¿Puede Ucrania ser un Vietnam para la OTAN, generando la merma de arsenales y una debacle económica? – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez

Los prolegómenos de una acción rusa de gran envergadura sobre Ucrania pueden ser apreciados con los cambios en la organización de las FFAA de este país. El General del Ejército Valéry Gerasimov, Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, ha sido designado como el Comandante del Grupo Conjunto de Fuerzas. El general del ejército Sergei Surovikin fue designado como el comandante en jefe de las fuerzas terrestres. Gerasimov será acompañado en sus funciones por el general del ejército Oleg Salyukov y con el subjefe del Estado Mayor, el coronel general Aleksey Kim, quienes se desempeñarán como sus adjuntos. El General de Ejército Oleg Salyukov era comandante de las Fuerzas Terrestres Rusas, y es un oficial de carrera experimentado que en su trayectoria se ha desempeñado como comandante de batallón y jefe del Distrito Militar del Lejano Oriente antes de convertirse en jefe adjunto del Estado Mayor General y posteriormente comandante de las Fuerzas Terrestres, como mencionamos.
El otro adjunto, el coronel general Aleksey Kim, es el jefe adjunto del Estado Mayor. Anteriormente, había conducido la Academia de Armas Combinadas de las Fuerzas Armadas de Rusia y también es señalado como un especialista militar experimentado. Kim ha sido profesor y posee un título académico en Ciencias Militares.

Esta designación ha causado una reacción en la prensa de Occidente y en los canales especializados en temas militares que han cobrado importancia creciente con el desarrollo de los acontecimientos. Mark Galeotti, miembro asociado senior del Royal United Services Institute, señaló a la CNN que “es una especie de degradación [para Gerasimov] o al menos, el más envenenado de los cálices. Ahora depende de él, y sospecho que Putin nuevamente tiene expectativas poco realistas”. ¿Tendrá razón Galeotti? La prensa en su conjunto y los analistas afirman eso basándose en que Rusia no iba a cambiar al jefe de la operación si los resultados son positivos. De esta manera reafirman que Ucrania está venciendo a Rusia en el enfrentamiento militar.

No obstante, estos analistas omiten un dato importante que es que Sergei Surovikin, a quien mencionan como responsable de un hipotético fracaso, ha sido nombrado Comandante en Jefe de las Fuerzas Aeroespaciales General del Ejército. Ni bien asumió sus funciones, el general “Armagedón” fue fiel a lo que se espera de él y desató una tormenta de fuego sobre Ucrania, incluyendo el ataque de misiles a la capital Kiev. Los ucranianos señalaron que hubo simultáneamente volando,17 bombarderos estratégicos, algo que no se ha visto nunca durante la operación especial y desde el fin de la Guerra Fría.

Esas acciones parecen responder a lo que señala el Ministerio de Defensa, un cambio en el nivel de liderazgo en la OME (Operación Militar Especial) asociado a la expansión de la escala de las tareas por delante. Este cambio se da entonces en función de mejorar la coordinación entre las fuerzas en el curso de la implementación de las tareas junto a la necesidad de organizar una interacción más estrecha entre las ramas. Igualmente, se busca mejorar la calidad de todo tipo de apoyos y una mayor eficacia del mando y control de agrupaciones de tropas. Surovikin se concentra en las “Fuerzas Aeroespaciales”, lo que augura una mayor participación de la aviación que ha sido criticada por no actuar según su verdadero potencial. Un asunto más que es importante y que hace a las prácticas en el mundo militar, es la cuestión de la antigüedad en las FFAA. Los usos y costumbres en todo el mundo hace que la edad y, por lo tanto, los años en servicio, sean determinantes para que las órdenes sean respetadas sin dilaciones. Surovikin es 11 años menor a Gerasimov y eso ayudará a que este último consiga mejores resultados.

Rusia, por las señales que estamos presenciando, está preparando el terreno para una gran escalada en sus operaciones y eso es la razón más probable para ese reemplazo. Puede ser o no el preanuncio de una operación que lleve a la derrota total de Ucrania y sus apoyos de la OTAN. La política que lleva a cabo Rusia también puede tener otra intención que es la de transformar a Ucrania en un Vietnam para la organización atlantista, generando la merma de arsenales y una debacle económica que lleva a la UE y a los EE. UU. a una inestabilidad política interna que los debilite. Rusia apenas ha volcado una parte mínima de su verdadero potencial y lo ha hecho con gradualidad. No parece la táctica adecuada para alguien que no quiere una guerra de desgaste. Puede ser un error fruto de la incapacidad de los mandos rusos, un entrenamiento deficiente y equipos de combate de baja calidad. O tal vez es en realidad una trampa hacia un Occidente mal preparado para la guerra y con una infraestructura económica que se basa en servicios, es decir, en especulación y tareas no productivas.

