Las clases dirigentes de la Argentina, a sueldo de los poderes anglosajones – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez

Buenos Aires fue sede hace apenas una semana de un encuentro más del “Council of the Americas”, organización fundada por Rockefeller que convoca, previo a las elecciones, a lo más granado del empresariado argentino. Allí, bajo la atenta supervisión de las gerencias de las corporaciones multinacionales de origen principalmente anglosajón, los candidatos mejor posicionados para la presidencia de la Argentina, se hicieron presentes para rendir su examen de admisión.

Podríamos decir que en realidad es el corolario de una tesis a defender ante sus mentores, puesto que en los meses previos se han dedicado a recorrer las capitales financieras y políticas de los EE. UU., y otras naciones del bloque Occidental, a fin de hacer conocer sus intenciones y recibir la bendición de los popes mundiales para representar sus intereses en el país austral.

La realización del “Council of the Americas”, es la puesta en público, el corolario, de una serie de acciones previas de posicionamiento que incluyen su propia habilidad para conseguir votos, ya sea por simpatías populares o por un aparato militante que se encarga de “afinar” la votación en favor de sus candidatos. Con las autorizaciones previas y las credenciales en las manos, finalmente el examen oral se da en el “Council of the Americas”, donde se hará presente la prensa.

Es interesante resaltar en este punto que pocos notan que ante un proceso tan delicado como la elección de quién decidirá los destinos de todo un país por 4 años, la prensa solo se ocupe de banalidades o, en el mejor de los casos, evaluar a qué candidato se lo aplaudió con más fuerza. Se da una paradoja sosteniendo que estamos en un proceso democrático donde el pueblo es convocado a decidir, pero todos saben y reflejan en sus comentarios elípticamente, que en realidad el poder real está en manos de ese pequeño grupo de gerentes elegidos para cuidar los intereses globales en el país.

Esta vez hubo un golpe que sacudió el tablero, aunque para los medios, la noticia fue apenas comentada y rápidamente desplazada de los titulares. China y Rusia dieron un paso fundamental convocando a la Argentina a participar en el BRICS, una organización que crece y rivaliza ya con el G7, amenazando con desplazarlo de su posición rápidamente. El solo hecho que decenas de países tengan la intención de sumarse a la organización demuestra por sí mismo su importancia.

Argentina, luego de una política errática en su relación con Rusia a partir de las vacunas Sputnik y de la propuesta de armamentos para el país enviada por Moscú, no daba señales de interés de asociarse a la empresa de los BRICS. Sin embargo, tal vez en una actitud oportunista del presidente Fernández, este visitó Moscú en días previos al inicio de la confrontación en Ucrania. Allí, el presidente argentino señaló que la Argentina debía ser la entrada a Latinoamérica y que estaría muy a gusto siendo parte en el BRICS. Esta era una vieja idea de una década de antigüedad, cuando se señalaba la posibilidad del BRICSA, incluyendo al país austral.

No obstante, Rusia y China tenían dudas sobre la oportunidad para ampliar la organización. Realizarla antes de tiempo alertaría a sus enemigos y podría precipitar las acciones de represalia. Esta situación ha sido zanjada por la actualidad y finalmente se decidió la ampliación. Sorpresivamente, la Argentina fue elegida, y decimos sorpresivamente porque la política de distanciamientos de Buenos Aires era evidente, rechazando importaciones de gas y combustibles rusos a menor precio que el del mercado, como así también un notorio descenso del 40 % del ya pobre intercambio económico bilateral.

Aún podemos sumar que ante la inminencia del anuncio de la incorporación, el presidente Fernández decidió no participar en la Cumbre, al igual que su canciller Cafiero, quien prefirió no estar presente. La vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner tampoco consideró muy interesante el evento y prefirió hacer mutis por el foro.

