El peligro atómico israelí (y su impotencia)
Por Alejandro Pagés
Israel es la única potencia nuclear de Medio Oriente. Durante años sus dirigentes han creído que ese status, su alianza con EEUU y su sistema defensivo supuestamente invulnerable les otorgaba la impunidad de hacer lo que quisieran con sus vecinos: ataques directos en Palestina, Siria o Líbano; asesinatos selectivos o ataques indirectos mediante mercenarios de diferentes ideologías en otros países.
El arsenal israelí fue durante años un secreto bien guardado. Mordechai Vanunu, ciudadano israelí originario de Marruecos, trabajó durante diez años como técnico en el complejo nuclear de Dimona en el desierto de Neguev, entre fines de los años ’70 y comienzos de los ’80. Sus simpatías y contactos con estudiantes palestinos y sus ideas pacifistas motivaron que los servicios secretos israelíes lo catalogaran como “altamente peligroso”, y dispusiesen su expulsión de las instalaciones en noviembre de 1984. Pero meses antes de que la expulsión se concretara, Vanunu logró introducir una minicámara fotográfica en el sótano secreto de la nave 2 y tomar 60 fotografías. Posteriormente viajó a Australia, donde el periódico británico The Sunday Times lo contactó y publicó un reportaje a dos páginas con algunas de las fotos del centro nuclear, además de una encuesta realizada a varios científicos que demostraba la veracidad de la noticia. La planta tenía capacidad para producir 40 kilogramos de plutonio al año, el cual permitía construir decenas de bombas atómicas. Los profesionales, varios de ellos pertenecientes a la Federación Estadounidense de Científicos, estimaron que el régimen israelí debía contar por entonces con cerca de 200 artefactos nucleares. Mordechai Vanunu calculaba el mismo número, y dijo que además se estaba trabajando en bombas de hidrógeno. Tras sus declaraciones a la prensa, Vanunu fue secuestrado por el Mossad en Italia y reapareció en Tel Aviv, donde fue condenado a 18 años de prisión, 11 de los cuales los pasó totalmente incomunicado en una celda sin ventanas, sufriendo golpizas y tortura psicológica.
Al día de hoy seguramente esas bombas sean muchas más. El prestigioso investigador estadounidense Seymour Hersh, autor de La opción Sansón, quien obtuvo confesiones de un ex-empleado de inteligencia israelí, afirma que Israel posee actualmente cientos de armas nucleares de diferentes tipos, incluyendo bombas de neutrones. Kenneth S. Brower, de la revista británica Jane’s Intelligence, ha estimado hasta 400 artefactos. La verdad es que no lo sabemos a ciencia cierta, porque Israel es el único país del mundo que se niega a reconocer su arsenal nuclear oficialmente y firmar el Acuerdo de No Proliferación Nuclear, como las demás potencias nucleares.
El gobierno israelí estuvo obsesionado con desarrollar armas nucleares desde la fundación misma del Estado. Su Comisión de Energía Atómica fue inaugurada en 1952. Firmaron varios convenios ultra secretos con Francia por medio de los cuales se preveía un amplio traspaso de informaciones sobre la materia y tecnología desde el país galo. Washington les entregó asimismo gran cantidad de literatura especializada. El acuerdo París-Tel Aviv permitió la construcción del complejo nuclear de Dimona entre 1957 y 1964, proyecto dirigido por el joven Ministro de Defensa Shimon Perez, mano derecha de Ben Gurión.
Dado que no poseen yacimientos de uranio, para producir su arsenal el régimen israelí ha estado envuelto en numerosos robos, chantajes y otras actividades afines a su idiosincrasia de “Estado bandido”.
Uno de los primeros fue el robo de los krytrones producidos en la planta de equipos y Materiales Nucleares (NUMEC), que trabajaba para la Marina de Estados Unidos. Zalman Shapiro, químico e inventor estadounidense, destacado sionista con vínculos con el ejército israelí y altos funcionarios de ese país, fundó esa fábrica en Pensilvania en 1957. De la misma fueron robados y trasladados a Israel entre 250 a 300 kilogramos de uranio enriquecido, cantidad suficiente para fabricar más de treinta bombas atómicas, causando además por descuido una catástrofe ambiental. La información sobre este robo se mantuvo clasificada por la CIA hasta hace pocos años.