La conformación del eje militar, productivo y energético que presentan Rusia, China e Irán parece más sólido que el del Occidente Colectivo. Si esa es la hipótesis de trabajo real, aun cuando la prensa y Occidente en su conjunto lo ignoran, Rusia tendrá ventaja en la guerra prolongada.

Los pasos que ha dado Rusia sin apuro, pero sin pausa, han producido lentamente dos resultados. El primero es que las condiciones para que la OTAN use Ucrania como vehículo contra Moscú han ido perdiendo consistencia. Las acciones han producido algunos hechos notables como la destrucción de la infraestructura ucraniana junto con la operatividad de su ejército, impiden que la OTAN pueda presionar exitosamente a Putin.

Los rusos han dado otros pasos significativos hacia una posición de fuerza como la movilización de 300.000 hombres y el despliegue de material decisivo como bombarderos estratégicos TU 160, los más sofisticados cazas multipropósito SU 57, los tanques T 90 proriv y los flamantes T-14 Armata junto al uso de bombas termobáricas.

El 28 de diciembre se supo que Rusia ha desplegado un grupo de 10.200 soldados en Bielorrusia y si bien este número no es suficiente para atacar Ucrania, la seriedad de las acciones está a la vista. El 2 de enero, Rusia y Bielorrusia prorrogaron el entrenamiento de la fuerza conjunta regional del llamado Estado de la Unión hasta al menos el 8 de enero. Barcos y submarinos de la Armada rusa partieron en masa de su base en Novorossiysk, en el Mar Negro, los acompañaron tres submarinos de clase Kilo mejorados del Proyecto 636.3.

Rusia podría haber hecho esto, y más, desde un primer momento, pero eso hubiera tenido como consecuencia que en unos días Ucrania hubiera sido arrasada y la guerra terminaría o una intervención directa de la OTAN que lleve al mundo al borde de la guerra nuclear.

Sin embargo, Rusia no lo ha hecho y una posibilidad que crece a la vista de cómo ha ido sorteando con éxito las sanciones económicas, bien puede ser que el objetivo inicial era otro. Putin ha mencionado que esta guerra era por un orden mundial distinto al hegemónico occidental. Cada una de las acciones rusas parecen ser parte de un modelo con caminos preestablecidos sobre el cual Occidente solo opta por variantes ya preparadas por Rusia. Las sanciones, que eran previsibles, se han transformado en un bumerán que ha permitido dañar la economía de Occidente, tensionar sus relaciones políticas internas, mientras que Rusia no solo gana dinero, sino que el sector nacionalista/eurasianista consigue desprenderse de grupos liberales pro occidentales enquistados en las estructuras de poder y de las finanzas del país.

La nación ha relanzado sus programas de desarrollo de áreas de la economía que estaban artificialmente subyugadas por favorecer intereses extranjeros. Hoy la aviación comercial rusa ha dado un paso decisivo para abandonar las aeronaves occidentales de pasajeros y se ha enfocado en la producción propia. Si Rusia es capaz de desarrollar joyas de la aviación como los SU 35 y los 57, o un TU 160 y un MIG 31 hace décadas, es imposible negar las posibilidades de tener sus propios aviones comerciales. Las razones de la destrucción de estas capacidades se remontan a la era Yeltsin y el programa de privatizaciones y extranjerización que ha condicionado el desarrollo del país en lo que va del presente siglo. Hoy, fruto de las circunstancias ocasionadas por las sanciones, el gobierno de Putin puede poner en marcha este sector. Esto mismo sucede con otras áreas y en conjunto significa que Rusia pone en funcionamiento sus capacidades técnicas dormidas, que sumadas a sus reservas de materias primas y energía, le dan una posibilidad a esa nación de convertirse en una gran potencia a futuro, y no solo militar.

En estas condiciones, Putin advierte que ha llegado la hora de construir un modelo internacional que sea más justo y que los atlantistas rechazan. La definición de cuál será el modelo final dependerá de quien se imponga, Rusia tiene las condiciones apoyadas en cada vez más países disconformes, para resultar victorioso. A pesar de ello, no puede desconocer que el mundo anglosajón aún puede ocasionar mucho daño, especialmente a partir de sus armas nucleares. La tarea de esmerilar las capacidades occidentales es necesaria para un debilitamiento gradual que impide la guerra total. En ello está Rusia, pacientemente ha generado las condiciones para que el atlantismo se desangre en una guerra que no puede ganar mientras acelera su propia debacle con las medidas irracionales económicas.

Occidente se asoma a su ocaso y en forma desesperada intenta torcer el rumbo, el juego está abierto, pero la mano parece desfavorable para los poderes globales afincados en Washington.

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