Rusia y la tradición cristiana vs. el globalismo cultural del Occidente anglosajón – Por Marcelo Ramírez

Por Marcelo Ramírez*

Que la economía y sus intereses han sido motivo de innumerables guerras es innegable, pero no es la única razón, no lo fue siempre en el pasado, pero parece que en el presente tampoco lo es.

La existencia de valores superiores a los económicos hoy es desechada como algo tangible por los propios occidentales críticos al capitalismo financiero que no ha controlado. Es notable que quienes se denominan anticapitalistas no puedan apartarse de la visión de que la economía lo es todo, incluso aquellos que se denominan marxistas son presa de una contradicción interna.

Lo que realmente subyace es lo que podemos considerar como las ideas liberales que gestaron el capitalismo y que son incapaces de imaginar un mundo donde el dinero no sea el factor excluyente. Existe, como decíamos, una serie de valores que son superiores para muchísima gente que han quedado ocultos bajo el manto liberal.

La religión, por ejemplo, es un factor superior, la idea de la existencia de un Creador que ha fijado reglas de convivencia que deben ser respetadas y que condicionan la vida humana es absolutamente desechada en Occidente porque simplemente no es creíble, significa atraso y pensamiento místico que no merece más que el olvido. El choque con la realidad cuando millones orientan sus vidas en función de sus creencias religiosas negadas en Occidente, se traduce en una incomprensión que se soluciona ignorando la realidad o simplemente tildando de fanáticos retrógrados a quienes hacen pública su subordinación a una creencia religiosa que guía sus acciones.

Occidente no puede imaginar ideas fuera de su visión economicista, inclusive los propios opositores al sistema lo hacen por la idea de igualdad y no de valores superiores, algo que es necesario comprender para poder analizar el fenómeno que empieza a salir a la luz pero que hace muchos años que se viene gestando en Rusia.

La evolución rusa hoy se encuentra en precisamente cuestionar las bases del pensamiento liberal que Occidente impregnó en el mundo apelando a los valores escondidos en los pliegues de su historia y que han sido visibles de alguna manera con los intentos múltiples de los occidentales de invadir su nación.

Elena Panira, directora del Instituto RUSSTRAT explica que “Cada siglo tenemos que luchar una y otra vez contra la invasión occidental, para defendernos de los invasores polaco-lituanos (1612), los invasores suecos (1709), el “gran ejército” de Napoleón (1812), los ocupantes nazis (1945)”.

En las palabras de Panira, Occidente ha cargado contra Rusia bajo distintas formas de organización política reflejadas en la historia, lo que de alguna manera parece demostrar que el problema no fue el zarismo ruso ni el socialismo soviético, el problema era Rusia en si porque su marco y valores tradicionales la ubica como un enemigo de índole civilizatorio. Las ambiciones sobre las riquezas en su extenso territorio son apenas una parte de las razones, pero no la única ni la principal.

Rusia entonces se ha constituido como un verdadero katejón civilizatorio donde la fe cristiana da cuerpo a fuertes tradiciones que no aceptan ser eliminadas por el globalismo cultural que hoy propone Occidente.

Es algo particularmente difícil de entender para las mentes colonizadas por el occidentalismo esta situación, ni el liberalismo clásico ni el socialismo comprenden la profundidad del cambio que propone Rusia, acompañada por China e Irán. Disímiles entre sí tanto en sus sistemas de organización políticos como en sus ideas y costumbres, estos tres países se unen en el mismo deseo de mantener sus tradiciones y su independencia cultural civilizatoria. Naturalmente India será bienvenida en ese grupo de países que comienzan a mostrar que la opción al occidentalismo globalizador es una política de ecúmenes civilizatorios que se ordenan en un mundo multipolar.

Una vez que se consolide este modelo, veremos como muchos otros países que hoy observan con detenimiento el enfrentamiento Rusia/Occidente, comenzarán a sumarse a esta alternativa de Orden Mundial.

Esta disputa que empieza a avizorarse dentro de Rusia aún antes de ser comprendida en Occidente, debe superar un gran desafío que es la resistencia interna de aquellos rusos que han sido cooptados por el pensamiento occidental.

