Por Marcelo Ramírez
La inversión y ruptura de los marcos existentes que históricamente han reglado una sociedad han sido detonados por el propio sistema y esto no ha sido casualidad ni es gratuito. Un informe de la Agencia Federal de Empleo alemana alerta sobre un crecimiento de apenas el 1 % en los próximos años en ese país debido a la falta de trabajadores. El desastroso resultado de las políticas de natalidad seguidas por la UE y por Berlín, ha comenzado a ver sus efectos prácticos. Ya no es una cuestión de teorías o de aspectos religiosos al estilo “creced y multiplicaos” como un mandato divino, es una simple consecuencia de la realidad que atravesamos, mediada por una serie de pseudo especialistas que han contaminado la vida cotidiana hasta llevar a una situación crítica como la actual.
Un análisis publicado en Bloomberg Economics, explica que la bomba demográfica de Alemania será la segunda más amenazante durante la próxima década entre las potencias occidentales. Ni más ni menos, reconoce el propio sistema a través de sus órganos más selectos como Bloomberg, las consecuencias funestas de la política contraria a la natalidad disfrazadas de derechos de distintos tipos.
Julia Pomares, Doctora en Ciencia Política (London School of Economics and Political Science), Magíster en Política Comparada y en Métodos de Investigación (London School of Economics and Political Science) y Licenciada en Ciencia Política (Universidad de Buenos Aires), asimismo asesora del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, comparte un hilo de Twitter del Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento). Rafael Rofman, director del Programa de Protección Social en CIPPEC, señala allí orgulloso que en la Argentina: “La tasa global de fecundidad (el número de hijos por mujer) bajó nuevamente y está en 1,55, el valor más bajo de la historia y cercano al de los países más desarrollados”.
La Dra. Pomares festeja una gran noticia, según ella misma señala, como es la caída de la fecundidad adolescente en apenas 6 años, que fue del 55 %, y eso significa “una gran oportunidad para que miles de mujeres rompan el círculo vicioso de la pobreza y tengan más libertad para decidir sobre sus vidas”. Feminismo en estado puro. Huelga recordar que los índices de pobreza no paran de subir, afectando a las mujeres en una aparente contradicción, que estos expertos parecen no notar.
¿Sabrán Rofman y su ONG, al igual que Pomares, ilustrada en Londres, el desastre al que llevan a las sociedades estas políticas? Tal vez, aunque la ideologización y vaya uno a saber que intereses poco transparentes hagan que tan encumbrados personajes ignoren que eso conduce a la sociedad al desastre. La verdad es que estas ideas significan la quiebra del sistema social de seguridad y la ruptura del sistema productivo, ocasionando pobreza como consecuencia directa.
El expresidente Mauricio Macri, cuando accedió a la función pública haciendo sus primeras armas nada menos que como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, dijo una frase que pasó casi desapercibida. “Vamos a desalentar el uso del automóvil particular”, parecía una simple excusa para cubrir la ineficiencia en la gestión de tráfico urbano y las eternas congestiones que se agravan cada día más. Sin embargo, era mucho más que ello, era una declaración de guerra a la sociedad, simplemente el empresario presidente, quien heredó su fortuna de un padre que se mostraba públicamente poco orgulloso de su hijo, nos explicaba que nos iba a hacer la vida imposible.
Bicisendas que pocos usan, mal ubicadas y peligrosas, se complementaban como una verdadera caza recaudatoria de multas y obstáculos de todo tipo que se multiplicaron como hongos luego de una lluvia, impulsando geométricamente los accidentes. Sin alternativas, como extender la red de subterráneos, cuyo grueso se realizó hace casi un siglo, con esperpentos caros e ineficientes como paradas mal ubicadas llamadas presuntuosamente “estaciones de transbordo”, la vida cotidiana se transforma en un infierno. La opción es la bicicleta en una urbe de 15 millones de personas y 13.285 km², algo que se perfecciona con la idea de sendas peatonales, que no sabemos muy bien cuál es la necesidad habiendo aceras.
¿Vamos entendiendo? La máquina burocrática obstaculiza la vida de todos, con absurdas y múltiples reglamentaciones, mientras la economía destruye cualquier posibilidad de vida tranquila y la ideología justifica las decisiones. Todo esto es acompañado de una pléyade de mediocres profesionales al servicio de ideologías destructivas, que con un fanatismo militante, validan como “científicas y racionales” cuanta tontería se les ocurre a los activistas más extremos de las ideas más radicales. Y créanme que son muy exitosos en su empeño.
La decepción se instala con solo pensar que psicólogos (mayoritariamente mujeres, ergo feminismo radical) a través de un simple dibujo consideran tener la capacidad de predecir las patologías psicológicas / psiquiátricas de la población, complicando la vida de algún pobre automovilista que pretende renovar su licencia, sin percibir el estado cuasi demencial de la circulación de tránsito por ellos mismos validada. Es notorio que no vean la agresividad de cientos de miles, sino millones de habitantes aplastados por la realidad ya descrita y necesiten un dibujo para ello.
Para empeorar el cuadro, estos profesionales que se autorreproducen en sus burbujas académicas cada día más alejadas de la realidad y se autovalidan en su círculo áulico que se sostiene entre sí con sus ideas, incursionan en el modo de vida de las sociedades y no para mejorarla.
