El Occidente anglosajón se sumerge en acciones desesperadas para impedir el cambio de timón mundial

Por Marcelo Ramírez*

A un mes y medio del comienzo de las operaciones militares en Ucrania se nos presentan más dudas que certezas en la forma en que se está comportando Occidente. 

Las sanciones económicas que están tomando contra Rusia la Unión Europea están demostrando un total fracaso, Moscú espera obtener un 30% más por sus exportaciones de energía lo cual demuestra la irrelevancia de las acciones empleadas.

La merma en las exportaciones hacia los países de la Unión Europea ha sido compensada por contratos establecidos con países como China e inclusive Pakistán, cuyo Primer Ministro Imran Khan ha sido destituido de su función presuntamente por presiones de Washington, disconforme con las actitudes soberanas que había impulsado en su país, no sólo en declaraciones sino también con la firma de un acuerdo para obtener energía de Rusia.

Rusia no está teniendo dificultades para colocar su energía, todo hace presumir que reemplazará el volumen total alcanzado por las sanciones redirigiéndose hacia otros mercados. Las acciones europeas han tenido como resultado el aumento del precio del gas y del petróleo, sí bien este último ha experimentado alguna baja a partir de la presión de Estados Unidos para que los países nucleados en la Asociación Internacional de Energía presenten como meta la exportación de 240 millones de barriles de crudo.

Esta política de aumentar la oferta en el mercado liquidando reservas estratégicas, presenta serias dudas sobre su resultado final y bien puede ser una reacción precipitada para dar señales que bajen el precio del petróleo momentáneamente, pero es posible también que no puedan ser sostenidas en el tiempo y generen un agotamiento de las reservas para finalmente volver a quedar a merced de la OPEP, que pese a las presiones ha decidido no incrementar la cuota de producción.

Rusia además estima que su balanza comercial se aproximará a los 240 mil millones de dólares de superávit, lo cual habla de una economía saludable aún dentro del marco de las sanciones. La política occidental se ha centrado en generar un conflicto en Ucrania para producir un empantanamiento para las fuerzas rusas de forma de producir una sangría de recursos humanos y materiales.

Moscú, consciente de la situación se ha planteado desde el inicio la idea de destruir las estructuras militares ucranianas y junto a ello desarticular a los neonazis cuya presencia se encuentra dentro del propio ejército ucraniano y en sectores políticos.

La propuesta de Putin ha sido eso desde el principio y las tácticas militares se han ido adaptando a ese objetivo, a pesar de que Occidente ha intentado instalar que pretendía tomar toda Ucrania en apenas unos días.

Este objetivo es impracticable desde el punto de vista militar ya que tendría un gran costo en vidas e infraestructura que Rusia no quiere causar y que generaría una hostilidad del pueblo ucraniano hacia Moscú qué podría bien determinar en el futuro un nuevo Afganistán.

Ucrania es un Estado con fronteras artificiales dividido en tres partes, una rusa parlante, otra pro occidental y un centro en dónde conviven las posturas anteriores dado que se encuentran entremezclados los grupos señalados.

Esta situación tiene que ver con razones históricas de siglos de antigüedad y que la idea de la Ucrania moderna como tal contiene sectores de la población irreductiblemente enfrentados entre sí.

Occidente ha estimulado estás diferencias históricamente, apoyando a los grupos ucranianos influidos por sectores anti rusos eslavos. Este proceso que alentó a los partidarios de Stefan Bandera, cuyos orígenes se encuentran en la colaboración con la Alemania Nazi, integrando la 14.ª División de Granaderos Waffen-SS (14. Waffen Grenadier Division der SS) conocida también como División Galitzien, quienes lograron el poder con el golpe de estado ejecutado contra Yanukovich con la excusa de querer ingresar a la Unión Europea.

