Por Marcelo Ramírez
Finalmente, el BRICS no fue una cumbre anodina y terminó por sorprender a todos, incorporando media docena de nuevos miembros que se sumarán al grupo a partir del 1 de enero del próximo año.
Argentina, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Arabia Saudí fueron los elegidos entre decenas de países aspirantes, algunos de la talla de Indonesia o Turquía. Las razones aún no están claras, pero algunas consideraciones ya podemos hacer.
Los BRICS han decidido que es el momento de la ampliación para sembrar una organización de alcance global. China y Rusia han sido los artífices de esta ampliación dada seguramente por su situación de enfrentamiento con el bloque anglosajón, que ha dominado la política internacional en los últimos siglos.
El cambio es tectónico y conmoverá al mundo aún más a medida que se tome consciencia de lo que esto significa como la edificación de un orden mundial alternativo al actual.
India había presentado reparos en la ampliación, al igual que Brasil y Sudáfrica, países que por distintas razones preferían una actitud conservadora al respecto.
Brasil ha dado una muestra de pragmatismo y se asoció a la idea sugiriendo que Argentina debe ser parte de los BRICS. India también ha accedido con cierta renuencia, prefiriendo centrar sus esfuerzos en la cuestión de la moneda, el otro de los ejes sobre los cuales se edificaban las expectativas sobre la reunión.
Nueva Delhi no quiere sumarse al proceso de desdolarización que se está produciendo en el mundo como fruto de la acción combinada de las sanciones contra Rusia, utilizando la moneda estadounidense y los organismos financieros globales bajo su control, junto a la creciente presencia del yuan.
Si Occidente usa el dólar y todo lo que existe a su alrededor como arma política, los resultados serán naturalmente que muchas naciones comiencen a desconfiar del dólar y busquen alternativas.
Las ideas alrededor de una moneda del BRICS por el momento han entrado en un tiempo de reflexión porque India sabe que China, dada su potencia económica, tendrá una injerencia determinante sobre esta. Mientras tanto, entonces, habrá que esperar y el modelo BRICS avanza con mayor cautela. A fin de cuentas, India se siente cómoda a caballo de los intereses de todos los bloques de poder, y Brasil junto a Sudáfrica no tienen intenciones de chocar contra Occidente.
Las palabras de Lula al llegar a Johannesburgo fueron claras, Brasil, bajo su liderazgo, no entiende al BRICS como una alianza contra Occidente. Pretoria se ve sumergida en disputas internas al respecto, la actuación de la fiscalía diciendo que Putin debe ser detenido si llega al país en virtud de la orden de la CPI choca con las palabras de su presidente Ramphosa que negó esa posibilidad. La cuestión se zanjó con la presencia virtual del presidente ruso, pero el efecto de la división interna y la presión de los EE. UU. dentro de Sudáfrica, han quedado expuestas.
El BRICS se ha consolidado como el gran poder energético. La suma de Irán, Arabia y Emiratos Árabes Unidos, más capacidades menores en energía como las argentinas o egipcias, lo colocan al grupo como un actor influyente a la hora de determinar el precio de los combustibles fósiles y su disponibilidad.
Sumando a Rusia y Brasil, los BRICS pasarán a controlar en conjunto el 39 % de las exportaciones totales de petróleo del mundo, 17,1 millones de barriles al día. En total, este BRICS ampliado alcanza el 47,6 % de la producción de petróleo del mundo.
Si a esto le sumamos países amigos como Venezuela, las reservas de petróleo estimadas alcanzarán una cifra que oscila entre los 719,5 mil millones de barriles a 1,6 billones. Con Caracas, el total asciende al 65,4 % mundial.
Los países occidentales del G7 (Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia, Canadá, Francia y Japón) solamente pueden contar con el 3,9 % de las reservas de crudo conocidas.
Esto significa que el petrodólar pasa definitivamente a la historia. Luego de que en 1971 el presidente de los EE. UU. Richard Nixon decretó el fin de la paridad del dólar con el oro, el petróleo fue la base de la expansión de esta moneda en el mundo. Con la energía que mueve la economía bajo la égida del dólar, EE. UU., se pudo dar el lujo de vivir bajo un permanente comercio internacional deficitario, y presionar e imponer sanciones a decenas de países que desafiaron los intereses estadounidenses.
Asimismo, la fuerza militar disciplinadora con más de 800 bases en el mundo se sostuvo en buena medida gracias a la aceptación global del dólar basada en el petrodólar.
Con esta ampliación, el BRICS comienza a estrangular la savia del poder de los EE. UU., y decreta que, como dice Putin, la desdolarización es un hecho concreto que avanza.
Las diferencias internas entre los miembros ralentizan esa caída y también muestran que, como siempre ha sucedido en la historia mundial, con la agonía del Hegemón dominante, las nuevas potencias sucesoras comienzan a posicionarse en el tablero.
Ambos procesos se dan en forma paralela, mientras Occidente cede posiciones aceleradamente, Rusia, India y China actúan en función de ese propósito, pero también en una forma de posicionamiento geopolítico de acuerdo a sus intereses naturales.
Las polémicas tampoco están ausentes. La inclusión de países musulmanes demuestra las intenciones de incorporar a distintos sectores, incluyendo la cuidadosa selección de las principales ramas del Islam como los chiíes y los suníes.