La sorpresa mencionada fue mayúscula cuando la invitación se produjo. Rápidos de reflejos, los miembros del gobierno argentino la presentaron como un éxito diplomático para inmediatamente pasar página y dedicarse a otros asuntos. Simplemente en la Argentina el ingreso a los BRICS y la cantidad de especulaciones internacionales sobre el papel de esta organización y sus posibilidades no son del interés del gobierno. Es entendible, en medio de las sempiternas negociaciones con el FMI por la deuda externa argentina, Washington es quien tiene el poder de decisión si se aprueban o no desembolsos para pagar los intereses a sí mismo, puesto que no ingresa dinero a las arcas argentinas y solo es usado para pagar intereses.

En este cuadro, y con las elecciones en la puerta, nadie quiere molestar al amigo americano. La demostración del Council of the Americas es una radiografía de la realidad del poder, allí están quienes van a ejecutar las órdenes decididas en el Norte y, por supuesto, hay que hacer buena letra. No es de extrañar, entonces, que los tres candidatos más votados, aunque a regañadientes por la población local, se hayan despachado contra el BRICS con distintas intensidades.

El ministro de economía, el mismo que arrastra una inflación de 3 cifras y creciente exponencialmente, ha sido elegido por la coalición oficialista para representar sus intereses. Massa, según se comenta en los pasillos, es quien tiene la agenda más activa en EE. UU., y ese es el activo que lo sostiene en carrera pese a su pobre desempeño en la función pública. Viejo informante de la Embajada de ese país en la Argentina, según se desprende de los cables de WikiLeaks hace más de una década, presenta ante el tribunal de examen un programa que se basa en el apoyo de la estructura del oficialismo y de grupos económicos concentrados, más el guiño de sus amigos de Washington. Por supuesto, el BRICS no fue un tema de interés.

La candidata opositora Patricia Bullrich, una verdadera experta en la técnica del saltimbanqui político, que ha pasado de la extrema izquierda guerrillera en los 70 al neoliberal Macri, haciendo escala en un sinnúmero de fuerzas políticas, proponen más de lo mismo, pero en mayor escala. No obstante, en lo concerniente a los BRICS ha manifestado con duras palabras que Argentina no participará en su gobierno de esa organización debido a la invasión a Ucrania y por el ingreso de Irán, a quien señaló como responsable de un atentado ocurrido hace décadas.

La señora Bullrich, en un discurso con serios problemas lingüísticos, sostiene una concepción geopolítica bastante infantil y elemental. Ella cree que si una organización incorpora a Irán a la misma, eso bastará para que Argentina se abstenga de participar. Bullrich bien podría repasar la historia y observar cómo muchas organizaciones avanzan aún con distintas posiciones entre los miembros. Olvida dos cuestiones claves, la causa judicial contra Irán por los atentados, que solo se basa en informes de inteligencia de EE. UU. e Israel, enemigos de Teherán, lo cual le quita toda legitimidad al caso llevado por un fiscal sionista que tenía serios problemas para explicar cómo obtenía su patrimonio y que murió en extrañas circunstancias.

El segundo problema es entender que gracias a las políticas gubernamentales del país durante décadas, su importancia geopolítica ha decaído, siendo superada por Irán. Los persas son un activo jugador de la arena internacional y ya se van posicionando en el mundo multipolar que se está imponiendo. Creer que esto es una carta a jugar, es desconocer la realidad. Bullrich bien debería tener en cuenta que en el BRICS se encuentran los dos principales socios comerciales de la Argentina como son Brasil y China, sin ellos el país sería hoy imposible.

La frutilla del postre del Council fue la presencia del polémico Javier Milei. Un ex arquero devenido a político, su posición política es una mezcla de ideas sin sustento. Basado en teorías anarcocapitalistas jamás experimentadas en el mundo, presenta un programa de gobierno de una absoluta inconsistencia que se basa en el mensaje de echar a toda la clase de política. Esto es algo que ha concitado su enorme apoyo popular gracias al cansancio con las élites locales que han desgastado la paciencia social con sus políticas dependientes, pero también con sus ineptitudes manifiestas.

