¿Justicia misógina?
Por Juan Manuel de Prada
Leo que el Consejo General del Poder Judicial ha abierto diligencias informativas al juez Carretero, tras recibir “más de 900 quejas” de mindundis confabulados, por el interrogatorio realizado a la actriz Elisa Mouliaá. Por supuesto, los mindundis que promueven el linchamiento del juez Carretero han encontrado enseguida el aplauso de todos los loritos sistémicos y con la anuencia de una sociedad cobardona, genuflexa ante los mandatos de la corrección política y las consignas del feminismo más desquiciado.
Habría que empezar señalando que la declaración de Mouliaá, como la de su denunciado, han sido divulgadas ilícitamente, pues las diligencias sumariales son reservadas y no pueden tener carácter público hasta la apertura del juicio oral. Así que, conforme a la doctrina de los frutos del árbol envenenado, las grabaciones divulgadas no pueden ser utilizadas contra el juez Carretero. Lo que habría de hacerse es investigar la filtración de las grabaciones y castigar ejemplarmente a los filtradores. Y el juez Carretero debería querellarse contra todos los mindundis y loritos sistémicos que lo han puesto como chupa de dómine.
Ciertamente, en las preguntas del juez Carretero puede percibirse cierta tosquedad o falta de sindéresis. Pero la misión de un juez, cuando toma declaración a un denunciante, es garantizar que la denuncia no es falsa y que la narración de los hechos no contiene contradicciones ni lagunas. Para ello, debe emplear el método inquisitivo, sin preocuparse de resultar áspero. Los mindundis y loritos sistémicos alegan que el tono empleado con Errejón es mucho más suave, pero esa aparente suavidad la emplea el juez para ganarse su confianza y, además, esconde siempre una reconvención. Es lo propio del método inquisitivo, que la chusma que trata de aterrorizar a los jueces aspira a abolir, para imponer el “sí es sí”, el “hermana, yo sí te creo” y demás bazofias abyectas. Ocurre, sin embargo, que el juez Carretero se tropieza con una denunciante que ofrece un testimonio por completo errático e inconsistente que contradice sus anteriores declaraciones. Y ese testimonio lo exaspera, porque íntimamente sabe que se trata de una denuncia falsa, como prueba el hecho aplastante de que la presunta agresión ocurriese en octubre de 2021 y sin embargo la denunciante siguiese intercambiando mensajitos cariñosos con el denunciado hasta abril de 2023. No dudo que haya jueces que se exasperen más melifluamente que el juez Carretero; pero exasperarse ante las patrañas es propio de seres humanos con sangre en las venas.
La denuncia de Mouliaá es por completo insostenible, incluso para ese feminismo desquiciado que la ha convertido en bandera mugrosa de su ideología. Y como saben que la denuncia es insostenible, tratan de amedrentar al juez instructor y de ensuciar su honor, con la esperanza de que tuerza su recto juicio. Da asco vivir en un sociedad sumisa que no se revuelve contra tales bazofias.
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