiva, en lugar de dirigirlas contra el doctor Sánchez y sus mariachis, reventado todas sus apariciones públicas, cercando los palacios y casoplones donde viven a cuerpo de rey, exigiéndoles que rompan relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, que denuncien los tratados con Estados Unidos y exijan la retirada de las tropas americanas de las bases militares sobre territorio español donde se está prestando apoyo logístico y militar a Netanyahu. Si hubiesen actuado así, la bofia les habría tundido las costillas de veras, hasta dejarlos hechos unos eccehomos, por orden directa del doctor Sánchez y sus mariachis; pero habrían desenmascarado la sórdida verdad que con sus protestas de tontos útiles han ayudado a encubrir, convirtiendo al doctor Sánchez y sus mariachis en paladines de Palestina.
En esta labor de ‘blanqueamiento’ del doctor Sánchez y sus mariachis, hay que señalar también el patético comportamiento de la derecha, que es el ‘compañero de viaje’ que el doctor Sánchez y sus mariachis necesitan para posar de benefactores de la causa palestina, después de haber firmado cientos de contratos militares de colaboración con Israel. Por ‘compañero de viaje’ entendemos a quien, sin pertenecer a una organización política, favorece sus estrategias, robustece sus posiciones, encubre sus felonías y logra que su inescrupulosidad y falta de principios resplandezcan ante las masas cretinizadas como valerosas muestras de integridad moral. Tales cometidos propios del ‘compañero de viaje’ se pueden ejecutar mediante la adhesión pánfila, pero también creando antagonismos chirriantes en los que el ‘compañero de viaje’ asuma el papel de villano defendiendo lo indefendible, mientras la organización política a la que auxilia recoge las mieles del aplauso, engañando a los zoquetes con postureos inanes. Así está actuando la derecha española, alineándose enloquecidamente con Israel, justificando una matanza indiscriminada, entrando al trapo de absurdas controversias lingüísticas perdidas de antemano e incurriendo en el error párvulo de aplaudir todo lo que el enemigo ideológico denuesta (aunque sea de boquilla) y denostar todo lo que el enemigo ideológico aplaude (aunque sea de mentirijillas). Así, la derecha española se ha convertido en el payaso de las bofetadas que defiende siempre las causas más mugrosas y disuasorias, que chapotea en los lodazales más hediondos, allá donde ninguna persona que no esté fanatizada puede acompañarla.
En lugar de señalar la desfachatez y las contradicciones flagrantes de unos cínicos que ocultan sus vergüenzas instrumentalizando las protestas de los tontos útiles, la derecha española se muestra más indignada por unas puñeteras vallas arrojadas al suelo en una carrera ciclista que por dos años de niños mutilados, destripados o convertidos en carne para hacer albóndigas. Y, en el colmo de la ceguera suicida, alaba a quienes los han mutilado, destripado o convertido en carne para hacer albóndigas, como salvadores del ‘mundo occidental’ (entendiendo por ‘mundo occidental’ el pudridero apóstata y aplastado por sucesivas invasiones bárbaras que la derecha ha contribuido alegremente a crear). Sospecho que en el apoyo desquiciado de la derecha a Israel actúan (aparte de untes muy notorios en sus gerifaltes) pulsiones inconfesables en su clase de tropa, que tienen su raíz en una conciencia constante de humillación y derrota, propia de quienes han abandonado las causas propias (por comodidad, por consenso, por chupar del bote) y ya sólo pueden encontrar una identidad prestada cayendo en la trampa de la demogresca y el antagonismo pauloviano, denostando las causas que el adversario ideológico aplaude y viceversa, aunque le toque bailar con la más fea, aunque le toque acostarse con la novia cadáver, el sacamantecas y Jack el Destripador.
No hace falta añadir que, entre tontos útiles y compañeros de viaje, el doctor Sánchez y sus mariachis están más contentos que unas castañuelas.
