El acercamiento de Rusia y China a Arabia Saudita es proporcional al retraimiento de EEUU en la región – Por Alfredo Jalife Rahme

Por Alfredo Jalife Rahme

En su ensayo a la influyente revista Foreign Affairs, el atribulado canciller alemán Olaf Scholz acepta el “fin de una era” y el inicio del mundo multipolar (https://fam.ag/3HndxxN), mientras el mandarín Xi Jinping teje una “nueva era” de las relaciones de China con el mundo árabe de 22 países (https://bit.ly/3uAvTDU) –todavía sin incluir a la República Árabe Saharaui de habla hispana y costumbres monogámicas–.

La visita a Riad, capital de Arabia Saudita (AS) (https://bit.ly/3BosnAm) es de enorme trascendencia geopolítica (https://bit.ly/3uFVY4y) e incluyó “tres cumbres” durante tres días: una, con el poderoso país anfitrión, AS, hoy máxima potencia petrolera del planeta; otra, con las seis petromonarquias árabes del Consejo de Cooperación del Golfo (donde destacan Emiratos Árabes Unidos, EAU, https://bit.ly/3W2mroz, Qatar y Kuwait), y una tercera con los relevantes mandatarios de Egipto (https://bit.ly/3uDPCCY), Palestina, Iraq (https://bit.ly/3PkWcb2), Marruecos y Túnez.

Algo sustancial que no han reportado los multimedia es que, además de todos los estereotipos consabidos, la superestratégica irrupción del mandarín Xi en el Golfo Pérsico – hub (encrucijada) de tres continentes: Asia/África/Europa– radica en la erección por China de una muralla teológica virtual en relación a su provincia Autónoma Islámica de Xinjiang –de alrededor de 11 millones de uigures (islámicos sunnitas de origen mongol)–. En Xinjiang,“Occidente” busca desestabilizar el flanco occidental de China –al tiempo que asedia su parte oriental desde Taiwán hasta el Mar del Sur de China–mediante el fariseo espantapájaros de su triada de derechos humanos/libertad/democracia que no practica y que sólo predica para impedir su conectividad con las repúblicas islámicas centroasiáticas de la flamante Ruta de la Seda.

AS es sitio de los dos sitios sagrados del Islam, Meca/Medina, que veneran mil 800 millones de feligreses de la Organización de Cooperación Islámica de 57 países (https://bit.ly/3UOZGmZ). China juega así por partida doble la “carta islámica”: tanto a la ofensiva como a la defensiva. Quienes hemos tenido la fortuna de conocer la ciudad china de Xian –punto oriental de salida de la añeja Ruta de la Seda y antigua capital imperial–, además de ser asiento del célebre Ejército de Terracota (Bingmayong), nos percatamos de la presencia de mezquitas y de una combinación de las suculentas gastronomías china e islámica (https://bit.ly/3Yeemz2). Del alrededor de 10 millones de habitantes de Xian, hoy habitan 65 mil musulmanes en el “barrio islámico”, donde resalta la mayor y más antigua Gran Mezquita de toda China.

Según Stephen Kalin (SK) del Wall Street Journal, “los países árabes han defendido públicamente la política de China en su región occidental de Xinjiang, al otorgarle cobertura al trato de Beijing a la minoría musulmana de los uigures, y ha apoyado la postura de China con Taiwán” (https://on.wsj.com/3PaL6oV ).

SK concede gran relevancia a la visita del mandarín Xi a la “región rica en energía con creciente competencia entre Beijing y Washington”. La visita es un hito a todas luces y SK comenta que “AS y EAU fortalecen vínculos con los rivales de EEUU en medio de un reacomodo global del poder acelerado por la guerra de Ucrania (y las) crecientes tensiones con la administración Biden”. Con AS, la máxima potencia de las seis petromonarquías árabes del CCG, el mandarín Xi “firmó docenas de acuerdos comerciales” en energía limpia, tecnología y manufactura con un valor de 28 mil millones de dólares. SK expone el malestar de Estados Unidos: “John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, asentó que la administración Biden está consciente que China intenta expandir su influencia en el mundo”.

El azorante acercamiento de Rusia (https://bit.ly/3hhok1V) y China a los países del “Gran Medio-Oriente” –que incluye a los países árabes Irán, Turquía y Pakistán– es proporcional al retraimiento de Estados Unidos en la región que se acentuó con su reciente derrota en Afganistán (https://bit.ly/3FfAjoX).

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