Por Ricardo Vicente López
Si personas que han vivido las décadas de los sesenta y setenta, sólo como un ejemplo que utilizo para entrar en tema, revisitaran la República Argentina en estos tiempos, lo menos que les sucedería es preguntarse, como lo hace el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador: «¿Por qué los argentinos eligieron como Presidente a una persona que los odia?
Tomo, como base de mi comentario, a esa misma pregunta y quiero agregarle además del odio y el desprecio permanente por las personas, cuales quiera sea su condición y de modo antojadizo, los somete insultos y demuestra un profundo desprecio, sea quien sea. Por si esto no fuera suficiente, ha adoptado la mentira sistemática y permanente con la cual elabora todos sus informes y sus manifestaciones. Me resulta sorprendente e inexplicable, haciéndome cargo de los comentarios de la prensa estadounidense y europea, que no pierden oportunidad de burlarse de su presencia, de sus manifestaciones y de sus prejuicios. Arriesgo, entonces, esta otra pregunta: ¿no estamos cayendo, todos los argentinos, en ese juicio, por una tolerancia no comprensible?
En su discurso del 10 de diciembre el presidente Milei trazó el marco analítico con el que interpreta la realidad económica, social e histórica. Reivindica y añora el lugar que supuestamente ocupaba Argentina a finales del siglo XIX en el concierto de las Naciones, para lo cual, sin citarlo, dice Pablo Vera, se refiere a las estimaciones de Angus Madison [[1]] (1826-2010), quien señaló que en 1895 Argentina tenía el PBI per cápita más alto del mundo. Lo que Milei oculta, como tantos otros “soñadores húmedos”, es que el propio Madison aclaró que tuvo dificultades en la elaboración de los datos. Por lo tanto es de una honesta interpretación histórica considerarlos una “aproximación estadística”, o como diría con mayor agudeza Mario Rapoport (1948) [[2]], un “dibujo estadístico”.
Sobre esto es bueno releer la nota “Porqué es falso el mito de que Argentina fue una potencia hace cien años”, del 15 de diciembre:
«En ese momento la Argentina era un importante productor de materias primas con altísima concentración de los ingresos en la oligarquía terrateniente. El mito se desvanece porque no es cierto. Es falso. Los llamados 100 años de decadencia no existen».
Por estas razones continúa el autor:
«Vamos a intentar poner en crisis otro mito, muy recurrente en el discurso de Milei, el de las “bondades del libre comercio” para “abrir la economía al mundo”. Este mito presupone que a los países que se abren al mundo les lloverán riquezas y prosperidad, con el desarrollo de los países centrales y su política de comercio exterior… En realidad, los países centrales hicieron políticas diametralmente opuestas a las que Milei pregona. No solo la historia contradice a Milei, la evidencia empírica no respalda la relación entre mercado libre y crecimiento económico. Así lo expresó Anwar Shaikh en “La Globalización y el Mito del Libre Comercio”- Conferencia sobre Globalización, en la New School University, Nueva York, en abril del año 2023 Y así lo ratifican Agosin Manuel y Diana Tussie, quienes junto a Dani Rodrik en diversos textos afirman que “no hay ejemplos de países que hayan logrado altas tasas de crecimiento y de exportaciones con las políticas de liberalización general”».
Volvamos a Milei. Cuando el diez de diciembre dijo que “para salir adelante, hoy es necesario abrazar las ideas de la libertad, esas ideas que se resumen en la definición de liberalismo de nuestro máximo prócer de las ideas de la libertad, el profesor Alberto Benegas Lynch hijo [[3]], que dice:
«El Liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, cuyas instituciones fundamentales son: la propiedad privada, los mercados libres de intervención, la libre competencia… El pensamiento de Benegas Lynch (h), continúa diciendo Milei, es la esencia del nuevo contrato social que eligieron los argentinos».
En una oportunidad anterior tuvo la temeridad de amonestar a los representantes de las más grandes empresas por no ser conscientes de la penetración comunista en los mercados mundiales. En su discurso de Davos, el presidente Milei siguió insistiendo en que:
«Si se adoptan medidas que entorpecen el libre funcionamiento de los mercados, la libre competencia, los sistemas de precios libres, si se entorpece el comercio, si se atenta contra la propiedad privada, el único destino posible es la pobreza».
