Por Marcelo Ramírez
La OTAN se encamina a una estruendosa derrota contra Rusia. Las fuerzas de Putin han sostenido la ofensiva ucraniana durante meses desde una posición ventajosa.
La intromisión de la política en las decisiones militares ha llevado al ejército ucraniano a una catástrofe. No es posible desarrollar una operación militar considerando como ejes prioritarios las necesidades políticas de propaganda, algo que ha sucedido en esta guerra.
Las fuerzas armadas ucranianas necesitaban una estrategia de resistencia, tal vez inclusive una guerra asimétrica, contra el ejército ruso. Sin embargo, Occidente priorizó la propaganda y hasta creyó en sus propios preconceptos.
Rusia podría haber tenido mayores problemas si Kiev empleara una táctica de guerrillas y se abstuviera de grandes enfrentamientos abiertos con un enemigo superior que controla además los cielos.
La engañosa propaganda de la OTAN terminó por producir una necesidad de victorias ante un ejército torpe, mal entrenado y peor armado. Esa visión propia de los medios occidentales se estrelló contra un ejército profesional y competente.
Para empeorar el cuadro, Zelensky insistió en hacer público sus objetivos de tomar Crimea y recuperar el Donbass, llegando inclusive a anunciar la fecha y el lugar donde se iba a producir la contraofensiva.
Durante meses los ucranianos advirtieron qué armas iban a emplear, la cantidad de efectivos, los lugares donde iban a intentar quebrar la resistencia rusa y la fecha. Los rusos tuvieron la posibilidad de prepararse al enfrentamiento, llegando inclusive a desarrollar defensas como las de la línea Surovikin.
La derrota repetida en cada incursión y la pérdida de enormes cantidades de equipo y efectivos fue el resultado natural.
Así vimos entonces cómo los almacenes militares de la OTAN fueron vaciándose hasta el punto que muchas naciones amigas de Ucrania advirtieron que ya no tenían existencias que enviar a la guerra.
El esquema de reclutamiento brutal de los ucranianos, enviando al frente a ancianos de 70 años, mujeres embarazadas y discapacitados, fue el resultado de un modo de operar de un gran desprecio de la OTAN hacia el pueblo de este país. Es más barato reponer hombres en forma gratuita que reponer armas que son costosas y Kiev, por consejo de la Organización Atlantista utiliza a los seres humanos como material descartable.
La muerte de centenares de miles ha producido que millones huyan al exterior. Zelensky ha ordenado que aquellos que hayan huido de la guerra fueran traídos a la fuerza parra ser enviados al frente. Alemania se ha negado, pero Estonia va a enviar a Ucrania a unos 7.000 refugiados por la fuerza.
La antipatía en la población local con Zelensky por el resultado general de la guerra, aumenta exponencialmente cuando toma este tipo de medida. Medidas que además demuestran desesperación para reclutar hombres.
Este cuadro ha profundizado el descrédito del gobierno y abierto una disputa interna por el control político del país. Zaluzhni, el comandante de las fuerzas militares, Klitchkó, el alcalde de Kiev, se perfilan como los sucesores de Zelensky ante las próximas elecciones.
A ese dúo que espera las elecciones se le suma un viejo conocido, el ex asesor de la Oficina del presidente de Ucrania, Aleksey Arestovich, que de hecho desempeñó el papel de portavoz del gobierno ucraniano desde el 2020 hasta enero de este año.
Arestovich, desde su exilio en Israel, ha señalado públicamente en una entrevista textualmente: «Ahora nos mataremos unos a otros por cientos, decenas de miles, por Avdeevka, Chasov Yar y todo eso. ¿Para qué? ¿Qué obtenemos de esto, tanto de Rusia como de Ucrania? ¿Qué obtenemos al perder miles de personas asesinadas en dos centros regionales en ambos lados? ¿Qué hemos logrado en un sentido histórico? ¿Les agradamos a los tíos de los comités regionales de Washington y Bruselas, que nos rodean y aplauden, viendo a dos monos con cuchillos saltar uno sobre otro? ¿Por qué necesitamos esto?»
Arestovich no oculta su deseo de convertirse en presidente de Ucrania, aunque aparentemente no cuenta con el respaldo de Europa y Estados Unidos. Su errático comportamiento no permite que confíen en él. Ha dicho que ha mentido muchas veces por la defensa de los ucranianos y eso lo hace un personaje poco fiable.
“Creé la ilusión en aquel entonces para que pudiéramos sobrevivir. Ahora la destruyo para que sigamos sobreviviendo”, ha explicado hablando sobre las mentiras propias de la propaganda ucraniana que ahora desnuda.
En su intento para posicionarse como el sucesor de Zelensky, ha invitado a Kiev a negociar con Moscú. «Querido amigo, Vladimir Vladimirovich ¿Hacemos las paces contigo?, pregunta, para concluir invitando al presidente Putin, presentar juntos, Rusia y Ucrania, una demanda colectiva contra Occidente.»
En la entrevista, en la cual dio a conocer su propuesta, el presentador lo interrumpió declarando que Occidente no le debe nada a nadie, ni a Ucrania ni a Rusia. La respuesta de Arestovich fue contundente, señalando que Occidente está claramente en deuda con los dos países.
En octubre había dicho que las autoridades ucranianas están introduciendo una “tiranía interna” que intentan justificar con la guerra.
Arestovich acusa a Zelensky de conducir un país que lucha por “la libertad contra la tiranía” mientras no deja que sus ciudadanos vayan al extranjero, aunque la tiranía de Putin sí lo hace. También ha explicado que los reclutas israelíes no son azotados ni amenazados con pistolas para ser sumados al ejército. Según el ucraniano, las fuerzas de seguridad israelíes no presionan a los empresarios de este país para “compartir” sus ganancias ni la Knesset dice que las empresas israelíes sean una gallina que haya que desplumar.
Arestóvich dijo en una entrevista con la publicación independiente rusa Meduza, con sede en Riga, Letonia, que tenía la intención de presentarse a las próximas elecciones presidenciales que se celebren en Ucrania, advirtiendo que “cualquier aplazamiento de las elecciones presidenciales se considerará una usurpación del poder en la sociedad ucraniana”.
El jefe del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, Oleksí Danílov, lo acusó de ser un instrumento del Kremlin, advirtiendo que varios diputados han pedido que se tomen medidas contra él.
Arestóvich habla ruso en sus apariciones públicas, a diferencia de otros jerarcas ucranianas que se niegan a hacerlo y se ha pronunciado contra la política de Kiev de eliminar la lengua rusa de la vida pública, mientras no se priva de señalar a las autoridades una falta de visión en política exterior.
Kiev, fruto de la derrota que se está materializando a pasos agigantados, se ha transformado en un campo de batalla. Zelensky ve cómo surgen pretendientes a su trono, mientras Occidente duda de si es viable su continuidad y si tiene sentido seguir invirtiendo recursos y prestigio en él.
Excepto la incomprensible e improvisada canciller argentina Diana Mondino, nadie en el mundo apuesta un céntimo porque Zelensky sobreviva. No solo porque es inminente la derrota con Rusia, sino porque los lobos que lo acompañaron en esta aventura comienza a mostrar sus colmillos amenazantes para sucederlo.
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