Algunos investigadores como Kevin Barret llegan a afirmar que el mismo asesinato de Kennedy estuvo motivado, en parte, por su fuerte oposición al desarrollo del programa nuclear israelí, que ocupó muchos esfuerzos durante su presidencia, aunque sus biógrafos no lo suelen mencionar. Cuando Francia dejó de exportar uranio a Israel, justo después del asesinato de Kennedy, inmediatamente los israelíes buscaron otras fuentes de aprovisionamiento en forma desesperada, las cuales incluyeron Sudáfrica y nuestro país, Argentina, el cual mediante un acuerdo secreto (por entonces gobernaba Illia) le vendió toda nuestra producción de uranio concentrado, unas 90 toneladas, en menos de 3 años.
En 1968 los servicios secretos israelíes secuestraron en altamar y condujeron hacia su país impunemente al carguero aleman Schersberg, que se dirigía de Bélgica a Italia con 200 toneladas de plomo con uranio natural, que desaparecieron.
En 1973 Israel amenazó con utilizar armas nucleares al comenzar la Guerra de Yom Kippur, chantajeando al presidente estadounidense Richard Nixon para conseguir suministros militares. Durante esta época los israelíes habían comenzado a ver a la Unión Soviética como su enemigo, por su apoyo a los países árabes, y varios de sus misiles nucleares apuntaban a ciudades soviéticas, probablemente con la aprobación tácita de los EEUU.
Entre octubre de 1983 y marzo de 1984 la Comisión de Regulación Nuclear de Estados Unidos denunció la desaparición de más de 180 kilogramos de uranio enriquecido de las fábricas de Oak Ridge y de Kentucky, que aparentemente también se fugaron rumbo a Israel.
Estos no fueron los únicos actos de piratería israelíes. Ya más cerca de nuestra época, durante el gobierno de Bush hijo, se robaron pozos de plutonio de las instalaciones de Pantex en Amarillo, Texas. Una investigación conjunta del Pentágono, la CIA y el FBI descubrió a funcionarios de alto rango de las administraciones Bush y Clinton pasando secretos nucleares a Israel, incluida la información para remanufacturar los pozos robados. La investigación fue suprimida inmediatamente y Gwynett Todd, quien la dirigía desde el FBI, sufrió un intento de asesinato. Se cree que parte de ese material robado constituyó dos “minibombas” nucleares que, según algunas hipótesis, se hicieron estallar en los cimientos de las Torres Gemelas para derrumbarlas (o más bien volatilizarlas, ya que se hicieron polvo sin dejar escombros, clara señal del uso de algún artefacto nuclear), en una operación coordinada por el vicepresidente Dick Cheney, con amplia participación de agentes del Mossad.
En 1995 la revista inglesa Jane´s Intelligence reveló al mundo la bien montada industria bélica nuclear israelí, basándose en fotografías tomadas por satélites rusos y franceses. Siete instalaciones forman parte del circuito: Dimona, donde se produce el uranio; Nahal Sorek, centro de investigación y producción de materiales nucleares; Palmajim, dedicada a ensayos y pruebas de misiles nucleares; Yodefat, donde se produce el montaje de esas armas; Eilabum, donde se almacenan las armas nucleares tácticas; Be´er Yaakov, donde se fabrican los misiles nucleares Jericó II; y Kefar Zekharya, ubicada en las colinas de Judea, donde funciona el corazón del sistema ofensivo nuclear israelí, con unos 50 bunkers subterráneos que albergan cada uno bases de lanzamiento de cohetes.
A fines de los años ´90 y principios del siglo XXI, submarinos nucleares fueron construidos en Alemania, en el astillero de Kiel, según indicaciones israelíes, y ensamblados en secreto en Inglaterra. Hoy forman parte de la marina israelí, y tienen la capacidad de lanzar misiles desde sus posiciones en altamar. Su capacidad nuclear no es reconocida oficialmente, pero consta por el testimonio de militares alemanes que los visitaron.