Esta División de la Waffen SS reclutaba combatientes en Polonia y en la hoy ciudad ucraniana de Lvov, ratificando lo que estamos afirmando sobre que las fronteras actuales no responden a una nación histórica y que los habitantes de ese lugar lejos de sentirse compatriotas con los ucranianos de origen ruso, los ven como enemigos

Un problema adicional surgió cuando los sectores más industrializados de Ucrania se opusieron a integrar la UE, y los mismos se encuentran no casualmente en las zonas prorrusas. Por ello también vemos una razón más para el enfrentamiento, lo que significa que la oposición por parte de estos sectores que serían afectados por esta política que iba a producir la destrucción de la Industria del país. 

Como vemos hay muchas razones por las cuales es muy difícil poder mantener la cohesión de Ucrania como Estado, y si a esto le agregamos la injerencia extranjera, resulta bastante probable que se produzca un desenlace como el que estamos viendo.

A partir del 2014 ese grupo prooccidental fue ganando fuerzas de la mano de los sectores neonazis que se identifican a sí mismos como descendientes de escandinavos y proto germanos, por lo cual necesitan purificar a su tierra de eslavos. Estas cuestiones han sido omitidas por la prensa occidental con un reduccionismo infantil que apunta solo a identificar a Rusia con un país corrupto, torpe, deficiente y sanguinario que va sucumbir a las acciones de Occidente.

Es indispensable conocer estos factores para comprender lo que está sucediendo en realidad más allá de la propaganda, Rusia en verdad intenta no sumergirse en una guerra interminable mientras que ha elaborado una sorpresiva estrategia para no ser asfixiada económicamente. 

La estrategia de Occidente, recordemos, fue socavar los cimientos económicos de la Unión Soviética mientras que utilizaba la propaganda para generar malestar en la población, Rusia aprendió la lección y ha elaborado respuestas adecuadas.

Por eso hemos visto desde hace años que Putin ha combatido las ONGs extranjeras impidiendo que puedan instalarse como factor de poder interno y reduciendo de esta manera su influencia al mínimo.

Asimismo ha generado una alianza con China y mantenido vínculos amistosos con muchos otros países que hoy hacen imposible que Rusia sea aislada, algo que además ha complementado con otras acciones como la de vender su energía a países hostiles solamente en rublos, con lo cual fortalece su moneda y evita un ataque especulativo sobre su economía, fijando paralelamente una paridad de 5.000 rublos por gramo de oro.

Esto último es particularmente importante porque de alguna manera establece un vínculo entre el rublo y el oro qué no solo le da una fortaleza adicional, sino que ataca las propias bases del dólar y del euro que son monedas fiduciarias que comienzan a perder la base de confianza en la cual se sostenían.

China y Rusia han comprado oro durante los últimos años, alcanzando según los expertos en el mercado aurífero las 20.000 toneladas el primero y 12.000 el segundo, mientras EEUU queda relegado a 8.000, cuya existencia real está bajo sospecha dado que desde hace años no se realizan auditorías y se niegan a efectuarlas aun ante la duda. Un regreso del patrón oro que parece que de alguna manera intentan forzar Rusia y China, encontraría muy mal parado a las potencias occidentales.

Tal vez la gran pregunta hoy sea sí occidente ha conseguido ver por anticipado cuál era el juego de Rusia y de China o su soberbia ha anulado su razonamiento y lo ha llevado a creer, por ejemplo, que nadie iba a ser capaz de rechazar sus monedas y sobreestimar sus capacidades de presión económica. La amenaza sobre qué significan estas políticas de Rusia y de China y sus posibilidades de éxito son miradas con suma expectativa por los países productores de petróleo de Medio Oriente y otros grandes actores como la India e Indonesia. Podemos observar entonces que en realidad lo que se está presentando al mundo es una sublevación contra el orden anglosajón que ha imperado en los últimos siglos y no solo una guerra entre Ucrania y Rusia.

Tienen mucha razón cuando los funcionarios occidentales aseguran que no puede haber una actitud dócil ante las políticas rusas porque esto tiene que ver con el cuestionamiento del orden mundial actual, es exactamente eso de lo que se trata, de un cambio de modelo a nivel global que busca instaurar un balance de poder internacional de acuerdo a la importancia real de los actores.

