Populismo, un concepto que se las trae. Parte II. El Justicialismo y la Comunidad Organizada – Por Ricardo Vicente López

Por Ricardo Vicente López

La cantidad de conceptos políticos y filosóficos que ser pueden hallar en la obra literaria de Juan D. Perón, muy poco frecuentada por la intelectualidad argentina, partiendo del prejuicio, bastante extendido en nuestra clase media que afirma: poco se puede esperar de la mentalidad de un militar. Esto demuestra que la ignorancia que les atribuyen a los militares la demuestran poseer ellos con su carga de prejuicios. Esto es extensivo a gran parte de las universidades y academias de nuestro país. Aún hoy no son muchos los que se acercan a la producción de Perón y, dentro de ellos, no son muchos los que salen al espacio público a defenderlo.

Esta es la razón por la cual un concepto político como el que estoy proponiendo: populismo, muestra en el tratamiento de los medios una pobreza alarmante. Los argumentos giran alrededor de unas cuantas frases repetitivas. Debo hacer una excepción con algunos politólogos europeos que, tras la publicación del libro Ernesto Laclau La Razón populista (2005) [1] desarrollaron un importante debate para, sobre todo en algunos, permitirse hablar de peronismo sin el esfuerzo de leer a su creador. Se parecen a algunos europeos que hablan mal del asado sin haberlo probado.

Como hemos visto en la nota anterior, las definiciones propuestas no aportan gran cosa para un análisis conceptual de su valor. Esto se debe, en mi opinión, a que por general se sabe muy poco de qué es el peronismo, por lo que populismo es un modo de deprecio que los liberales actuales utilizan para evitar que se les note la ignorancia.

 Concepción política justicialista

«La democracia liberal plantea la esfera del individuo aislado por un lado y la organización superior por otro. El puente entre ambas esferas es un mecanismo de representación que emplea, como organizaciones intermedias a los partidos políticos exclusivamente. Este sistema elaborado por los pensadores de la “ilustración” proviene de la concepción del individuo aislado que, a partir del ejercicio de su libertad mental ya obtenida con el Renacimiento y una naciente libertad jurídica, delega su poder de decisión mediante un mecanismo de representación basado en los partidos políticos».

La democracia social es el sistema político que corresponde a la concepción de comunidad organizada que propone el peronismo. Desde el punto de vista clásico se entiende a la Nación como la entidad integrada por población, territorio y gobierno; y al Estado como la Nación jurídica y políticamente organizada.

El basamento de la comunidad organizada es una concepción que afirma que el hombre es una “persona” que se realiza con una dimensión personal integrada a su dimensión social y que realiza su libertad en el marco de la comunidad. Esta comunidad se desenvuelve plenamente sobre la base de la libertad, la justicia social y la solidaridad. Estos objetivos son concretos, ligados a la vida real e implican un sistema propio de valoración y de toma de decisiones, diferenciado de la democracia liberal.

«La comunidad organizada implica que el poder procede del pueblo, que se expresa a través de sus organizaciones intermedias u organizaciones libres del pueblo como experiencia directa. Determina una relación con el territorio, el trabajo y la acción política, desarrollada a través de una historia común. Es la expresión de la Nación y sus decisiones fundamentales, referida a sus objetivos, a sus procedimientos y a su distribución de responsabilidades. Es orgánica porque se realiza en la comunidad organizada con la participación de todos los sectores del quehacer nacional».

Justicialismo vs. “populismo”

La concepción política justicialista fue tildada, por los sectores liberales, de derecha y de izquierda, con la categorización genérica y peyorativa de “populismo”. Quiero proponerle un momento de reflexión ante la pobreza del concepto “populismo” para ofrecer un universo explicativo satisfactorio acerca de una concepción política que pueda desprenderse a partir de allí.

Contrariamente a esta actitud reduccionista, el General Perón reafirma el sentido filosófico de su propuesta y señala en el capítulo “Argentina en la Comunidad Mundial” (1974):

«No me cabe duda de que el Tercer Mundo debería conformarse como una extensa y generosa comunidad organizada. El Modelo Argentino incorpora y sintetiza nuestra “Tercera Posición”, pero no puedo dejar de reconocer que “Tercer Mundo” y “Tercera Posición” no significan lo mismo. La Tercera Posición es una concepción filosófica y política. No todos los países que integran el Tercer Mundo participan necesariamente de ella».

Como ejemplo de esto puede citarse a Perón:

«Cuando pienso en los acontecimientos cruciales de la historia del país, encuentro en ellos las huellas profundas de una toma de conciencia verdaderamente nacional. Este proceso se ha distinguido por una denodada pugna entre esta creciente conciencia y las fuerzas que  han tratado de impedir implacablemente su libre expresión. El Modelo argentino pretende ser la interpretación de esa conciencia nacional en procura de encontrar su cauce definitivo».

Esta preocupación por la disminución del horizonte personal del hombre de nuestros días fue expresada por Perón desde sus inicios. Por ejemplo, en La comunidad organizada:

«Entra, en lo posible, que las tradiciones muertas no resuciten. Si el pensamiento humano, considerado como tesoro de conceptos, se mira a través del ritmo vertiginoso y febril de la vida actual, puede que aparezca como un campo desolado, escenario de patéticas batallas… No es frecuente hallar seres que posean una perspectiva completa de su jerarquía. La conquista de los derechos colectivos ha producido un resultado ciertamente inesperado: no ha mejorado en el hombre la persuasión de su propio valer. Esa miopía para la nobleza de los valores procede, posiblemente, de una deficiente pedagogía».

Agrego acá un párrafo que extraigo de las clases que daba el General Perón en la CGT para los trabajadores [2]:

«La Política, a pesar de que en ella hay algunos intransigentes, es un juego de transigencias. Se debe ser intransigente sólo en los grandes principios. Hay que ser transigente, comprensivo y conformarse con que se haga el cincuenta por ciento de lo que uno quiere, dejando el cincuenta por ciento a los demás. Pero hay que tener la inteligencia necesaria para que el cincuenta por ciento de uno sea el más importante. En esta conducción, nada rígida, todo dúctil, nada imponente, todo sencillo, hay que ser tolerante hasta con la intolerancia. Naturalmente, hay que tener el concepto de la energía, cuando la energía está justificada».

El Profesor Oscar Castellucci – Docente universitario, historiador, investigador y periodista. Profesor titular de Identidad, Sociedad y Estado en Argentina y Latinoamérica, escribió en el prólogo de la edición de la Biblioteca Nacional de este libro:

«La obra de Perón no deja de ser, para quien la aborde con cierta atención y meticulosidad, una permanente fuente de sorpresas. Sí, aún hoy, a más de treinta, cuarenta o cincuenta años después de haber sido producida. Esto habla, en parte, de su riqueza multifacética y, también, de la escasa rigurosidad que han puesto muchos de los que han trabajado sobre ella y han emprendido la tarea no siempre sencilla de difundirla (salvo la excepción, en primer lugar, de la ímproba labor de Fermín Chávez)».

[1] Mi lectura de sus tesis no me han convencido, pero no es un tema para esta nota.

[2] Fueron recogidas y publicadas bajo el título Conducción política (1951).

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