En un discurso para la conferencia de Bornholm, el ex nuncio apostólico en los EEUU, arzobispo Carlo María Viganò, fustigó al Foro Económico Mundial con su idea de un “Gran Reinicio”, a tono con la Agenda 2030, y propuso conformar una Alianza Antiglobalista.
La disertación, que fue brindada en la conferencia que se desarrolló entre los días 15 y 17 de junio de 2023 en Dinamarca, fue censurada por la plataforma Youtube,
La misma decía lo siguiente:
Queridos amigos, permítanme agradecer a los organizadores de esta conferencia y saludar a todos los participantes. Vuestra presencia y el hecho de compartir la alarma por el golpe de Estado global -junto con muchos otros grupos y movimientos de todo el mundo- debe ser para todos nosotros motivo de gran consuelo, porque significa que el ataque al que estamos asistiendo encuentra una oposición firme y decidida que no está dispuesta a dejarse imponer el plan criminal de los siervos del Foro Económico Mundial.
Ustedes han tenido la oportunidad de escuchar otras intervenciones, en las que se les ha explicado en forma exhaustiva cómo se fraguó este golpe de Estado a lo largo del tiempo, quiénes son sus autores y cuáles son los objetivos que se propusieron. Durante los últimos tres años, yo mismo he denunciado muchas veces el uso instrumental de la farsa pandémica y de la vacunación masiva como un experimento de ingeniería social, a través del cual no solo patologizar a la población mundial después de haber exterminado una parte de ella, sino también crear la condiciones para un control capilar de toda actividad humana. Este control sirve para hacer posible el crédito social, ya vigente en la dictadura comunista china: a través de este sistema, los ciudadanos son sometidos a una evaluación de su comportamiento “virtuoso”, siendo recompensados o castigados según su obediencia. Y esto, como sabemos, solo puede ocurrir cuando cada persona es rastreable en todas sus acciones, incluidos los pagos y las transacciones financieras. Poco importa que las recompensas y los castigos se refieran al cumplimiento de los confinamientos, a haber recibido la llamada “vacuna”, a expresar el pensamiento en las redes sociales o al supuesto impacto del anhídrido carbónico en nuestros consumos: el controlador quiere poder obligarnos con medios coercitivos a obedecer sus órdenes, independientemente de si lo que nos pide es razonable o justificado. El pase verde que hemos experimentado recientemente fue el ensayo general de la identidad digital que la Unión Europea quiere imponer a todos sus ciudadanos, una identidad digital que estará vinculada a nuestra cuenta corriente, al historial médico, a nuestra actividad en Internet, a las compras que realizamos.
Debemos reconocer que los artífices de este golpe de Estado han demostrado estar extremadamente organizados y, por otro parte debemos admitir también que la reacción a este progresivo cercamiento ha sido lenta y fragmentada. Por otra parte, es precisamente al mantenernos divididos que nuestro enemigo -porque lo es- logra debilitarnos e impedir la formación de un movimiento de oposición. Debe impedir la coordinación de la protesta, la visibilidad de las voces disidentes y la difusión de los argumentos que desautorizan la narrativa dominante.
Me dirijo a ustedes como obispo católico y ex nuncio apostólico en Estados Unidos de América. Mi tarea principal, como Pastor, es defender la Verdad, que es un atributo de Dios, contra la mentira del que ha sido mentiroso y homicida desde el principio. Pero en este caso, queridos amigos, el ataque de la élite no golpea solamente a los fundamentos de la Religión, sino a la esencia misma de nuestro ser, nuestra libertad, nuestro libre albedrío y la naturaleza misma. Es una guerra contra Dios y contra el hombre. Una guerra en la que un grupo de subversivos quiere reiniciar el mundo -este es el Gran Reinicio del que hablan- reseteando la Creación y borrando todo lo que en ella recuerda la sabia mano del Creador y, sobre todo. la total gratuidad de Su obra.