Siglos y siglos de evolución de las costumbres, de los valores y las reglas que deben regir una sociedad de acuerdo a la experiencia acumulada, pasan a ser papel mojado ante sus ideas incomprobables. Bueno, no solo incomprobables, en realidad podemos ya ver a que conducen solamente con ver lo que sucede en Alemania, que llama la atención por ser el corazón industrial europeo, pero que no es el peor caso. Si posamos la mirada sobre España, Italia y aun la propia Argentina, el cuadro empeora y se transforma en desolador.
Las sociedades están entonces sometidas a una enorme presión material y psicológica, que va desde romper sus tradiciones, para aplicar ideas delirantes fruto de fanatismo febril de minorías enfermizas estresadas por la burocracia estatal. Los obstáculos en la vida cotidiana que se llevan al extremo terminan por agravar el cuadro al que se someten a las sociedades. La presión mencionada conduce a un estrés incesante que empuja al desequilibrio, al hartazgo, a la frustración y, por qué no, a la desesperación. La necesidad de una rebeldía aparece con naturalidad, pero no es tan fácil, si no veamos como ejemplo al Senado francés, que se anticipa y aprueba la activación remota de cámaras y micrófonos en celulares.
Minority Report se hace realidad, parece que los ciudadanos franceses simplemente son sospechosos de terroristas o de actos de delincuencia grave, dado que ante la sospecha de que “pueda ser que se cometan” se permite que se enciendan cámaras y micrófonos de los artilugios electrónicos para “controlar” a posibles elementos rebeldes escondidos entre las masas y por supuesto, a escondidas. Este control hace palidecer al tibio 1984 alumbrado por Orwell. Es natural en estas circunstancias que la sociedad estresada simplemente no esté en condiciones de comprender que sucede a su alrededor, lo acepte pasivamente o esconda cuál avestruz, su cabeza en distracciones vacuas.
¿Cómo se puede tener la libertad de espíritu para sentarse a pensar los problemas del mundo cuando estamos bajo un ataque total? Como consecuencia directa, cada tanto algún elemento explota causando una masacre absurda y eso retroalimenta el propio sistema, cuya burocracia aplicará más presión, más control. Y por supuesto, más presupuesto, por lo cual la presión aumentará. La burocracia genera actos innecesarios para justificar su propia existencia y ampliación, en definitiva se retroalimenta y justifica su propia existencia complicando la ajena.
La ingeniería social ha edificado una fina malla de control alrededor de todos nosotros, una malla que presiona hasta llevarnos al punto de enfermarnos tanto física como mentalmente, consecuencia del estrés cotidiano y bestial al que nos someten. Pero lo más siniestro es que al quitar el marco referencial cultural evolutivo, que fija lo que está bien o mal, nos sumergen en una situación compleja. Quien intenta aportar un poco de racionalidad a toda esta locura generada para destruir la sociedad y someterla, es tildado de loco inadaptado. Nada nuevo en la historia, muchas veces se ha usado este sistema. No es que tengas razón o no en tu crítica, simplemente tu mente falla y debes ser reeducado.
¿Qué son acaso los cursos repetitivos de “tolerancia” al estilo de la Ley Micaela? No es más que un simple proceso de adoctrinamiento para que aceptemos dócilmente ser parte del rebaño. Si no apruebas las ideas en boga, debes ser reeducado y un curso es el inicio de tu “educación”. No hay argumentos, no hay debate de ideas, solo hablamos de enfermos mentales que deben ser reeducados. La desestabilización psicológica termina por ser una realidad que se emplea políticamente como disciplinamiento social como consecuencia de las dificultades para adaptarse a este mundo orwelliano con pinceladas de Huxley.
Parece que debemos adaptarnos a las modas ideológicas nacidas en reductos como las universidades anglosajonas y las nuestras, que se alinean con sus políticas. Una gran cuota de éxito en la manipulación social ha sido la cuestión educativa, desde allí han logrado instalar corrientes de opinión que han modificado el mundo en el que vivimos y que lo aceptemos con escasa resistencia.
Tal vez parezca una exageración, pero si recordamos el papel de la Escuela de Chicago, la corriente económica que se ha gestado en la Universidad del mismo nombre, dependiente nada menos que de la familia Rockefeller, debemos aprender a no subestimar ciertos métodos. Los Chicago’s Boys han sido los responsables de implementar las políticas neoliberales que han diseminado, e impuesto a través de las políticas del FMI y el BM, que han generado no solo políticas de hambre y destrucción en decenas de países, sino también han sido claves en la consolidación del sistema global financiero y la consecuente concentración de la riqueza en cada vez menos manos.
Si la Universidad de Chicago entonces fue la encargada de crear una corriente de ideas que permitió la instalación de esas políticas, ¿por qué razón en otras áreas de conocimiento no podemos aceptar que también se empleen políticas que coadyuven con el mismo fin de concentración del poder?
Existe un hilo de continuidad que guía las políticas en diferentes planos que coinciden en la imposición de un modelo socioeconómico al servicio de las élites occidentales. Cuando desde el Foro de Davos se publicita la frase “no tendrás nada y serás feliz”, lo que en realidad se hace es la condensación de múltiples iniciativas. El modelo actual utiliza medios de coacción sutiles, convincentes y por ello cada vez más peligrosos. Pero, aun así, el modelo colapsa por los 4 costados y eso claramente nos coloca en una situación cada vez más difícil.
El endurecimiento de las medidas represivas crecerá en forma proporcional a la incapacidad de mantener el sistema en forma convincente. Debemos prepararnos para los tiempos que se vienen y que son profundamente peligrosos para la humanidad.
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