En 2020, en plenas restricciones mundiales por la “pandemia”, el puerto de Beirut vuela por los aires. Oficialmente, se debió a un incendio en un depósito de explosivos, sin embargo el análisis de las características de la explosión revela claramente el uso de un dispositivo nuclear. Tanto el modus operandi como el inevitable “Cui bono?” parecen señalar una operación encubierta israelí, hacia un país con el que no estaban en guerra.
En 2022 los satélites de Google Earth detectaron que se estaba trabajando en la ampliación de la usina atómica del complejo de Dimona, sin haber ningún anuncio oficial sobre la finalidad de esa ampliación.
La peligrosidad de un Estado de Israel atómico no pasa sólo por la cantidad de ojivas que pueda poseer secretamente, que de todas formas es mayor a la de Francia o Inglaterra (sólo por atrás de EEUU, Rusia y China), sino principalmente por la mentalidad de su clase dirigente: beligerante contra todos sus vecinos, paranoica, extremista y profundamente despreciativa de sus enemigos. Son sin duda los más propensos a usar ese tipo de armas si se consideran en peligro, y su noción de “estar en peligro” ha demostrado ser de una susceptibilidad paranoica. Los exhabruptos bélicos de funcionarios de primera linea no han dejado de mencionar la opción nuclear. El ministro de Asuntos de Jerusalén y Patrimonio, el ultraderechista Amihai Eliyahu, declaró hace pocos años que lanzar una bomba nuclear contra la Franja de Gaza podía ser una opción para acabar con Hamas. El famoso general Moshé Dayán definió la estrategia a seguir mucho antes al decir que “Israel debe ser como un perro rabioso, muy peligroso para ser molestado”. En 2003 Martin van Creveld, un reconocido profesor de historia militar en la Universidad Hebrea de Jerusalén, pensó que la Intifada de Al-Aqsa amenazaba “la existencia de Israel” y declaró:
“Poseemos varios cientos de ojivas atómicas y cohetes y podemos lanzarlos contra objetivos en todas direcciones, tal vez incluso en Roma. La mayoría de las capitales europeas son objetivos de nuestra fuerza aérea… Tenemos la capacidad de llevarnos el mundo con nosotros, y puedo asegurarles que eso sucederá antes de que Israel se hunda” (citado en The Gun and the Olive Branch, de David Hirst).
Este no es un pensamiento aislado. Ariel Sharon, por su parte, también ha sido citado diciendo “Somos mucho más importantes de lo que (los estadounidenses) piensan. Podemos llevarnos el Medio Oriente con nosotros cuando sea que nos vayamos de aquí” (La opción Sansón). Y estas son sólo algunas de las declaraciones más altisonantes, que reflejan sin los tapujos habituales el verdadero espíritu de la dirigencia israelí. Aunque seguramente busquen amedrentar y extorsionar a las potencias occidentales para sacarles ayuda bélica, no dejan de ser preocupantes.
Por todo esto, sin duda el mayor peligro en Medio Oriente en caso de un conflicto bélico es el Estado de Israel. Israel ha acusado a Irán de querer desarrollar armas atómicas, pero hasta ahora no se ha podido encontrar evidencia de una sola de ellas en las continuas inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica. En realidad lo que busca Israel con estas acusaciones es asegurarse de que Irán no tiene ese tipo de armas, para mantener la impunidad que le da su poder de amenaza nuclear. Es probable también que los altos mandos militares no puedan convencerse de que Irán realmente no tenga armas atómicas, dada su mentalidad tendiente a proyectar en los demás su propia forma de ver las cosas. Sin embargo ese tipo de armas han sido declaradas públicamente como contrarias a la moral islámica por el Ayatollah Jamenei. Incluso desde el mero sentido común, el ex-presidente Ahamdinejad ya había declarado en su momento que de nada les servía desarrollar unos pocos misiles, contra los más de 200 que se sabe que tiene Israel.