La presencia creciente de África también es un gesto que no puede pasar desapercibido y Egipto junto a Etiopía elevan a 3 de 11 a los miembros africanos. Una vez más, vemos el balance entre el África negra y el Norte árabe.
Todo pensado cuidadosamente para que la ampliación sea lo más suave y cuidadosa posible, con una mirada en la disputa geoestratégica con Occidente, a la que suman Medio Oriente.
Seguramente la próxima ampliación será de países como Vietnam o Indonesia, naciones de la ASEAN. Cada región es representada de forma tal de que la armonía se mantenga y el BRICS sea una futura organización representativa que incluya distintos aspectos.
Pero dentro de este cuadro general, resulta inesperada la presencia entre los invitados de Argentina.
Claramente, Argentina es el representante de los países de habla hispana, que en conjunto superan los 700 millones distribuidos en una amplia región del globo.
El país sudamericano es uno de los tres más influyentes entre los hispanoparlantes, compartiendo esa posición con España y México. Estos últimos, dado que el primero pertenece a la OTAN y el segundo es limítrofe con los EE. UU., han sido descartados como miembros representantes de la Hispanidad.
Argentina además cuenta con litio, petróleo en cantidades moderadas, pero con potenciales reservas en el Atlántico Sur, al igual que importantes reservas de gas, minerales de diferentes tipos, abundante agua potable y alimentos para 10 veces su población, algo que puede aumentar con inversiones.
Buenos Aires además tiene otro atractivo que es la proyección sobre el Atlántico Sur, con una inmensa plataforma marítima y un espacio que, medido en términos de seguridad, cerraría un gigantesco espacio con Sudáfrica y Brasil. Si ampliamos más el foco, junto con India, el control del hemisferio Sur llegaría hasta el Pacífico.
Un punto adicional que proporciona al BRICS Argentina es el paso bioceánico, el único viable en caso de guerra para transitar del Atlántico al Pacífico y la proyección sobre la Antártida.
Hoy Argentina reclama un sector antártico que también reclama el Reino Unido. El país sudamericano es además, junto a Chile, la conexión terrestre más cercana a la Antártida, algo clave para la futura explotación del continente helado que comienza a avizorarse a partir del fin del actual Tratado que regula las actividades en la Antártida.
Muchas condiciones atractivas si se piensa en términos geopolíticos a mediano y largo plazo. Los problemas coyunturales parecen no desalentar a los BRICS.
La posición de los dos candidatos opositores, Patricia Bullrich por el frente de liberal de “derechas clásicas” Juntos por el Cambio y el libertario Javier Milei, han dicho que no permitirán que el país se sume al BRICS. Si bien Milei aclaró que solo habla por el Estado porque en lo privado piensa dar vía libre a la voluntad de los empresarios.
No queda demasiado claro el modelo de gestión, puesto que independientemente de lo que Milei imagine, las reglas internacionales son otras.
China no va a negociar con países hostiles, que reconozcan a Taiwán, por ejemplo. Más allá de la simplicidad del pensamiento libertario, los compromisos para los Estados son constantes y deben fijar posición, como en el caso de Taiwán, las sanciones comerciales a Rusia, etc. Deberá en algún momento optar por una posición, porque aun la abstención es una posición política.
Esas opciones fijarán ineludiblemente su posición política, algo que tendrá repercusiones en las otras naciones, independientemente de la voluntad de Milei. Y acarreará consecuencias.
La escisión que pretende Milei entre la posición del Estado en las relaciones bilaterales y el comercio entre los mismos es imposible. El libertario quedará preso de sus palabras y acciones porque no pone las reglas con las que el mundo se mueve.
Mientras tanto, el frente oficialista navega en las incoherencias. Tiene una política cultural que enfrenta al BRICS, y a sus nuevas incorporaciones, con Occidente.
Ha pactado acuerdos con Washington basándose en la dolarización de su economía de facto y ha efectuado una política de enfriamiento de las relaciones con Rusia que se ha traducido en una baja del 40 % en el 2022.
El Gobierno actual ha resultado tan sorprendido por la invitación como todos nosotros. Si bien es cierto que había presentado la solicitud de ingreso formal, eso lo hizo antes del comienzo de la guerra en Ucrania y luego manifestó un desinterés absoluto. Esto se ve constatado cuando el presidente rehusó la invitación para estar presente en la Cumbre de Sudáfrica y ni siquiera envió a su Canciller a la misma.
Argentina representa una gran oportunidad a futuro y un aporte inmenso al BRICS pero también una serie de problemas coyunturales dado el desprestigio de su clase política, la inflación recurrente, los problemas de la deuda externa.
Seguramente Rusia y China confían en que podrán crear las condiciones para que la Argentina gire hacia sus posiciones, algo que a menos de 24 hs se refleja en un posible crédito por 32.800 millones de dólares.
Una clase política sin brújula, sin programas ni ideas viables tendrá, al menos, algunos exponentes que querrán aprovechar la oportunidad y sin compromisos que los aten a los EE. UU. y al Reino Unido.
Argentina potencialmente puede tener un enorme desarrollo, y como hoy sus controladores anglosajones han destruido sus posibilidades de crecer, ex profeso, mañana podrá romper esas ataduras con una propuesta distinta.
Rusia y China aceptaron el desafío de poner de pie a la Argentina, si lo consiguen su entrada al mundo hispanoamericano será irrefrenable.
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