
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado las tensiones diplomáticas con Nigeria al ordenar al Pentágono preparativos para un posible ataque militar contra el país africano más poblado del mundo, si el gobierno de Abuya no actúa de inmediato contra los grupos extremistas islámicos, como Boko Haram, responsables de ataques a la población cristiana. En un mensaje publicado en su red social Truth Social, Trump acusó al gobierno nigeriano de permitir «horribles atrocidades» y advirtió que Washington suspendería toda ayuda económica y podría intervenir con «todas las armas en la mano» para «aniquilar por completo a los terroristas». Esta declaración, emitida este sábado, marca una escalada en la retórica de la administración Trump respecto a la protección de minorías religiosas en África.
Nigeria, el país más poblado de África, es uno de los más ricos en recursos naturales del continente, con una economía fuertemente dependiente del petróleo y el gas natural, que representan alrededor del 90% de sus exportaciones. Sin embargo, posee una diversidad impresionante de minerales sólidos y otros recursos estratégicos, como oro, litio, hierro, coltán, bauxita, plomo y zinc, que podrían impulsar su diversificación económica.
Trump detalló en su publicación que la intervención sería «rápida, brutal y contundente», emulando el estilo de los ataques terroristas contra los cristianos, a quienes describió como «nuestros amados». El mandatario urgió a las autoridades nigerianas a «actuar con rapidez» para evitar una respuesta armada de Estados Unidos, argumentando que el país africano se ha vuelto «deshonrado» por su inacción. Esta amenaza surge en un contexto de crecientes preocupaciones en Washington por la violencia sectaria en Nigeria, donde grupos como Boko Haram han perpetrado atentados que han cobrado miles de vidas en los últimos años, exacerbando divisiones étnicas y religiosas en una nación de 220 millones de habitantes.
El Departamento de Defensa de EE.UU. confirmó los preparativos militares en un comunicado oficial. Pete Hegseth, jefe del Pentágono, declaró en la plataforma X: «El asesinato de cristianos inocentes en Nigeria —y en cualquier lugar— debe terminar de inmediato. El Departamento de Guerra se está preparando para la acción». Esta respuesta oficial transforma la retórica de Trump en un ultimátum concreto, con informes iniciales indicando que unidades especializadas podrían ser desplegadas en la región del Sahel si no hay avances en la protección de comunidades cristianas. Analistas en Washington ven en esto una extensión de la política exterior de Trump, que prioriza la defensa de valores cristianos en el extranjero.
El gobierno nigeriano rechazó categóricamente las acusaciones de Trump, calificándolas de inexactas y ajenas a la realidad local. En un comunicado de la Cancillería, Abuya enfatizó: «Si bien Nigeria aprecia la preocupación global por los derechos humanos y la libertad religiosa, estas afirmaciones no reflejan la situación sobre el terreno. Los nigerianos de todas las confesiones han vivido, trabajado y practicado su fe juntos de manera pacífica durante mucho tiempo». El presidente Bola Ahmed Tinubu, en un mensaje en X, añadió: «La caracterización de Nigeria como un país intolerante en materia religiosa no refleja nuestra realidad nacional, ni toma en cuenta los esfuerzos constantes y sinceros del Gobierno para salvaguardar la libertad de religión y de creencias para todos los nigerianos». Tinubu propuso una cooperación bilateral para fortalecer la lucha contra el terrorismo y la armonía interreligiosa.
La amenaza de intervención estadounidense podría tener repercusiones profundas en las relaciones bilaterales, que incluyen acuerdos comerciales y de seguridad valorados en miles de millones de dólares. Expertos advierten que un ataque militar no solo escalaría el conflicto en Nigeria, sino que podría desestabilizar toda la región subsahariana, atrayendo a actores externos como potencias rivales. Mientras el Pentágono avanza en sus planes, Nigeria insiste en su compromiso con la paz interna y la diplomacia, dejando en el aire si las palabras de Trump se traducirán en acción o permanecerán como una táctica de presión. La comunidad internacional observa con preocupación este pulso entre superpotencia y gigante africano.