En la Conferencia Política de Acción Conservadora, Washington 24 de febrero, citando a Frederic Bastiat (1801-1850) [[4]] Milei afirmó que “donde entra el comercio, no entran las balas, y promover el libre comercio es promover la paz”.
Finalmente, entre los diez puntos que pretende imponer en su extorsivo Pacto de Mayo, propone la «apertura del comercio internacional de manera que la Argentina vuelva a ser un protagonista del mercado global». Se puede agregar que en sus últimas cuatro declaraciones públicas tal vez más relevantes, abrir la economía al mundo es un objetivo inclaudicable.
Comenta el autor:
«Se nos ocurre pensar que el mito del libre comercio, que nos llevaría a un paraíso terrenal de bonanza y riqueza, podría inscribirse en una tipología de mitos. Deberíamos contraponer a esto la conducta de los países centrales, paladines del siglo XIX del libre comercio, en su desarrollo inicial se apoyaron en políticas proteccionistas de toda índole. Cuando se transformaron en potencia, según el decir de Fiedrich List (1789-1846) [[5]] al alcanzar el desarrollo buscado “patearon la escalera”, impidiendo que los países periféricos adopten políticas similares».
El Informe Global Trade Update de la UNCTAD de diciembre expresa con claridad que 2023 terminó con un descenso del cinco por ciento en el comercio mundial siendo, muy inciertas y pesimistas las proyecciones para 2024. El propio Banco Mundial en su informe del nueve de enero, Perspectivas Económicas Mundiales, reconoce que el crecimiento del comercio mundial será solo la mitad del promedio registrado en la década anterior a la pandemia. Entonces, es pertinente preguntarse ¿hacia dónde va el mundo?
En primer lugar debemos señalar que EE.UU. definió un Nuevo Consenso de Washington. Jake Sullivan, el asesor de Seguridad Nacional del presidente Joe Biden, destacó en abril del año pasado en la Brookings Institution que la globalización dejó a miles de estadounidenses en la calle. Por ello entiende que su país debe recuperar su base industrial. Sullivan se basa en el pensamiento de Brian Deese, uno de los intelectuales más cercanos a Biden, quien expresamente reconoce el papel impulsor de la inversión pública y la coordinación económica vía el Ejecutivo.
La economía de oferta moderna y el Nuevo Consenso de Washington, nos dice que «El libre comercio y la no intervención gubernamental deben ser reemplazados por una estrategia industrial en la que los gobiernos intervengan para subsidiar y gravar a las empresas capitalistas para que cumplan los objetivos nacionales».
Casi como una respuesta a los delirios ideológicos de Milei, resulta útil conocer el pensamiento del presidente Biden, quien en su discurso sobre el Estado de la Unión 9-3-2024 dijo, dirigiéndose a los empresarios:
«Durante mi mandato los proyectos federales que ustedes financien (como ayudar a construir carreteras, puentes y autopistas) se fabricarán con productos estadounidenses y serán construidos por trabajadores estadounidenses, creando empleos estadounidenses bien remunerados».
Cierro estos comentarios con las palabras del autor de la nota comentada:
«En síntesis, pretender abrirse al mundo como desea Milei va a contramano de la tendencia mundial, provocando una apertura indiscriminada que será el golpe de nocaut a la ya vapuleada industria local»
[1] Fue un distinguido economista británico especializado en historia macroeconómica.
[2] Economista, historiador, Profesor universitario, especialista en relaciones internacionales y escritor argentino. Profesor Emérito de la UBA.
[3] Diputado de la Libertad avanza, uno de sus proyectos es “La privatización del océano me parece una idea extraordinaria”.
[4] Economista, escritor y legislador francés al que se le considera uno de los mayores teóricos del liberalismo de la historia.
[5] Destacado economista alemán del siglo XIX que desarrolló el Sistema Nacional del Mundo Monetario.
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