El caso de Inna Afinogenova es a esta altura emblemático. Esta joven con aspecto angelical se ha constituido en una súper estrella de la versión en español de la cadena rusa RT. Educada en Rusia, pero con gran influencia de Occidente, Afinogenova se ha transformado en el estereotipo del progresismo de izquierda liberal que Elena Panina rechaza porque tiene una visión de derechos y libertades que deben ser combatidos sintetizándolo de esta manera:

  • El culto a la justicia en lugar del culto al egoísmo.
  • Restaurar la justicia – deshacerse del yugo del neoliberalismo.
  • Justicia no significa igualdad.
  • El principio fundamental: de cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo.
  • La justicia es igualdad de oportunidades de partida para todos.
  • La base de la justicia es la distribución de la renta natural entre los ciudadanos.

La consecuencia directa de estas ideas rusas es la denuncia y oposición a las ideas de libertades individuales identificadas con el egoísmo que prima sobre la comunidad. Las ideas centrales que hoy promueve el globalismo cultural occidental capitaneado por el mundo anglosajón se ve reflejado en las políticas de deconstrucción cultural basados en los deseos más primarios y caprichosos de los individuos que desprecian la idea de la naturaleza misma como marco a sus ambiciones (y ni hablar de la idea de un orden Divino) y que les permiten reedificar un ordenamiento social en función del individuo y sus deseos.

La presión occidental que destruye sus antiguas raíces para radicalizarse choca frontalmente con la tradición de otras sociedades pero que en el caso de la rusa tiene componentes muy especiales dada la capacidad científico tecnológica y militar del país.

Afinogenova es la cara visible mediática de un sector que se identifica como liberal.

Vadim Shtepa, editor en jefe de la revista INACHE, es uno de los que sostienen las posiciones liberales que en lo político se manifiestan de esta manera:

“Pedimos el regreso a las disposiciones del olvidado Tratado Federal de 1992, o mejor aún, preparar la celebración de un nuevo tratado que refleje plenamente los intereses regionales. En nuestra opinión, todos los sujetos de la federación deben convertirse en repúblicas iguales, y el formato futuro de su unificación será determinado por sus parlamentos elegidos libremente (con la participación de los partidos regionales). Sólo una federación así tendrá estabilidad y legitimidad.”

Los tradicionalistas explican que esto significa que Rusia se divide en 60 Estados pequeños, débiles para organizarse y que fácilmente sus gobernantes caerían en la tentación de servir a los grandes empresarios que pueden ser generosos con ellos a cambio de controlar el nuevo Estado. Nada mejor entonces para los poderes financieros que un esquema de este tipo. Nada nuevo en realidad cuando vemos como en la historia el Imperio Británico trabajó para aumentar el control sobre otros en base a la división.

Estos liberales pueden ser cómplices de las fuerzas globalistas occidentales por estar a su servicio debido a concesiones y ayudas generosas económicas o por pura ignorancia. No sabemos si Inna Afinogenova es parte del primer grupo o del segundo, pero si vemos que ahora vive en un país de la OTAN como España, sus declaraciones contra el gobierno ruso y la operación militar en Ucrania y cómo ya los medios Occidentales comienzan a mostrar que la periodista estrella de RT se va porque está contra la guerra en un pacifismo elemental, es claro a quien le sirve sus acciones, ya sea por la razón que sea.

En tiempos de poca formación política, donde lo superficial y estético se imponen por encima de lo analítico, o donde prima lo emocional al estilo “todas las guerras son malas” que luego se traduce en que todo es igual, eludiendo las argumentaciones que marcan las diferencias entre las naciones y las políticas, es posible encontrar el éxito en alguien que no comprende en profundidad qué pasa y termina siendo muy útil para la propaganda occidental.

Serguéi Marchhetsky analiza el problema de los liberales en Rusia dividiéndolos en tres categorías según el siguiente detalle:

  1. Enemigos directos como Anatoly Chubais, que siempre se han dado cuenta claramente de que están trabajando contra su propio país, destruyéndolo desde el modo de vida económico y por el “Colectivo Medinsky” (Medinsky es el jefe de los negociadores rusos con Ucrania al que lo acusan de ser tibio, al menos), obstinadamente tratando de negociar con el colectivo Occidente a través del “UkroReich”.
  2. El segundo, los “viejos antisoviéticos”. Estas son personas que no pudieron tener lugar ni siquiera bajo la URSS con sus ascensos sociales, o que se sintieron muy ofendidos por él porque de alguna manera fueron pasados​​ por alto en alguna parte.
  3. El tercero, son los “jóvenes y señoritas ingenuas”, que, hasta hace poco, han sido criticados por Yurka Dud y otros propagandistas liberales como él. A diferencia de la generación anterior, ya no brillan con una educación sistemática de calidad.