Irán, por otra parte, aunque es presentado muchas veces en las noticias como un régimen de fanáticos propenso a hacer cualquier locura, ha demostrado en todas sus acciones poseer sentido de la mesura y la responsabilidad. En primer lugar, es un país que no ha atacado militarmente a ningún otro país, y sus respuestas, tanto a las continuas agresiones israelíes como a los numerosos atentados que han sufrido por parte de grupos extremistas, o durante su prolongada guerra con Irak, siempre fueron medidas. Por ejemplo durante esa guerra, que se prolongó 11 años, Irán incluso se abstuvo de bombadear ciudades con civiles, a pesar de estar sufriendo bombadeos con armas químicas en las suyas, por indicaciones del entonces lider Ayatollah Jomeini, que lo consideraba indebido. Cualquier norma ética establecida por Jomeini tiende a tomarse como referencia, aunque no obligatoriamente. La única aparente excepción a este comportamiento medido es el atentado a la AMIA en nuestro país, pero cualquier persona bien informada sabe que las acusaciones contra ellos sobre ese particular son completamente falsas e infundadas.
Como es de conocimiento público, desde octubre de 2023, en respuesta a una operación de Hamas, Israel bombardea colectivamente a la población civil indefensa y bloqueada de Gaza, transformando manzanas enteras de edificios en tierra arrasada, y matando entre las bombas y el hambre a más niños que todos los conflictos bélicos del mundo juntos en los 4 años anteriores. Los países árabes miran el genocidio sin intervenir, aunque su población está indignada, y los egipcios incluso bloquean la salida que los comunica con Gaza. La única excepción son los valientes hutis en Yemen, la resistencia irakí y las milicias de Hezbollah en el Líbano, que intervienen en defensa de Gaza, recibiendo todos la ayuda indirecta de Irán. Estados Unidos, Francia, Alemania y Gran Bretaña proveen por su parte ayuda o cobertura a Israel en su masacre de civiles.
Las autoridades israelíes intentan justificar las brutalidades que cometen en Gaza, epígono de un comportamiento de más de 70 años, agigantando la acción de Hamas. Lo cierto es que Hamas está totalmente justificado de defenderse del lento genocidio del pueblo palestino, atacando a colonos que en la práctica actúan como fuerzas paramilitares de ocupación. Pero además la prensa y las autoridades israelíes, como siempre, han mentido. Hamas no mató bebés ni violó mujeres. Según los testimonios de los mismos rehenes fueron bien tratados, y se los secuestró para intercambiarlos por algunos de los más de 8.000 prisioneros palestinos en cárceles israelíes, que incluyen mujeres y menores de edad. Los colonos que murieron fue al menos en una gran parte, sino todos, por las bestiales operaciones del mismo ejército israelí para “rescatarlos”.
El primero de abril del presente año, Israel lanza desde un avión una bomba sobre el consulado iraní en Siria, sin estar oficialmente en guerra ni con Irán ni con Siria, destruyéndolo y dejando 12 muertos, entre ellos altos mandos iraníes. Irán no toma represalias inmediatamente, pero exige un alto al fuego inmediato y que se deje entrar ayuda humanitaria en Gaza. Doce días después se produce la respuesta. El ataque es quirúrgico. Se distraen las defensas aéreas con cientos de drones mientras cinco misiles hipersóncos son lanzados sobre territorio israelí por primera vez y logran impactar en sus blancos. Se destruyen las dos bases aéreas desde donde partieron los aviones que atacaron el consulado en Siria, y que también se utilizaban para bombardear Gaza. Además son destruidas algunas posiciones de defensa aérea israelí. Las únicas víctimas civiles son tres jordanos que fallecen porque el rey de Jordania derriba uno de los misiles. La Guardia Revolucionaria emite el siguiente comunicado:
“Después de más de 10 días de silencio y abandono de los organismos internacionales, especialmente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sin condenar la agresión y criminalidad del régimen sionista al atacar la sección consular de la Embajada de la República Islámica de Irán en Damasco, parte de nuestro territorio, y después del martirio de 7 personas de los asesores jurídicos del país y la no sanción del régimen criminal prevista en el séptimo párrafo de la Carta de las Naciones Unidas, el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, en respuesta a estos crímenes y cumpliendo las advertencias anteriores y asegurando la demanda de derechos de Irán para castigar al agresor, utilizando sus capacidades de inteligencia estratégica, misiles y drones, atacó a importantes sitios militares del ejército terrorista sionista en los territorios ocupados y los golpeó y destruyó con éxito.
