España y los fulanismos de izquierda – Por Juan Manuel de Prada

Fulanismos de izquierda
Por Juan Manuel de Prada

Cuentan que Alfonso XII, consumido por la tisis, ofreció en su lecho de muerte dos consejos muy simples a quien pronto iba a ser su viuda (y reina regente): «Cristinita, guarda el coño y ya sabes: de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas». Así, lanzando a los españolitos el burdo cebo de estos dos próceres de pacotilla (o de sus respectivos epígonos, todavía más ineptos y maulas), el régimen infausto de la Restauración (menos infausto, sin embargo, que el Régimen del 78) logró aguantar durante décadas, dejando España hecha unos zorros y pintiparada para que la República le diese la puntilla.

Pero Alfonso XII sabía que el españolito desgañitado no sabe si es conservador o liberal, de izquierdas o de derechas, bastándole que le pongan por delante un fulano, para poder seguirlo ciegamente, aunque lo conduzca hasta el precipicio. Unamuno consideraba que el español es «un pueblo profundamente personalista, que no entiende de abstracciones ideológicas, sino de concreciones psicológicas» encarnadas en un fulano.

Este fulanismo españolísimo ofrece sus episodios más chuscos en la izquierda caniche, que ahora nos presenta a Yolandísima [N. del E.: Yolanda Díaz Pérez, vicepresidente segunda del Gobierno de España] como burdo cebo para repescar a los incautos decepcionados por Pablo Iglesias y demás compañeros mártires. En realidad, este nuevo fulanismo acaudillado por Yolandísima consiste básicamente en que sigan chupando del bote los mismos trepas que pululaban en torno a Podemos, sus «confluencias» y escisiones, pero con un nuevo nombre o remoquete (y despiojados de algunas liendres).

Y no lo disimulan en exceso, pues saben bien que los ilusos que los siguen creen votar a un partido con «conciencia de clase», cuando no son más que una panda de mamporreros sorosianos que hacen «cosas chulísimas» tales como actuar de felpudos del imperialismo atlantista, destruir la agricultura y la ganadería nacionales y alicatar España de placas solares y de quirófanos dignos del doctor Mengele, donde los adolescentes alienados puedan conseguir un cuerpo acorde con su «identidad autopercibida». Y todo ello aderezado con el culebrón del veto a Irene Montero, digno de una nueva temporada de ‘Sálvame de Luxe’.

¿Nadie se dará cuenta de que esta apoteosis de Yolandísima, como otros fulanismos anteriores nacidos en el seno de la izquierda caniche, es una operación de falsa bandera diseñada por la plutocracia globalista? A falta de programa, Yolandísima vende «ilusión» en sus mítines. «¡Un programa! -se escandalizaba Unamuno-. Nunca lo he podido hacer ni para la asignatura que explico, y eso que es reglamentario; me he limitado a copiar el índice de cualquier libro de texto. ¡Programa! Es, después de pluscuamperfecto, la palabra más fea que hay en castellano».

El españolito desgañitado no quiere programas, sino fulanos vendiendo ilusiones. Y Yolandísima sabe venderlas maravillosamente con un lenguaje paparruchesco de neomonja que deja en mantillas a cualquier gurú de secta religiosa ‘happy flower’.

 

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