Todo lo que la élite globalista lleva a término es en vista de dos objetivos, uno ideológico (yo diría casi teológico) y otro material. El objetivo ideológico es esclavizarnos, privándonos de la libertad de hacer el bien y obligándonos mediante chantajes o amenazas a hacer el mal, o incluso solamente a tolerar que otros lo hagan. El fin material es concentrar la riqueza en manos de pocos grupos financieros, que gracias a estos beneficios puedan cooperar activamente en la realización del primer objetivo. Ustedes pueden ver confirmado esto al observar cómo en los últimos años todo se ha transformado en una fuente de ganancias: el nacimiento, con la maternidad subrogada y la inseminación artificial; la muerte, con el aborto y la eutanasia; la vida, con las vacunas, la transición de género y la mercantilización del sexo. Todo lo que el Señor nos ha dado gratuitamente y con la magnificencia digna de Dios se ha convertido en dinero. Nos hacen pagar por las cosas buenas, porque al ser caras son difíciles de practicar; y por las cosas malas, porque pagamos el precio de nuestros pecados a quienes nos los proponen como estilo de vida. Nos hacen pagar por lo que hasta ayer era impensable que se pudiera comerciar: el aire, el agua, el sol, la naturaleza, la salud, incluso las amistades y el amor. Y lo que es peor es que esta mercantilización es un fraude colosal, porque se basa en una mentira que muchos parecen querer creer: que las cosas tienen necesariamente un precio, que no hay nada que pueda ser dado gratuitamente.
Mi llamado a todos ustedes hoy es que puedan comprender que la única forma infalible de salir de este laberinto infernal es atacar de raíz el flagelo globalista precisamente en los dos frentes que mencioné anteriormente: el ideológico y el económico; por el contrario, quizás el primero al que hay que golpear es el económico, porque es el que garantiza los medios de subsistencia a este perverso sistema. Pero para hacerlo es necesario unirse en una Alianza Antiglobalista, contribuyendo -cada uno con sus propios medios- a una acción de resistencia y de denuncia del golpe de Estado.
Desde muchas partes del mundo la respuesta a mi llamada para la Alianza Antiglobalista está recibiendo un gran interés, porque si logramos unirnos y organizar una oposición realmente podemos conseguir algo. Por un lado, la refutación de los puntos programáticos de la Agenda 2030, la formulación de propuestas alternativas creíbles que respeten el derecho natural y la denuncia de los subversivos. Por otro lado, el boicot a las multinacionales comprometidas en la promoción del globalismo y el apoyo a todas aquellas realidades que se oponen a este último. Si cada uno de nosotros no comprara productos de empresas alineadas con el Foro Económico Mundial sería posible enviar una señal fuerte que difícilmente sería ignorada. Y si, al mismo tiempo, ayudáramos concretamente a la tienda de al lado, al artesano de nuestro barrio, al agricultor y al ganadero de nuestra zona, crearíamos una red de resistencia que podría hacer un frente común y oponerse a la implementación de la agenda globalista. Somos millones, mejor dicho, somos miles de millones de personas. Y aunque hasta ahora hayamos estado desorganizados debido a la falsificación deliberada de la confrontación por parte de los medios de comunicación, todavía tenemos la oportunidad de reaccionar. Juntos: para redescubrir esas relaciones humanas auténticas que la distopía del Nuevo Orden Mundial quiere eliminar porque las considera peligrosas.
En consecuencia, les exhorto a continuar por el camino que han emprendido, aunando las fuerzas con objetivos claros y concretos. Si ustedes le dieran un alma cristiana a esta acción práctica, poniéndola bajo la protección de Dios, las posibilidades de éxito aumentarán exponencialmente, porque a nuestras pobres fuerzas humanas se añadirá la omnipotencia del Señor, que nos ama y no nos abandona en las dificultades. Pero para ello, queridos amigos, debemos elegir un bando: o del lado de los Hijos de la Luz o del lado de los hijos de las tinieblas. Y ser Hijos de la Luz significa ser buenos cristianos, obedecer los Mandamientos de Dios, respetar la sacralidad e intangibilidad de la vida, defender la familia natural y la educación de nuestros hijos, preferir la gratuidad y generosidad del Bien al lucro y cálculo de los que hacen el Mal.
No podemos esperar que Nuestro Señor nos ayude, si somos los primeros en ofenderle con nuestra conducta de vida. En la oración del Padrenuestro, Jesús nos ha mostrado el orden de prioridades: santificado sea Tu nombre, venga a nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad son las cosas principales, a las que les siguen cosas materiales: danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal. Santifiquen el nombre de Dios, háganlo reinar en sus corazones y en las sociedades, obedezcan su santa Ley: el resto -gratuitamente, como todas las cosas de Dios- nos será dado mucho más allá de toda esperanza nuestra. Que el Señor les bendiga a todos.
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