1. Se advierte al gobierno terrorista de Estados Unidos que cualquier apoyo y participación para dañar los intereses de Irán resultará en una respuesta decisiva y lamentable de las fuerzas armadas de la República Islámica de Irán. Además, Estados Unidos es responsable de las malas acciones del régimen sionista, y si no se frena este régimen asesino de niños en la región, debe aceptar sus consecuencias.
2. Si bien se enfatiza la política de buena vecindad con los vecinos y países de la región, se afirma que cualquier amenaza por parte del estado terrorista de Estados Unidos y el régimen sionista desde cualquier país será seguida por una respuesta recíproca y proporcional de la República Islámica de Irán a la fuente de la amenaza.”
El sistema de defensa e intercepción de misiles apodado Cúpula de Hierro (una continuación de la doctrina del Muro de Hierro frente a la población árabe) demostró ser mucho más débil de lo que aseguraba la propaganda. Cuesta millones, pagados con los impuestos de los ciudadanos estadounidenses, y resultó inútil para repeler el ataque. Israel debió presentar como una victoria el derribo de drones que sólo cumplieron una función de distracción, Irán pudo alcanzar todos los objetivos que se había fijado.
Ahora la dirigencia israelí está en un brete, que se produce por su propia soberbia. Han reducido a escombros a Gaza desde el aire, pero no pudieron concretar una invasión terrestre para eliminar a los milicianos de Hamas, ni tampoco pueden con Hezbollah. Debe mostrarse implacable internamente ante el “ataque” iraní (lo contrario sería reconocer sus crímenes previos), pero no puede hacerlo de cara al exterior. Los iraníes han actuado sabiamente ante las provocaciones. Atacaron en la medida justa objetivos militares y tuvieron un éxito total. Toda la retórica del “perro rabioso” se desarmó en una sola noche.
Si Israel ataca, se arriesga a una respuesta, y es una característica típica dentro de las relaciones asimétricas entre las potencias arrogantes y los países que colonizan o invaden, el que los ciudadanos de esas potencias, acostumbrados a una vida sin sobresaltos, no soportan que se les haga el menor daño en respuesta a las fechorías de sus gobiernos, de suerte que el gobierno no se lo puede permitir. Si atacan como “perros rabiosos”, además de arriesgarse mucho, ya no podrán presentarse como víctimas ante el mundo, por más manejo de la prensa que posean, y se arriesgan a dejar de ser apoyados incluso por sus socios incondicionales. Si no atacan, deben reconocer su debilidad, a pesar de haberse rodeado de armas atómicas y costosos sistemas de defensa. Por ahora lanzan un mensaje hacia afuera y otro hacia adentro: El Times de Israel, periódico online publicado en inglés, francés, árabe y mandarín, destinado al exterior, titula: “El gabinete de guerra dijo que está decidido a una respuesta “contundente” a Irán, pero una que no esparza más la guerra”, mientras que canal 12, una de las principales cadenas israelíes, titula al mismo tiempo en hebreo: “Israel decidió: un ataque contundente y feroz incluso si esto significa una respuesta violenta”.
Irán no está dispuesto a dejarse humillar más, ni a observar inactivo el genocidio en Gaza. Pero la dirigencia israelí no es tonta. Por más frustrante que sea para ellos, se verán obligados a negociar con Hamas. En relación a Irán, lo más probable es que se decidan por pequeños ataques o ataques indirectos, para los cuales no les faltan muchos medios. El viernes 19 se tuvo noticias de un contrataque israelí sobre la ciudad de Isfahan, pero Irán le restó importancia, afirmando que sólo fueron unos drones que resultaron todos derribados. El periodista Pepe Escobar reprodujo una información más preocupante en su cuenta de Telegram. Dijo que, según le informó una fuente de inteligencia, un F-35 Israelí despegó rumbo a Irán con una bomba atómica, con la intención de hacerla estallar a gran altura y paralizar con la emisión de radiación todos los dispositivos electrónicos, pero el avión fue derribado por Rusia. La noticia fue desmentida oficialmente, pero sea cierta o no, al menos demuestra una cosa: El periodismo ya habla abiertamente del poder atómico israelí, y saben perfectamente qué pais es el “perro rabioso” que debe ser contenido, y cuál es el que actúa sensatamente. Cuando llega la hora de la verdad, se acaba la simulación y lo políticamente correcto, y las cartas se ponen claras sobre la mesa.
