Por Marcelo Ramírez
Táctica y estrategia son las bases para los movimientos militares, pero también geopolíticos. La confusión y falta de claridad en los análisis conducen a visiones erróneas sobre quién es el agresor y qué es lo que está en juego. La propaganda ayuda en la confusión desnudando la infantilización del análisis geopolítico de los acontecimientos.
Es importante comprender que analizar la estrategia requiere, por supuesto, una buena dosis de honestidad intelectual y abundantes conocimientos sobre temas como la historia, economía, geografía, capacidades militares y un sinnúmero de variables que interactúan entre sí.
Las decisiones obedecen a cuestiones estratégicas tomadas en ese sinfín de variables que dan como resultado que se deben hacer para conseguir una mejor posición en la arena geopolítica, algo que luego se traduce en todos los órdenes inferiores de un Estado.
Una vez establecido el objetivo, usualmente mezquino y desagradable para el común de la gente que vive en una sociedad que edulcora los mensajes y las razones, presentándolas como cuestiones benefactoras de acuerdo a los grandes ideales humanos.
La realidad es otra, es de ambiciones, de ansias de poder, de necesidades, de supervivencia y tantas otras que el infantilismo actual impide que sean presentadas como son.
Esta introducción obedece a la necesidad de explicar qué es lo que pasa en la actualidad en la arena internacional y a qué razones obedece. Si podemos abstraernos por un momento de la propaganda y nos enfocamos en esas mezquindades mencionadas, nos resultará más simple comprender de qué se trata lo que vivimos.
En primer lugar, descartemos la retórica facilista de derechos, democracias y libertades. Los Estados, todos, utilizan una fachada simpática pública, pero tienen un interior duro y áspero. Siempre ha sido así y siempre lo será porque tiene que ver con la esencia humana y las propias bases organizativas funcionales en la práctica y no en la teoría.
Es probable que en este punto muchos pueden indignarse ante esta visión, pero ello no cambiará la realidad de la misma, solo hará que tengamos dificultades para comprenderla en profundidad.
La OTAN es una organización militar que se ha transformado en el brazo armado ideado para el choque con el campo socialista en un principio, pero hoy, ante la ausencia del socialismo como tal, se orienta en contra de Rusia. Queda por demás a las claras que si primero fue la lucha ideológica capitalista vs. comunista, y el comunismo soviético ha desaparecido, la razón de fondo es otra.
La OTAN es conducida por los EE.UU. en principio y con gran influencia británica, el resto es apenas una comparsa que acompaña las decisiones anglosajonas. Observar simplemente como Alemania ha dicho, no a la entrega de material militar para luego desdecirse y hacerlo, releva de más pruebas en cuanto al sometimiento. ¿Lo hacen para defender la democracia y al pueblo ucraniano? Bueno, habíamos consensuado en las líneas anteriores hablar de temas reales y alejarnos de valoraciones subjetivas de este tipo que solo enmascaran la verdad de las razones ocultas.
Francia ha tratado de accionar por su cuenta, pero las iniciativas de paz de Macron han sido diluidas, Meloni ha montado sobre su retórica conservadora en lo moral, una pleitesía asombrosa con los intereses anglosajones, como es la salida de la Ruta de la Seda en la próxima revisión quinquenal.
Podemos señalar la no política exterior española, donde Pedro Sánchez ha preferido favorecer a su enemigo marroquí ante su ex aliado argelino y enviar material militar a una guerra que está lejísima de los intereses españoles. Es muy difícil comprender por qué razón España considera amiga a una potencia que ocupa parte de su territorio y de vez en cuando hostiliza con ráfagas de ametralladoras a las embarcaciones de su propio país y prefiere guerrear contra Rusia, la primera potencia nuclear del planeta.
España no tiene ninguna cuestión a resolver con Moscú, no es una guerra, y solo podemos hablar de los derechos humanos y la democracia, pero habíamos prometido solo utilizar razones reales y no cuentos de hadas. Por eso, la política exterior de España solo puede definirse como una «no política», hoy solamente se limita a obedecer las órdenes extranjeras.
Podríamos seguir analizando a los distintos países como han sido reconducidos hacia los intereses angloamericanos, pero con estos ejemplos ya se comprende bien que la OTAN tiene como objetivo alinear las fuerzas europeas detrás de un mismo interés, la destrucción de Rusia para que sus mentores puedan emplear sus enormes recursos naturales en su propio beneficio, y si se puede, reconducir a este país contra el gran rival chino.
Bien podríamos cuestionar en este punto si los británicos necesitan ir a una guerra a escala planetaria, si no es mejor buscar una salida consensuada. La historia demuestra que no, la esencia del Reino Unido es la conquista de carácter universal. Una disputa de varios siglos entre Rusia y los anglosajones.
Podemos establecer entonces que hay una lucha por el control de los recursos de la Rusia histórica y que en esa disputa la OTAN es una herramienta clave constituida contra Moscú, no contra una ideología en particular.
La expansión de la misma luego de la caída soviética corrobora ello y la negativa a permitir que Rusia se sumara a la OTAN, lo mismo. Este país euroasiático comprende esta situación y se ha enfrentado al poder británico en distintas oportunidades.
Si bien podríamos contraargumentar que en las dos guerras mundiales del siglo XX ambas naciones combatieron en un mismo bando, eso se produjo por distintas circunstancias, entre ellas que Alemania también es un enemigo histórico. Luego del Tratado de Versalles, las condiciones de paz fueron tan extremas que produjeron el ascenso del nazismo.