Milei aprovecha la ocasión para decir que él no negocia con comunistas, lo cual debería dejar afuera de su radar a China, Vietnam (destino importante de exportaciones argentinas), Brasil y hasta España. La incongruencia de una política exterior que solo se basa en la amistad sumisa con EE. UU. e Israel, son sus únicas propuestas. Ante el desatino, en voz baja explica que eso se trata de las relaciones entre Estados, en materia de negocios, cada privado puede hacer lo que le venga en gana. Un simplismo que no merece mucho análisis. ¿Qué hará ante Taiwán, por ejemplo? Porque según sus posiciones lo debe reconocer en lugar de China, pero si lo hace, Beijing restringirá, comprar e invertir en el país, aún sea con privados.

Bueno, dejando de lado el triste papel de los candidatos y de otros políticos relevantes que también rindieron cuentas en esta oportunidad, ha quedado transparente cómo el problema argentino es la sumisión de su clase dirigente (política, empresarial y demás) al mundo occidental liderado por EE. UU. y el Reino Unido. Allí se hace incomprensible por qué razón, ante este cuadro, Rusia y China han apostado por Argentina.

La presión de Lula es algo mediático, tanto que el propio líder brasileño comenzó el encuentro de los BRICS diciendo que esto no era contra Occidente, mientras el propio Putin insistía en desdolarizar la economía mundial. Una vez en este punto solo podemos pensar en estrategia a largo plazo. Rusia y China definitivamente están enfrentadas al mundo anglosajón y la situación no parece tener retorno. En ese marco han decidido comenzar a golpear los flancos occidentales. Los golpes de Estado en África han contribuido a expulsar a Francia de su zona de control, los países sometidos al vasallaje del franco francés y la extracción de sus recursos por centavos, han comenzado una rebelión que se da bajo la influencia de la seguridad que puede ofrecer Rusia y las inversiones que puede llevar China.

En Sudamérica la situación no ha alcanzado el grado de dramatismo africano. Una base social de educación, salud y alimentación alta ha permitido amortiguar el impacto de la brutal caída del poder adquisitivo, empobreciendo a buena parte de la población. Quienes han ejecutado esos planes de destrucción del aparato productivo, errores estratégicos en el marco de alianzas internacionales, endeudamiento usurario, fuga y capitales, entre otras cosas, han sido esas mismas personas que estaban presente tomando examen a los candidatos.

Ellos simplemente han decidido desaparecer de la ecuación como responsables, hasta el punto de ser presentados como verdaderos héroes por Milei por generar riqueza. Tal vez sería más apropiado decir que se han apropiado de las riquezas de la Argentina para beneficio propio y de sus mandantes.

China y Rusia con la entrada a los BRICS apuestan a mediano plazo, a sabiendas de que ninguno de los candidatos hará más que profundizar la crisis a largo plazo, y esperan su turno.

Inmediatamente luego de esta invitación, y ante el desconcierto y silencio del gobierno, junto al rechazo de la oposición, se han puesto en marcha una serie de mecanismos en esos países para facilitar el acercamiento con la Argentina.

Así como los EEUU y sus amigos de la UE utilizan fundaciones u ONGs para presionar y manipular a las sociedad en países que son hostiles para su interés, Rusia y China están dando rápidos pasos para promover contactos e interés sobre sus países.  Probablemente veremos un aumento de sus actividades por fuera de los marcos institucionales. Las universidades, por ejemplo, no hacen actividades con Rusia y la UBA, la principal universidad argentina, ha cancelado el convenio con el Centro Ruso establecido hace unos años para la difusión de la cultura rusa.

El peso de los EEUU y del Reino Unido, no olvidemos la importancia de este último, ha aplastado toda actividad con Rusia y comienza a hacer lo mismo con China. Sin embargo el malestar social crece, Rusia y China se siguen consolidando a nivel global y hoy se sienten lo suficientemente poderosos para crear otros vasos comunicantes por fuera de las estructuras que controlan el mundo anglosajón.

Una vez que la crisis madure forzada por las políticas leoninas que impulsa el FMI (y que MIlei quiere superar por iniciativa propia), la situación política permitirá la búsqueda de soluciones por otro lado. El BRICS es esa otra oportunidad por la que puede avanzar Argentina, pero no lo hace porque sus clases dirigentes están a sueldo de los poderes anglosajones. Sin embargo, el tiempo puede cambiar este panorama y forzar un cambio de alianzas.

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