En este plano encontramos que el sector productivo de la economía, el que cuenta con las materias primas y la energía, siendo además demográficamente muy superior, ha decidido que las organizaciones internacionales deben reflejar esta nueva situación de balance del poder que condenaría al mundo occidental a ser una región importante pero ya no hegemónica.

Esto en realidad es lo esencial de lo que hoy estamos viviendo, que le da una dimensión histórica y que parece que occidente no alcanza a comprender.

Sus sociedades abotargadas por la propaganda no consiguen comprender las causas reales del enfrentamiento, detrás de la confrontación bélica entre Ucrania y Rusia se encuentra el de la OTAN y Rusia basado en esta rebelión que busca un mundo multipolar.

Moscú entonces es quien ha dado el paso inicial apoyado por Beijing, desmintiendo de este modo las presunciones de qué el país de Asia Oriental iba a traicionar a Rusia porque es parte del mundo globalizado. 

La reciente votación la comisión de Derechos Humanos de la ONU ha sido clara para exhibir cual es el verdadero alineamiento de las naciones, viéndose en consecuencia que la posición de los 93 países que han apoyado las sanciones en contra de Rusia son los que occidente define como comunidad internacional y un séquito de países menores subalternos a los intereses del mundo occidental.

Una lectura más detallada nos permite observar que los países más densamente poblados como India, Indonesia, Brasil, Nigeria, Pakistán o México se han declarado neutrales mientras que aquellos petroleros en Medio Oriente han hecho lo mismo. 

No hay dudas entonces del potencial de esta rebelión, Occidente ha planteado las cosas solo en un término: “o estás conmigo o estás contra mí”, las posiciones neutrales claramente las lee Estados Unidos como enemigas. Por lo tanto, lo que ha sucedido es una luz roja para el poder Occidental que pese a todo su empeño ha quedado en minoría si esto lo leemos en función de la capacidad económica, industrial, financiera, tecnológica, materias primas, energía y militares, en que Occidente se muestra como la parte más débil de los bandos en disputa.

Si hay un área en la cual Occidente sigue prevaleciendo en forma hegemónica es en el de la propaganda y en la comunicación, por esta causa es que en esta región del mundo se ve como fallida la operación rusa.

Sin embargo, los últimos actos como el lanzamiento del misil Tochka U sobre una estación de trenes produciendo medio centenar de muertos ha sido atribuido a Rusia cuando ese tipo de misiles hace décadas que no están en servicio y sí lo están en las fuerzas ucranianas.

El Misil además tenía un número de serie que fue identificado como perteneciente a las fuerzas ucranianas y el lugar de lanzamiento está bajo control de Ucrania, lo que hace altamente improbable que haya sido Rusia quién produjo el ataque. 

En Mariupol hemos presenciado una escenificación que ha salido la luz. En Bucha nuevamente se ha creado una puesta en escena para hacer ver que Rusia ha masacrado a civiles en su retirada, a lo que contrasta con el hecho de observar cómo las acciones militares intentaban preservar la vida de los civiles y aún de las propias tropas ucranianas.

A Rusia de ninguna manera le convendría matar civiles sabiendo el comportamiento de la prensa occidental que iba a utilizar ese hecho como una propaganda, contradice además todas las acciones tomadas desde el comienzo de la guerra y solo beneficia a Ucrania, ya denunciada por la muerte de miles de ciudadanos en el Donbass. Tomando en cuenta simplemente los intereses ya podemos ver quién puede estar detrás de los ataques.

Las acciones que se han impulsado desde la OTAN demuestran cierto grado de desesperación ante la imposibilidad de interrumpir el curso de los acontecimientos, algo poco visible cuando la propaganda inunda la comunicación.

A pesar de ello vemos un alineamiento de señales que indican que lejos del desastre que muestra los medios occidentales, la realidad parece ser que la rebelión está en marcha y las posibilidades de éxito son demasiado importantes para ignorarlas, por lo cual Occidente se sumerge en una serie de acciones contradictorias y desesperadas para impedir el cambio de timón mundial.


*Marcelo Ramírez es analista en Geopolítica. Director de AsiaTV.

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