En la Segunda Guerra Mundial, los británicos intentaron que Alemania y la URSS se debilitaran mutuamente, así como cerraron cualquier posibilidad a Alemania para cerrar su frente y poder concentrarse contra la URSS.
Churchill se vio forzado a hacer un frente con los soviéticos, pero mantuvo su desconfianza y aun antes de terminar la guerra, ya comenzó a prepararse para el choque. Los británicos idearon la Operation Unthinkable, una acción militar que consistía en invadir a la URSS con la ayuda de la Alemania recientemente vencida. Si bien la operación nunca se concretó, es un recordatorio de la hostilidad latente.
Dados los antecedentes históricos, que son muchos más, pero que no podemos mencionar por razones de espacio, la existencia y expansión de la OTAN son apenas la continuidad de la ambición histórica británica.
Podemos entonces comprender, sin temor a equivocarnos, que hay una cuestión estratégica que es la de que Su Graciosa Majestad ha intentado durante muchísimo tiempo apoderarse de Rusia. Por supuesto que este país ha reaccionado defendiendo sus intereses.
Llegado a este punto, podemos ver la diferencia entre las acciones tácticas coyunturales y las decisiones estratégicas. Que Rusia haya sido comunista es solo un hecho menor, la propaganda se ha enfocado en esta circunstancia y desde allí ha construido un relato en el cual hay una lucha entre el capitalismo y el socialismo. Si bien eso contiene una cuota de verdad, también enmascara el propósito de fondo que es el interés en tomar control de Rusia.
La lista de excusas es larga, puede ser la defensa de los derechos de otros pueblos, la defensa de intereses de minorías étnicas o sexuales, la democracia partidocrática liberal o la libertad de expresión. Estas operaciones son tácticas a emplear ante un objetivo estratégico.
Las tácticas son variables y se amoldan a un tiempo y a una circunstancia, pero se pueden cambiar y reemplazar por otras. No así el objetivo estratégico final.
Los británicos pueden luchar contra el comunismo, ser pro indigenistas, secesionistas o a favor de los derechos de minorías sexuales, eso en realidad es apenas una forma de operar coyunturalmente. Su objetivo inmutable es la conquista de Rusia, a través de un caos interno como una revolución, una guerra civil (cosas que hemos visto en el pasado) o disolviendo el Estado en otros más pequeños y débiles, por ende controlables.
Rusia ha sufrido todo tipo de convulsiones internas, guerras civiles, guerras externas, revoluciones, y muchas de esas han tenido conexiones con Londres. Hoy vemos cómo el progresismo woke se presenta como antisistema y anticapitalista, pero curiosamente es financiado por corporaciones financieras y organismos controlados por estos.
Por ello, una vez más debemos recordar que los medios son indirectos y no visibles a simple vista, muchas veces inclusive con un camuflaje que impide ver sus verdaderos intereses, escondiendo a quien sirven.
No importa tanto que haya fuerzas rebeldes, revolucionarias, si estas están bajo su control. Lo puede estar por tener sus cúpulas infiltradas o por ignorancia, sea la razón que sea, la Inteligencia puede manipular esas fuerzas y conducirlas a sus objetivos estratégicos. Aun en forma inconsciente, servirán a los fines específicos.
Bien lo hacen las fuerzas de izquierda marxistas, trotskistas y no, que hoy se encolumnan con la OTAN, aun en sus visiones críticas, porque condenan a Putin y a Rusia como agresores. Casualmente en coincidencia con grupos liberales o libertarios y nazis, que se alinean, con distintas razones, con la OTAN contra Rusia.
Tácticas subordinadas a una estrategia: destruir a Rusia y apoderarse de sus riquezas. ¿Idiotas útiles o cómplices? Un poco de todo, “poderoso caballero Don Dinero”, decía Francisco de Quevedo, pero no descartemos la ignorancia producto de la mala formación y el papel de la propaganda.
La OTAN, entonces, es quien ejecuta una estrategia británica, la de atacar a Rusia, el resto son simples excusas de propaganda. Por ello hemos visto cómo la organización atlantista desconoció el acuerdo con los rusos para no expandirse a cambio de la unificación alemana, luego avanzó sobre los propios Estados surgidos de Rusia (Imperio ruso y URSS) y por último intentó romper el Estado de la Unión y privar a Rusia de sus aguas cálidas, mientras amenazaba con misiles nucleares a un paso de Moscú.
Rusia entonces reacciona, primero con advertencias (Putin en Munich 2007), luego con acciones concretas (Crimea y Siria, 2014).
La estrategia es entonces la que permite diferenciar a un agresor táctico de un agresor estratégico. Rusia es el agresor táctico, porque invade Ucrania, pero en realidad solo se defiende del agresor estratégico que es la OTAN. ¿Ucrania? Un títere apenas, un tablero donde se disputa el gran juego geopolítico.
La propaganda se hace cargo del resto, presentando solo un cuadro de una película. Ese cuadro presenta como agresor a quien solo busca defenderse, y permite que el agresor se muestre como un adalid de los valores.
Todo esto se ahorraría si utilizáramos como método analítico las diferencias entre objetivos tácticos y estratégicos. Diferenciar los intereses reales de lo que la propaganda nos dice nos lleva a que podamos identificar realmente quien es el agresor histórico estratégico y no quien solamente aplica la fuerza en una defensa táctico.
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