Pareciera que Netanyahu se verá obligado a guardarse sus ganas de una respuesta. Un indicador es que los mercados no parecen alterados por una inminente guerra. Sin embargo hay que tener cuidado. La política israelí siempre se decidió mucho más por factores de presión internos que externos. Hay grupos religiosos fanáticos cercanos al gobierno que creen que está pronta la venida del Mesías, y que parte de las profecías que deben cumplirse para que ello ocurra es que todos los enemigos de Israel se pongan en su contra, e incluso Israel debe ser atacado y arrasado, como parte del cumplimiento de las Escrituras (por supuesto ellos identifican el Israel bíblico con el moderno estado semilaico que usurpa su nombre). Por ello festejan incluso la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. Obviamente, es una interpretación retorcida de sus Escrituras, ya que los malvados deberían ponerse en contra del “pueblo de Dios” por su misma maldad, y no porque ese supuesto pueblo los ha provocado y ha perpetrado las maldades en primer lugar, pero por ello mismo de ser retorcida es más peligrosa. De más está decir que son un grupo pequeño, y no todos piensan así en Israel, pero lo cierto es que este tipo de lecturas escriturarias han guiado de una manera u otra casi toda la política exterior de ese Estado, aún con gobiernos laicos que las utilizaban sólo parcialmente para fundamentar una ideología nacionalista (principalmente el Libro de Josué); Sin embargo en su interacción han terminado dando nacimiento a un mesianismo nacionalista diferente al judaísmo tradicional, que se haya entremezclado de alguna manera en distintos grados con la percepción general que todos los israelíes tienen de su destino colectivo. Es curioso constatar, nuevamente, que la prensa mundial siempre suele presentar a la “teocracia” iraní como un gobierno de fanáticos peligrosos para el resto del mundo, y al gobierno israelí como una democracia igual a las occidentales, pero la realidad parece ser muy diferente.
En caso de un conflicto bélico entre Irán e Israel, es evidente que automáticamente EEUU se alinearía con Israel, y lo proveería de todo tipo de ayuda. Esto provocaría la alerta de Rusia y China, y podría escalar la guerra. Para establecer una comparación con los números que vimos anteriormente, los EEUU poseen 3.750 ojivas nucleares activas, 662 en misiles intercontinentales. El número asciende a alrededor de 5.800 si se les suman otras “a la espera de ser desmanteladas”. No parecen dispuestos a utilizarlas en ninguna circunstancia, y esperemos que sigan siendo sólo disuasivas. Los rusos se calcula que actualmente (según Nuclear Threat Initiative) tienen 1.822 ojivas desplegadas, 521 en submarinos. A estas se les suman otras 2.000 estimadas, almacenadas o esperando a ser desmanteladas. China tiene 500 ojivas nucleares y 134 misiles intercontinentales.
Hasta ahora nadie en el mundo ha sido tan demente como para lanzar bombas nucleares luego de su “debut” público en Hiroshima y Nagazaki. El peligro atómico no ha parecido, en los últimos decenios, el más preocupante. Más preocupantes resultan actualmente, por ejemplo, las nanoarmas (provenientes de la edición genética, la nanotecnología, etc), mucho más indetectables y capaces de ser introducidas de muchas maneras sobre una población. Israel creyó que en lugar de la “pax atómica”, basada en dos enemigos con igual capacidad de destruirse, podía aprovecharse de ser un “matón atómico” mientras se presentaba como víctima. Irán, con su respuesta, los ha puesto frente a la disyuntiva de tener que dejar de amenazar y ser unos monstruos en serio, o guardarse todos sus cacareos. Y no necesitó para ello ninguna arma nuclear. Esperemos que el “estado paranoico” de Medio Oriente no sea ahora ni nunca la triste excepción que rompa la regla no escrita de que las armas atómicas son sólo para disuasión.
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