Investigadores de EE.UU. crearon artificialmente, en un laboratorio, una cepa letal de coronavirus. Los científicos adaptaron la proteína de la espiga de la variante ómicron del virus, encargada de reconocer e iniciar la infección en humanos, en la superficie de la cepa viral original, que surgió por primera vez en Wuhan, al inicio de la pandemia. El híbrido viral “Ómicron S” creado mató al 80% de los roedores de laboratorio infectados y se multiplicó cinco veces más que ómicron en cultivos de células pulmonares humanas, según una prepublicación realizada el pasado viernes en bioRxiv.
La cepa fue creada por el equipo del Laboratorio Nacional de Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Universidad de Boston -uno de los 13 laboratorios de nivel 4 de bioseguridad en los Estados Unidos-. Ocho de cada 10 ratones infectados con la cepa creada murieron en el laboratorio de la Universidad de Boston.
Los investigadores comprobaron que ratones expuestos a la cepa estándar de ómicron (SARS-CoV-2 BA.1) solo experimentaron síntomas “leves”, por lo que concluyeron que, si bien la proteína espiga es responsable de la infección, los cambios en otras partes de su estructura viral determinan su letalidad.
Los científicos norteamericanos buscaron relativizar su experimento con una arma biológica, al explicar que la línea de roedores utilizada en el experimento es susceptible al covid grave, y que la respuesta inmunitaria humana podría ser diferente a la de los ratones.
Aunque el interés de los investigadores fue manipular el virus para hacerlo más letal o infeccioso, con supuestos objetivos de “prevención”, este tipo de experimentos ha despertado mucha intranquilidad y temor entre los expertos.
Este lunes, Shmuel Shapira, científico del Gobierno israelí, comentó al Daily Mail que esto “debería estar totalmente prohibido, es jugar con fuego”.
Por su parte, el experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de East Anglia, del Reino Unido, el Dr. Paul Hunter, manifestó que estaba preocupado por lo que se podría hacer en los laboratorios de alto nivel de bioseguridad (BSL-4) que existen en algunos países.
“El problema es para qué vas a usar [los laboratorios]. Si son para fines de diagnóstico, entonces los necesitan. Pero no creo que todos los países necesiten un BSL-4”, dijo Hunter. “Si comienzan a tener un doble propósito para la investigación que tiene implicaciones militares ofensivas, esa es la preocupación”, agregó.
Por su parte, el Dr. Richard Ebright, de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, también advirtió con preocupación: “Si queremos evitar una próxima pandemia generada en un laboratorio, es imperativo que se fortalezca la supervisión de la investigación mejorada de patógenos pandémicos potenciales”.
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