En este grupo de liberales Serguéi Marchhetsky incluye a la llamada “intelectualidad creativa”, entre la que se encuentran “viejos antisoviéticos”, como Pugacheva o Rotaru, y “jóvenes ingenuos”: jóvenes actores y cantantes populares que ahora están arrojando basura activamente sobre su país. Muchos de ellos tienen un segundo pasaporte o un permiso de residencia en Occidente, propiedades inmobiliarias caras y cuentas bancarias allí, amigos en el escenario ucraniano. “Rashka” para ellos es un lugar donde solo ganan dinero, y nosotros, el resto de los rusos, somos solo una fuente de dinero para estas personas.”

Inna Afinogenova encaja a la perfección en esta descripción, y confunde a quienes dicen que no es globalista, sino que tiene una visión crítica de la guerra por su historia personal. Es imposible saber qué la motiva, pero sin lugar a duda es evidente quién se beneficia y es algo que en nuestra región iberoamericana resulta un lugar común, artistas e intelectuales que se presentan como antiimperialistas y terminan siendo funcionales al Imperio.

La situación con RT termina por ser parte de una misma lógica que refleja las tensiones internas, las políticas progresistas de “deconstrucción” de valores tradicionales se sostenían a pesar de que llovían críticas a RT en español por el giro “progre” que ha tenido en los últimos años, inundando las redacciones en nuestro idioma de periodistas alineados con la destrucción de los valores tradicionales de nuestros pueblos. Vale la pena resaltar que estas políticas se seguían pese a la masiva disconformidad de los seguidores de RT en Español, que manifestaban su desagrado mediante numerosos comentarios de crítica hacía estos lineamientos en el propio medio que muchas veces terminaron siendo bloqueados en un vano intento de tapar el sol con la mano.

La actual situación de guerra semiabierta con Occidente parece haber disuelto algunas posiciones liberales en Rusia y aquellos que denuncian estas ideas y buscan reedificar económica y tecnológicamente a este país como una superpotencia defendiendo su civilización, han conseguido ganarse un espacio comenzando a apartar a los liberales en los medios en español.

Es algo importante porque es un signo de cómo estos sectores han conseguido tener el poder para decir basta ya de destruir nuestro país y sobre todo dar un paso en el marco de las alianzas internacionales abandonando un progresismo pro occidental que los traiciona como vemos en este caso y permitiendo de esta manera la aproximación con grupos anti globalistas y nacionalistas de Occidente, hartos ya de la posición de sus países con gobiernos y fuerzas políticas alineadas “por izquierda” con los globalistas anglosajones.

Es alentador que las autoridades de RT hayan al fin tomado nota de que su cadena ganó prestigio y credibilidad cuando denunciaba la deconstrucción globalista, pero que fue perdiendo posiciones conquistadas gradualmente cuando avanzó el proceso de penetración de los grupos regionales que favorecen la instalación de una cultura globalizada.

Rusia parece ahora comprender la necesidad de retomar el rumbo inicial de RT en Español y parecerse más a la edición de habla inglesa, que se ha mantenido mucho más fiel a las ideas del país. Esto también parece dejar entrever que se ha quebrado el balance de poder interno entre liberales y tradicionalistas dentro de Rusia a favor de estos últimos.

Es bueno además que se comience a dar importancia a los más de 700 millones de hispanoparlantes que necesitan con urgencia medios de expresión y análisis que les permitan consolidar sus posiciones anti globalistas puesto que hay una enorme carencia de espacios de opinión que escapen a la dicotomía izquierda – derecha que esconde el liberalismo y sus programas de gobiernos neoliberales apoyados en la deconstrucción social.


*Marcelo Ramírez es analista en Geopolítica y director de AsiaTV.

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