El globalismo progresista ataca a la selección argentina por ser “demasiado blanca”

Un insólito artículo de opinión publicado por The Washington Post se pregunta con pesar “¿por qué no hay más jugadores negros en la selección argentina?”. La nota fue escrita por Erika Denise Edwards, profesora de la Universidad de Texas y experta en “identidades raciales”. En medio de una cultura globalista de lo “políticamente correcto” y una “diversidad” forzada en series de televisión y películas, con ridículos cupos para minorías, y hasta una Ana Bolena negra en Netflix, Edwards planteó con molestia: “Mientras los aficionados siguen de cerca el éxito de Argentina en el Mundial, surge una pregunta: ¿Por qué no hay más jugadores negros en la selección argentina? En marcado contraste con otros países sudamericanos como Brasil, la selección argentina de fútbol palidece en términos de representación negra”.

Edwards observa que ya en 2014, “los observadores bromearon sobre cómo hasta Alemania tenía al menos un jugador negro, mientras que la Argentina parecía no tener ninguno durante la final de la Copa del Mundo”.

Valiéndose de datos del Censo 2010, señaló que 149.493 personas, lo que equivale al 1% del país, eran negros lo que “parecería confirmar que Argentina es efectivamente una nación blanca”. Sin embargo, esto resulta inconcebible para nuestra experta norteamericana. Para Edwards, en línea con los cursos progres sobre “negritud” y “marronidad”, que fundaciones internacionales financian en la Argentina, “la idea de una nación blanca no solo es inexacta, sino que habla claramente de una historia más larga de borrado negro en el corazón de la autodefinición del país”.

“Se dijo que, debido al número de muertes de hombres negros causado por las guerras del siglo XIX, “las mujeres negras en Argentina no tuvieron más remedio que casarse con hombres europeos, lo que llevó a la desaparición de los negros”, en consecuencia, se creó “una población físicamente más ligera y más blanca”. Pero esta idea también es inadmisible para la autora del Washington Post por lo que seguramente no eran más que “víctimas de un régimen opresivo que dictaba todos los aspectos de sus vidas” y “tomaron esas decisiones para obtener los beneficios de la blancura”.

Habló también sobre la actualidad, e indicó que “hoy los inmigrantes caboverdianos y sus descendientes suman entre 12.000 y 15.000 en el país” y “si bien el censo reveló que Argentina albergaba a casi 1.900 ciudadanos nacidos en África en 2001, ese número casi se había duplicado en 2010″.

Finalmente Edwards concluye que todo se trataría de un relato: “Lo que tuvo éxito sin embargo es el intento de construir su imagen como un país blanco”. Un relato que llegó a las semifinales de la Copa Mundial de Fútbol, algo que el globalismo financiero diverso y bienpensante parece repugnar.

Quizá lo que más moleste sea una selección deportiva que deje en evidencia el fenómeno de la suplantación de población que está experimentando Europa, cuyos seleccionados actuales se abastecen de personas de origen africano, producto de guerras interminables que expulsan a las personas de sus pueblos natales para conducirlos como refugiados a una Europa diezmada por una cultura antinalista. Si indagamos un poco más, quizá descubramos que esas guerras interminables de la OTAN responden al mismo poder financiero globalista que nos reclama ser más “diversos” y “políticamente correctos”. En el fondo, quizá todo se trate de diezmar a los pueblos, vía el poder bélico o el poder blando cultural.

 

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