En medio del creciente endeudamiento y la crisis económica que atraviesa la Argentina, el analista financiero y político argentino-israelí Carlos Maslatón afirmó: “Un día nos van a pedir la Patagonia, las Malvinas y la Antártida para condonarnos parte de la deuda». Y agregó: «Argentina, endeudada con el extranjero, desaparece. Es urgente frenar esta locura del gobierno”.
La advertencia del analista llega en un momento crítico para Argentina, que desde 2019, bajo la gestión de Alberto Fernández, intenta reestructurar una abultada deuda externa con acreedores privados, además de los 45 mil millones prestados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) durante el gobierno de Mauricio Macri. La historia reciente avala estas preocupaciones: en 2014, una sentencia judicial en Estados Unidos obligó a Argentina a caer en un default selectivo al no poder pagar a ciertos bonistas, un episodio que aún resuena en las negociaciones actuales.
El temor a perder territorio no es nuevo. Argentina mantiene desde hace siglos una disputa soberana con el Reino Unido por las Islas Malvinas, cuya ocupación colonial británica data de 1833, y comparte reclamaciones sobre la Antártida con Chile y el Reino Unido. En Patagonia, la compra masiva de tierras por parte de inversores extranjeros, así como la visita persistente de soldados israelíes, ha generado alarma desde hace años.
La cesión de territorios no es algo que nunca haya ocurrido, hay ejemplos a lo largo de los últimos siglos e incluso más recientemente. Tajikistan, un país con una economía frágil tras la disolución de la Unión Soviética, enfrentó deudas significativas con China. En 2011, acordó ceder aproximadamente 1,000 km² de territorio disputado en la frontera oriental a cambio de que China condonara una deuda de cientos de millones de dólares.
El post en redes sociales de Maslatón también resuena con eventos internacionales recientes. En febrero de 2025, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky acusó a la Unión Europea y a Estados Unidos de pretender quedarse con el 50% de los recursos naturales de su país, un precedente que alimenta las sospechas sobre las intenciones de los acreedores globales. En este contexto, la deuda podría convertirse en una herramienta para presionar a Argentina a ceder territorios estratégicos.